Colombia se ha convertido en uno de los principales destinos de
miles de profesionales de la salud que no solo huyen de la precariedad y la pobreza, sino
que tienen que enfrentar las trabas administrativas de ambos países que dificultan su
inserción en el mercado laboral.
Por: Tatiana Escárraga
El día que entró a un supermercado en Bogotá y vio las estanterías llenas de productos, la
doctora Jhonelly Narváez (que nació en Coloncito, Táchira, en abril de 1990) se echó a llorar.
“¡Había comida!”, dice agitando las manos y abriendo sus ojos como una niña pequeña cuando
recibe el regalo de Navidad que esperó todo el año.
Narváez es médico cirujano de la Universidad de los Andes, en Mérida. Se graduó en 2014 y ejerció
hasta abril de 2017, cuando tuvo que salir repentinamente de Venezuela por una brutal
persecución política que se desató cuando hizo un comentario contra el gobierno en un chat de
médicos. No se lo perdonaron.
Grupos armados, cuenta, la amenazaron de muerte. Era tanta la zozobra que pidió ayuda ante la ONU
para llegar a Colombia y dejar atrás aquella pesadilla. No era lo único de lo que quería
escapar. También huía de una situación que se hizo insostenible año tras año: a los hospitales
dejaron de llegar insumos, no había forma de operar, no había guantes, no había gasas. “El
paciente casi que se moría en las manos de uno sin que se pudiera hacer nada”, relata Narváez,
líder de urgencias del Hospital Simón Bolívar, en Bogotá.
La crisis política, económica y social del país vecino ha expulsado 5.4 millones de personas en
los últimos cinco años, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), y ha
convertido a Colombia en el principal receptor de esa huida, con el enorme desafío que ello
implica. Según
datos de Migración Colombia, hasta el pasado 31 de enero había aquí 1.742.927
venezolanos, de los cuales 759.584 estaban en situación regular y 983.343 eran irregulares.
A los hospitales dejaron de llegar insumos, no había forma de operar, no había guantes, no
había gasas. “El paciente casi que se moría en las manos de uno sin que se pudiera hacer nada”,
relata Jhonelly Narváez, líder de urgencias del Hospital Simón Bolívar, en Bogotá.
Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana, asegura que en los últimos
quince años han salido de ese país unos 50.000 médicos, asfixiados por la grave situación social
y económica, pero también por las “indignas” condiciones en las que se ven obligados a trabajar.
En hospitales desabastecidos, “sistemáticamente perseguidos”, sometidos a toda clase de
maltratos laborales y condenados a un salario mensual irrisorio impuesto por decreto, que oscila
entre los 3 y los 6 dólares, y con una hiperinflación
que rozó el 3.000 % acumulado en
2020
(Valora Analitik, 2021).
En principio, dice Natera, los pocos médicos que se fueron con la llegada al poder en 1999 del
fallecido Hugo Chávez (2013) tenían como destino Estados Unidos y España, atraídos por algunas
ventajas para trabajar. Pero desde hace unos cinco o seis años, bajo el gobierno de Nicolás
Maduro, esa dinámica cambió y ahora son Chile, Perú, Ecuador y Colombia, en ese orden, los
principales receptores.
Jhonelly Narváez
Para los que se van, el drama no termina con la salida de Venezuela. Al impacto que supone verse
obligado a partir en busca de mejores condiciones de vida, se suman otros calvarios como las
barreras burocráticas que deben superar si quieren ejercer su profesión en otro país.
Por un lado, los médicos se enfrentan a la dificultad que en estos momentos supone legalizar y
apostillar los documentos en Venezuela y, por otro, al proceso de homologación en Colombia, que
pasa por el Ministerio de Educación y el Colegio Médico Colombiano, la organización gremial
encargada de expedir la tarjeta profesional que da vía libre para desempeñarse laboralmente.
En ese laberinto muchos quedan atrapados. Pero los casos son complejos y diversos. Hay quienes
han podido sortear con éxito las trabas administrativas después de varios intentos y gestiones;
otros siguen a la espera de que se resuelva su situación, y varios más no han encontrado ninguna
posibilidad en Colombia, según explican expertos y organizaciones como Coalición por Venezuela,
una federación de organizaciones de la sociedad civil venezolana.
La doctora Narváez tuvo que esperar ocho meses para que le saliera la convalidación de su título.
