En Colombia, más de un millón y medio de adolescentes se convirtieron en madres entre 2005 y 2014, una cifra que se aproxima al número de estudiantes que cada día van al colegio en las zonas rurales del país. A escala nacional, se avanzó en reducir la tasa de adolescentes que se convirtieron en madres, pero la tasa de partos de niñas menores de 15 años creció hasta 2014. La edad promedio de los hombres que las embarazaron era de 21 años.
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En 2001, un año después de la Cumbre del Milenio de Nueva York, en la que 189 países se comprometieron a lograr en quince años ocho objetivos para un mundo posible -los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio-, nació Sofía. Hoy, a sus quince años, ya ve caminar a su hija de apenas un año de edad.
Ella vive en Caucasia, un pueblo de 112 mil habitantes a orillas del río Cauca, a seis horas de camino desde Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia. Dedicada a las labores en casa al lado de su mamá, a la que convirtió en abuela muy pronto, no sabe de objetivos ni de milenios y menos aún que este país, no logró cumplir por lo menos el quinto objetivo, que, entre otras cosas, se comprometía para 2015 a reducir en tres cuartas partes la tasa de mortalidad materna y a garantizar acceso universal a la salud reproductiva.
A escala nacional, Colombia avanzó en la reducción de la tasa de niñas y adolescentes que se convirtieron en madres entre 2005 y 2014 (No se incluyeron las cifras de 2015 en el análisis debido a que hasta el cierre de este reportaje solo eran públicos datos preliminares), según las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), pero esos promedios esconden otras realidades.
Desde que en 2008 se registró la tasa más alta con 38,9 partos entre 10 y 19 años de edad por cada mil adolescentes, las cifras bajaron en los dos años siguientes, tuvieron un repunte en 2012 y volvieron a caer en 2014. El lunes 12 de diciembre, día del lanzamiento en Bogotá de este especial ‘Niñas Madres’, el gobierno dio a conocer la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS), que la entidad privada sin ánimo de lucro Profamilia publica cada cinco años junto a varias entidades del Estado, en la que se incluirán cifras de 2015.
Antes de la publicación de la Encuesta, el ministro de Salud Alejandro Gaviria, aseguró para este reportaje que todo apuntaba a que los datos traerían buenas noticias. En efecto, según la ENDS, hay una reducción de los casos con el “el 17,4 por ciento de las mujeres entre 15 y 19 años ya son madres o han estado embarazadas” mientras que hace cinco años ese porcentaje era de 19,5. Pero lo que no dijo el ministro es que estas cifras esconden otras caras del problema como revela el análisis de una base de datos construida para este reportaje como parte de una investigación transnacional sobre el embarazo adolescente en cinco países de América Latina.
Entre 2005 y 2014, la tasa de niñas menores de 15 años que trajeron un niño al mundo fue creciendo hasta registrar el pico más alto en 2014 con casi 4 partos por cada mil niñas. Ese mismo año, más de 13 niñas dieron a luz por cada mil partos de mujeres de todas las edades. En la década analizada, más de 65 mil de estas pequeñas se convirtieron en madres. En total, un millón 571 mil 772 niñas y adolescentes entre 10 y 19 años de edad terminaron cargando un bebé en sus brazos cuando aún seguían en la escuela, en varios casos, o ni siquiera pisaban la universidad. Son 430 adolescentes que se convirtieron en madres por día, 18 cada hora.
Por cada mil partos que se registraron en Colombia entre 2005 y 2014, 249 eran de niñas y adolescentes: casi el 25 por ciento de los alumbramientos de mujeres en edad fértil.
En el suroccidente de Bogotá, sobre las montañas de calles estrechas que miran a lo lejos los edificios altos del centro, está Ciudad Bolívar, la localidad más pobre de la capital colombiana. Para llegar a El Paraíso, uno de sus barrios más alejados, es necesario viajar desde el centro de Bogotá una hora en un alimentador de TransMilenio, el sistema de transporte masivo de la ciudad. Mientras el bus recorre los empinados caminos de los barrios “de invasión” que se fueron poco a poco incorporando a la ciudad, una escena se vuelve común: adolescentes, muchas veces aún niñas, suben al bus con sus bebés en brazos, o acompañadas por sus hijos. Una de las madres es Rosa, quien a sus 54 años, ya es bisabuela: ella, su hija y su nieta siguieron el ciclo del embarazo adolescente.
En Bogotá las cifras de embarazo adolescente han ido bajando desde 2009 si se miran estos casos por número total y por cada mil adolescentes o partos. Bogotá tiene una de las tasas de embarazos adolescentes más bajas del país Pero si miramos los números según localidades, el escenario cambia: las zonas más pobres aún reportan cifras muy por encima que el resto de la capital colombiana.
Hay otra realidad: Ciudad Bolívar tiene la mayor tasa de embarazos adolescentes de Bogotá: 72.2 por cada mil habitantes (Datos entregados por la Secretaría de Salud al concejal de Bogotá Juan Carlos Flórez.), y también una de las escuelas con mayor número de casos de niñas embarazadas del país: 76 estudiantes, de hasta 17 años, fueron madres en el Colegio Paraíso Mirador, entre 2012 y 2015. Cada día hay cinco casos nuevos de embarazos adolescentes entre estudiantes de colegios públicos de la ciudad, alerta la Secretaria de Educación de Bogotá, María Victoria Angulo. Las cifras empeoran entre más pobres y periféricas sean las localidades de la ciudad y nos hablan de vidas que se truncan a temprana edad.
Mientras que “para las familias con posibilidades económicas, un embarazo inesperado no cambia trascendentalmente la vida del grupo familiar (…) esta no es la suerte de la mayoría de las adolescentes, que ante un embarazo no tienen otra opción que asumir el maltrato familiar, casarse si es que pueden y quieren, o entrar a hacer parte de la explotada fuerza laboral de nuestras ciudades”, explica la investigadora Patricia Ayala en su serie de artículos sobre el embarazo adolescente para Bogotá, Mi Ciudad.
En las localidades más pobres de Bogotá también viven las adolescentes a quienes la violencia les arrebató un padre, una madre, un hermano: sus núcleos familiares y redes de apoyo para sus planes de vida. La capital colombiana es apenas un microcosmos de lo que sucede en otros departamentos del país.
Sofía, de 15 años, recuerda que, en el colegio orientado por religiosas católicas en Caucasia, pueblo a orillas de la cuenca baja del río Cauca, a 670 kilómetros de Bogotá, “no hablaban de educación sexual” y “tenían prohibido que estudiaran niñas embarazadas”. Por eso, la única opción que ella y su mamá vieron cuando supo que esperaba un bebé de su novio fue retirarla de la escuela. “Quiero volver a estudiar el año entrante”, dice Sofía. Ella es una de los 116 mil estudiantes de secundaria de todo el país que abandonaron las aulas en 2015, entre otras razones, por un embarazo a temprana edad.
Antioquia, el departamento en el que viven Sofía y su familia, al noroeste del país, es considerado un polo de desarrollo económico nacional, y a la vez concentra el número más alto de partos de niñas de 10 a 14 años: 10 mil 328 entre 2005 y 2014, lo que representa el 16% del total de partos de niñas en ese rango de edad durante ese periodo.
Luisa, con solo 12 años, apenas si salía de casa para jugar con sus amigas del barrio La Playa, también en Caucasia, cuando un joven del pueblo empezó a seducirla y la niña resultó esperando un bebé apenas un año después de su primera menstruación.
“Él no estudiaba. Me imagino que trabajaba, no sé en qué. Yo no lo veía tanto”, recuerda. Meses después, y solo porque le dolía la espalda, accedió al servicio médico: su bebé ya iba por la duodécima semana de gestación. Entonces un nuevo caso de embarazo a temprana edad ingresó a la estadística local.
“En ese momento me sentí mal”, cuenta. Y entonces, de ahí en adelante, la charla con Luisa fue una sesión de episodios de llanto. Ni un momento se le vio cargando a su pequeño de apenas dos semanas de nacido. “Imagínese, no la he terminado de criar y ya me toca también con mi nieto”, dice Martha, la mamá de Luisa, quien se retiró del trabajo para poder cuidar a su niña embarazada.