Nieta de colombianos, no se había planteado siquiera la posibilidad de solicitar la cédula de
ciudadanía de Colombia. A pesar de sus raíces, este era un territorio ajeno para ella, sin
apenas vínculo, un lugar perdido en la memoria de sus abuelos maternos, que nacieron en
Santander y se fueron muy pronto a buscar otra vida en Venezuela. A estos lados nunca
regresaron.
“Cuando llegué, fue muy duro”, recuerda Narváez. Nada más llegar, en abril de 2017, trabajó
durante unos cuatro meses acompañando pacientes en hospitales y en una discoteca de la zona T de
Bogotá. Era mesera, atendía la barra y a veces a uno que otro borracho impertinente. En los días
más pesados, cuando los clientes no abundaban, cerraban el local y ella se iba con las manos
vacías porque no le pagaban. “Imagínese, una persona que había tenido todo, de repente tiene que
limpiar en una barra y atender borrachos”, dice con la voz apagada.
“Cuando llegué, fue muy duro. Imagínese, una persona que había tenido todo, de repente tiene
que limpiar en una barra y atender borrachos”: Jhonelly Narváez
Testimonio
Un trámite costoso
“Todo aquel que quiera imaginarse cómo está Venezuela, lo que cree que sabe hoy, que lo
multiplique por mil”, afirma, tratando de explicar la diáspora, Hernando Rubiano, coordinador
nacional de salud de la organización Coalición por Venezuela. Él es médico, hijo de padre
colombiano y madre española. Llegó a Bogotá hace seis años y ahora reside en Barranquilla, donde
trabaja como Jefe de Operaciones de la clínica Bonnadona Prevenir.
“Todo aquel que quiera imaginarse cómo está Venezuela, lo que cree que sabe hoy, que lo
multiplique por mil”: Hernando Rubiano, coordinador nacional de salud de la organización
Coalición por Venezuela.
Un informe de la organización de la
que forma parte Rubiano indica que hasta 2020 en Colombia
había 1.946 profesionales de la salud, de esa cifra 786 eran médicos y 974 enfermeras. El resto
se inscribía en el apartado de otras profesiones adscritas al área de salud. Datos aportados por
el Ministerio de Educación revelan que, entre 2015 y 2021, se encuentran registrados en el
sistema de convalidaciones 3.403 solicitantes con nacionalidad venezolana, de los cuales 2.567
corresponden a nivel de pregrado y 836 a posgrados del área de salud.
sistema de convalidaciones del Ministerio de Educación
3.403
Se encuantran registrados con nacionalidad venezolana
2.567
Corresponden a nivel de pregrado
836
Corresponden a posgrados del área de salud.
El estudio de Coalición por Venezuela concluyó que la primera gran barrera a la que se enfrentan
los médicos es económica. Legalizar títulos en Venezuela y homologar en Colombia es engorroso,
pero, sobre todo, costoso. Un obstáculo que afecta especialmente a los recién graduados y a
enfermeros y enfermeras. El cuello de botella, dice Rubiano, está en aquel país.
La descomposición social ha hecho que florezcan mafias alrededor de los ministerios e
instituciones encargadas de legalizar y apostillar los títulos en Venezuela, según denuncian
médicos y expertos en migración. Todo se hace a través de intermediarios —en ocasiones los
mismos funcionarios— que cobran hasta 100 dólares por documento, lo que significa que se pueden
pagar entre 500 y 1.000 dólares, algo inalcanzable para muchos profesionales de la salud. A eso
se suma el costo en Colombia, que es de $ 665.900 para pregrados y de $ 756.800 para posgrados,
según consta en la
página web del Ministerio de Educación.
Natera añade la grave situación de muchas universidades: sin energía eléctrica, en paro, sin
papel para imprimir documentos académicos, sin computadores, sin archivos. Así las cosas,
obtener las credenciales y las notas que se exigen para tramitar la homologación en otro país
resulta una misión casi imposible.
Una vez superado el escollo de la tramitación de documentos en Venezuela, viene la presentación
ante el Ministerio de Educación de Colombia, donde el proceso no es más fácil. Los requisitos
son los mismos tanto para colombianos como para extranjeros. Aunque, en el caso de los
venezolanos, supone un capítulo más de su angustia por las esperas y la rigidez en el proceso.
Algunos, incluso, terminan presos de la ilegalidad, abocados a aceptar trabajos por debajo de su
calificación profesional, muchas veces sometidos a abusos laborales sin ninguna posibilidad de
reclamo.
Es una realidad que se repite por todo el territorio nacional, pero que se agudiza en las
ciudades intermedias y pequeñas. “En materia de especialistas y subespecialistas en Colombia hay
unos fuertes regionalismos para los médicos, que les impide moverse con facilidad de un
municipio a otro. Son nichos muy fuertes, cerrados, que incluso van en contra del acceso al
servicio de salud por parte de los usuarios y de los pacientes. A eso también se enfrentan los
médicos venezolanos”, explica Ronal Rodríguez, director del Observatorio de Venezuela de la
Universidad del Rosario, que tiene su sede en Bogotá.
Este medio visitó Riohacha, en el departamento de La Guajira, una zona en la que viven 150.806
venezolanos, el 8,65 % del total que reside en el país, según Migración Colombia. Varios de los
médicos contactados para este reportaje reconocieron trabajar en circunstancias de ilegalidad o
por debajo de su formación, pero declinaron entregar más detalles o contar su testimonio. “Tiene
que entender que da miedo hablar de estas cosas. No solo por el temor a que quede en entredicho
el nombre del profesional, sino porque pone en riesgo su trabajo y la empresa para la que hace
ese trabajo. Y mucho peor si se trata de un empleo sin la documentación en regla”, dice un
médico que pidió la reserva de su identidad.
Varios de los médicos contactados en Riohacha para este reportaje reconocieron trabajar en
circunstancias de ilegalidad o por debajo de su formación, pero declinaron entregar más detalles
o contar su testimonio.
Testimonio
Situaciones surrealistas
Daniel Carvajal, abogado colombovenezolano experto en migración, señala que en este
complicado entramado están en juego muchos actores y grupos de interés, con el agravante de
la inexistencia, desde febrero de 2019, de relaciones diplomáticas formales entre los dos
países, lo que impide alguna comunicación para certificar los documentos o, al menos,
despejar dudas. Suele ocurrir, explica el abogado, que “el ministerio prefiere negar
convalidaciones sin justificaciones válidas, por lo que el proceso debe volver a comenzar”.
En los años que lleva trabajando en estos casos, Carvajal ha visto de todo. Situaciones
surrealistas. Kafkianas. O terriblemente injustas. Una de las historias que se le vienen a
la mente es la de una pareja de esposos que estudiaron medicina juntos y presentaron los
mismos documentos. El ministerio convalidó a uno y le negó el trámite a otro. Simplemente
adujo que uno de los expedientes sí era equivalente en Colombia y el otro no. Sin más.
También ocurre, dice este experto, que el Ministerio de Educación puede tardar meses o años
en responder una solicitud de convalidación, a pesar de que el proceso, tal como consta en
su página
web, va de 60 a 180 días calendario, en promedio. Carvajal habla de expedientes de
dos a tres años de espera. Incluso, dice, hay recursos de 2017, 2018 y 2019 que apenas se
están resolviendo este año.
Y si bien el trámite, en teoría, no distingue entre propios y foráneos, en la práctica la
realidad puede llegar a ser muy distinta. “Lo que hemos encontrado es que los criterios que
se utilizan para evaluar las solicitudes de convalidación de los extranjeros pueden ser más
exigentes que las que hay en Colombia para profesionales similares”, afirma el abogado. Y lo
ilustra con el ejemplo de un cirujano de corazón al que le pedían tener en su record de
intervenciones los trasplantes de corazón que había hecho como cirujano principal durante su
época de estudiante. Algo prácticamente imposible. “Es que el estudiante acude como ayudante
o como observador, pero nunca como cirujano principal”, relata.
El abogado Daniel Carvajal asegura que el Ministerio de Educación puede tardar meses o
años en responder una solicitud de convalidación, a pesar de que el proceso, tal como consta
en su página
web, va de 60 a 180 días calendario, en promedio. Carvajal habla de expedientes
de dos a tres años de espera. Incluso, dice, hay recursos de 2017, 2018 y 2019 que apenas se
están resolviendo este año.
Para demostrar la invalidez del requerimiento del ministerio, el abogado tuvo que enviar
derechos de petición a todas las universidades en Colombia que ofrecen el programa de
cirugía cardiovascular y hacerles la misma pregunta: ¿usted les exige a sus estudiantes
de primer, segundo o cualquier año que hagan procedimientos de trasplante de corazón
como cirujano principal? La respuesta fue no. Carvajal presentó un recurso y ganó el
caso.
“¿Qué hubiese pasado si nosotros no tuviésemos el conocimiento o la persona no tuviera
para pagar honorarios a un abogado? Se trata de una situación completamente injusta,
porque lo mínimo que debe hacer el ministerio es evaluar de acuerdo a criterios
colombianos, no a criterios fantasiosos o irracionales. Y eso pasa mucho”, asegura este
abogado.
Ronal Rodríguez dice que se ha encontrado con funcionarios que “creen o sienten que hacen
patria” si bloquean a los venezolanos, y diligencian más rápido las peticiones de los
nacionales. Colombia, explica, “no ha generado ningún instrumento para capturar mano de
obra calificada, ni siquiera en servicios médicos, como lo hizo, por ejemplo, Chile, que
creó espacios para que los médicos venezolanos pudieran regularizarse de forma mucho más
rápida”.
Cuando se le plantearon al Ministerio de Educación las quejas sobre los trámites
infinitos, la falta de respuesta o de voluntad para responder a las convalidaciones de
sanitarios venezolanos, desde el área de comunicaciones contestaron que “hay canales de
atención para la ciudadanía a través de la página web donde se encuentra disponible la
radicación de PQRS, de forma presencial en las instalaciones del Ministerio de Educación
o a través del canal de atención virtual personalizada para atender específicamente
inquietudes del proceso de convalidaciones”. Este medio solicitó hablar con un portavoz,
pero no fue posible.
Testimonio
“Una pelea tremenda”
La última parada, tras la convalidación del Ministerio de Educación, es solicitar la
tarjeta profesional ante el Colegio Médico Colombiano. Esta facultad se la concedió el
Ministerio de Salud desde 2015. Entre el 18 de agosto de ese año y el 31 de mayo pasado,
el Colegio había emitido 2.114 tarjetas profesionales a médicos venezolanos. 1.045
corresponden a médicos generales y 1.069 a especialistas. En la actualidad, hay 360
trámites abiertos que incluyen a nacionales y extranjeros, pero es una cifra que varía
cada día. En una jornada se pueden recibir entre 50 y 80 solicitudes. Este trámite tiene
un costo de $151.400 (Colegio Médico Colombiano, s.f.).
Tarjetas profesionales emitidas a médicos venezolanos hasta mayo 2021
1.045
a médicos generales
1.069
a médicos especialistas
Llegar a esta instancia —la última— después de sortear el laberinto burocrático de Venezuela y
del Ministerio de Educación colombiano no supone necesariamente un alivio para los médicos
venezolanos. “En mi opinión, el Colegio Médico Colombiano es un actor muy importante porque
tiene un rol que, creo, perjudica más a los extranjeros que a los nacionales. En ocasiones,
ellos se basan en una normativa que no es tan clara, o también en algunos vacíos legales para
establecer limitantes o restringir el ejercicio de los profesionales extranjeros, cuando ese no
es el espíritu de la norma”, afirma el abogado Carvajal.
Desde 2017, explica este experto, el Gobierno estableció un mecanismo de regulación migratoria
conocido como Permiso Especial de Permanencia (PEP) para migrantes venezolanos. Supuestamente
permite cualquier actividad laboral en territorio colombiano. Pero no es válido para el Colegio
de Médicos, que exige la cédula de extranjería.
“¿Por qué un migrante tiene que tramitar una visa que cuesta más de un millón de pesos si ya
tiene una solución de regularización que es gratis y que sirve para cualquier tipo de trámite?”,
se pregunta Carvajal. Y añade: “Ha sido una pelea tremenda. Hemos tenido que presentar tutelas,
recursos ante el Ministerio de Salud…El punto es que no ha habido forma humana que haya podido
hacer que los colegios profesionales cambien de parecer”.
El médico Rubiano, de Coalición por Venezuela, dice que no se trata de una “resistencia formal”
de parte del gremio médico colombiano, sino de un “celo natural” en la medida en que los
venezolanos han empezado a ocupar puestos de trabajo. Él cree que existe, más bien, una
tendencia a rechazar la figura del médico comunitario, algo que el presidente de la Federación
de Médicos Venezolanos califica como “aberrante”.
“Se trata de la promoción masiva de un plan de salud, un programa de estudio que organizó el
gobierno nacional llamado medicina integral comunitaria, que está graduando casi de forma
‘exprés’ a estas personas que no son reconocidas por la Academia Nacional, por las universidades
autónomas o por la Federación Médica”, dice Natera. De los 50.000 médicos que la Federación
calcula que se han ido de Venezuela, 10.000 serían comunitarios. “Evidentemente ha habido
obstáculos para permitirles el ingreso, pues no están bien formados. Y lo veo lógico”, agrega
Rubiano.
“Nuestra función es vigilar el ejercicio de la profesión: que los médicos que ejercen en
Colombia, no importa si son de aquí o de afuera, cumplan con los requisitos que le van a
garantizar al paciente que realmente se trata de un médico graduado. Aquí no hay ninguna
resistencia. Nosotros somos un apéndice del Gobierno y solo seguimos las normas. Lo contrario se
opondría a nuestro entendimiento del mundo, de la vida. Yo personalmente vería esa resistencia
como algo antiético”, responde el doctor Stevenson Marulanda, presidente del Colegio Médico
Colombiano.
Por su parte, el Ministerio de Salud explica que “en aplicación del principio de prudencia” no se
acepta el PEP sino la cédula de extranjería pues, aunque el permiso permite trabajar, “es de
carácter temporal”. Y añade: “En atención al riesgo social de las profesiones del área de salud
se ha considerado que existiría dificultad en el control del ejercicio cuando no se renueve el
PEP por parte del profesional”.
“Nuestra función es vigilar el ejercicio de la profesión: que los médicos que ejercen en
Colombia, no importa si son de aquí o de afuera, cumplan con los requisitos que le van a
garantizar al paciente que realmente se trata de un médico graduado. Aquí no hay ninguna
resistencia: Stevenson Marulanda, presidente del Colegio Médico Colombiano.
Testimonio
El decreto que no fue
Mientras echaba a andar el trámite de la homologación de su título, la doctora Narváez se dedicó
a repartir hojas de vida en busca de un trabajo como médico. Imprimió unos cincuenta
currículums, recuerda. La llamaron de la Subred Integrada de Servicios de Salud Norte de Bogotá.
La gerente del hospital le propuso encargarse de la coordinación de urgencias, un puesto que no
requería la tarjeta profesional porque tenía carácter administrativo, es decir, no tenía que
atender pacientes. “¿Se le mide?” le preguntó. Ella contestó que sí, pero no tenía ni idea de
cómo hacerlo. Así llegó al hospital de Engativá, en octubre de 2017.
Cuando salió la convalidación se propuso sacar su tarjeta profesional como médico general. Pero
se topó con un muro. La normativa exige que el servicio social que hacen los médicos
colombianos, también llamado año rural, comience después del grado. En Venezuela existe esta
figura, pero a veces se pone en marcha un poco antes de que el estudiante reciba el diploma. Un
pequeño matiz que para cualquier profano no supondría mayor problema, pero que en Colombia es un
requisito inamovible.
En casos así, al médico se le ofrece la opción de solicitar una plaza ante el Ministerio de Salud
para hacer el año rural en Colombia. Algunos, por tratarse de plazas ubicadas en territorios
considerados como zona roja, resultan exonerados. Otros tienen que retroceder en el tiempo al
momento en que terminaban su carrera. A la doctora Narváez la enviaron al municipio de Chaguaní,
en Cundinamarca, a cinco horas de Bogotá. Allí estuvo durante siete meses, entre 2018 y 2019,
hasta que dio a luz a su bebé y tomó la licencia de maternidad. En 2020 la llamaron del Hospital
Simón Bolívar. Querían que fuera la líder de urgencias. Ya completa un año en ese cargo, al
frente de un equipo de 175 trabajadores.
El pasado enero Luis Ernesto Gómez, secretario de gobierno de la Alcaldía de Bogotá, agradeció
a
los médicos migrantes venezolanos que trabajan en Colombia su vinculación a la Red Distrital de
Salud, e hizo énfasis en el caso de Jhonelly Narváez (Pulzo, 2021).
Varias voces han pedido que se flexibilice la vinculación de los médicos venezolanos al sistema
de salud del país, actualmente colapsado
por la COVID-19 (Noticiasrcn.com, 2021) y por las
precarias condiciones laborales del sector. David Smolansky, Comisionado de la Secretaría
General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, solicitó
al Gobierno
colombiano, en julio del año pasado, que considerara la opción de integrar a médicos y
enfermeras venezolanos al sistema de salud (Lafm, 2020).
Hasta diciembre de 2020 el Ministerio de Salud contabilizaba 118.404 médicos en Colombia, 91.995
de ellos médicos generales. Las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud
establecen en 25 el número de médicos por cada 10.000 habitantes, una cifra que en Colombia,
según dijo a este medio el Ministerio de Salud, está en 23. Sin embargo, en una respuesta de
enero de 2020 a un requerimiento
del Congreso, el ministerio informó que eran 21 el número de
médicos por cada 10.000 habitantes, por debajo de la meta de la OPS.
El presidente Duque anunció en marzo de 2020 un decreto —que no se ha materializado— para
acelerar las convalidaciones de los títulos obtenidos en el exterior con el fin de sumar más
médicos en la batalla contra el coronavirus, pero los gremios rechazaron la iniciativa
asegurando, entre otras cosas, que en Colombia no hacen falta médicos.
El pasado 4 de agosto el Congreso expidió la Ley 2136 que reglamenta la política integral
migratoria y que incluye, entre otras disposiciones, la actualización de la normatividad vigente
en materia de convalidación de títulos de educación superior. Según el Ministerio de Educación,
se “adelantarán acciones para dar mayor facilidad” a los venezolanos que pretenden adelantar
este trámite. Algo que duda el abogado Daniel Carvajal: “La Ley no modifica en nada la normativa
de convalidaciones. Es un copia y pega de la resolución de 2019. No hay ninguna
flexibilización”, sentencia.
Mientras, el flujo migratorio continúa imparable. Vendrán más venezolanos. Y entre ellos, más
médicos. La doctora Narváez se declara optimista: “Yo no creo que el sistema de salud colombiano
expulse a un médico que tiene todos sus papeles en regla. Cuando está todo en orden, no es muy
difícil conseguir trabajo. En mi caso ya son cuatro años aquí. Tengo una pareja de este país, un
hijo nacido aquí. Me gusta todo de Colombia (menos el tráfico de Bogotá) y soy muy feliz. Lo
único que me haría volver a Venezuela sería que el gobierno cayera”.
Bibliografía y referencias
Colegio Médico Colombiano, (s.f.). “Expedición tarjeta de identificación única nacional del
talento humano en salud por primera vez”.
https://www.colegiomedicocolombiano.org/web_cmc/tarjeta.html
Congreso de la República de Colombia. (2021, agosto 4). Ley 2136 “Por medio de la cual se
establecen las definiciones, principios y lineamientos para la reglamentación y orientación de
la Política Integral Migratoria del Estado colombiano – PIM, y se dictan otras disposiciones”.
https://dapre.presidencia.gov.co/normativa/normativa/LEY%202136%20DEL%204%20DE%
20AGOSTO%20DE%202021.pdf
Gil Gutiérrez, Juliana. (2021, febrero 12). “¿Qué significa una inflación del 3.000 % en
Venezuela? Su impacto en los cuidadanos”. Valora Analitik.
https://www.valoraanalitik.com/2021/02/12/que-significa-una-inflacion-del-3-000-en-venezuela-su-impacto-en-los-cuidadanos/#:~:text=La%20inflaci%C3%B3n%20de%20Venezuela%20cerr%C3%B3,
decir%2C%20519%20puntos%20porcentuales%20m%C3%A1s
Lafm. (2020, julio 29). “OEA sugiere a Colombia médicos venezolanos en vez de misiones
cubanas”.
https://www.lafm.com.co/colombia/oea-sugiere-colombia-medicos-venezolanos-en-vez-de-misiones-cubanas
Ministerio de Educación de Colombia. (s.f.). “Convalidaciones Educación Superior. Conozca el
proceso”.
https://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-article-350670.html?_noredirect=1
Ministerio de Educación de Colombia. (s.f.). “Convalidaciones Educación Superior. Costo y
duración”.
https://www.mineducacion.gov.co/portal/convalidaciones/Convalidaciones-Educacion-Superior/350995:Costo-y-duracion
Noticiasrcn.com. (2021, junio 8). “El sistema de salud colombiano colapsó”: gremio médico pide
que paren las aglomeraciones.
https://www.noticiasrcn.com/salud/el-sistema-de-salud-colombiano-colapso-medicos-por-aglomeraciones-381237
Pulzo. (2021, enero 12). “Hay médicos venezolanos en Bogotá enfrentando la emergencia por
COVID-19”.
https://www.pulzo.com/nacion/medicos-venezolanos-bogota-apoyaran-clinicas-por-emergencia-PP102