Con la historia de Luisa y de tantas otras niñas, los números se quedan cortos. Muchos casos de menores de 14 años no son registrados en los sistemas de salud por miedo al rechazo social o por el temor a la ley: embarazar a una niña menor de 14 años es un delito tipificado como acceso carnal abusivo en el artículo 205 del Código Penal colombiano y que impone una sanción entre 12 y 20 años de prisión.
En Colombia, solo en 2014 hubo 6 mil 593 partos de madres menores de 15 años (cerca del 1 por ciento de todos los embarazos registrados en el país ese año). La edad promedio de los hombres que embarazaron a niñas de 14 años era de cerca de 21 años y para el caso de las niñas que se convertían en madres a los 10 años, la edad promedio del padre subía a más de 23 años. De acuerdo con la ley, todos deberían estar presos. Las cifras revelan que muchos de los embarazos de niñas menores de 15 años, son el resultado de violaciones, y no solo por definición legal. El mayor número de exámenes médicos por presunto delito sexual se concentra precisamente cuando la niña quedó embarazada entre los 10 y 14 años de edad, según Medicina Legal (link*).
Diva Moreno, Consultora de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud, dice que es poco lo que pueden hacer: proveer anticonceptivos a menores de 14 años podría ser considerado como un incentivo para la actividad sexual y, por lo tanto, ser catalogado como un delito.
Moreno, además, recuerda que recién desde 2008 se calcula la tasa de fecundidad para niñas menores de 15 años, por lo que muchos esfuerzos para la prevención de embarazos adolescentes se concentraron en las niñas entre 15 y 19 años. Pero el país debería apuntar a que no exista ninguna niña embarazada, asegura.
Entre 2005 y 2014, Arauca, departamento fronterizo con Venezuela, registró la tasa más alta de partos de adolescentes por cada mil mujeres en esa etapa de vida: 51 alumbramientos, seguido por el departamento caribeño del Cesar. Ambos casos aparecen con un promedio que supera la tasa nacional de esa década.
La Amazonía es la región colombiana que concentró los porcentajes más altos de partos de madres de 15 a 19 años desde 2005. Estos son los casos de Guaviare, Caquetá y Guainía, donde las mujeres inician su vida sexual a temprana edad. En promedio, casi el 30% de los partos eran de madres adolescentes.
En los departamentos amazónicos, Putumayo y Amazonas, también se mantuvieron cifras altas. Se trata de la región que concentra la mayor parte de la población indígena del país, que oscila entre el 43%, en departamentos como el Amazonas, a más del 66% en otros como Vaupés.
Sin embargo, a lo largo de la década, también hay señales de avance en algunos departamentos. En Antioquia, las tasas de partos en adolescentes pasaron de 42 por cada mil mujeres de esas edades en 2005 a 35 por cada mil en 2014. Esa misma tendencia a la baja se registró en otros departamentos como Arauca, Guaviare y Valle, además de Bogotá.
Hay regiones del país en las que más de la tercera parte de los bebés esperados por madres adolescentes mueren antes o durante el parto. Y un porcentaje similar de estas jóvenes madres mueren durante la gestación o al momento de dar a luz. La región de la Amazonía concentra altos porcentajes de mortalidad materna. Uno de sus departamentos, Guaviare, encabeza el ranking: más del 35% de las muertes de mujeres embarazadas fueron de madres adolescentes entre 2005 y 2014.
En Amazonas la historia se repitió en ese mismo periodo con más del 22% de casos de mortalidad materna en adolescentes, de los cuales más del 5% de las muertes eran de niñas menores de 15 años. En la misma década del análisis, Amazonas también aparece en el primer lugar de la lista de departamentos con adolescentes que perdieron a su bebé, con más del 32% de todos los casos de mujeres en edad fértil.
En la región Caribe, el departamento de La Guajira (26,76%), con alta población indígena, es el segundo con el mayor porcentaje de muertes de madres niñas y adolescentes entre 2005 y 2014 con cerca del 27% de los casos.
Estos departamentos están marcados por el conflicto armado y la pobreza, donde no se han creado las redes de asistencia y cuidado médico. “Las mujeres indígenas tienen entre tres y cinco veces más riesgo de morir por razones relacionadas con la gestación, el parto y el puerperio comparadas con las mujeres no indígenas”, recuerda el Fondo de la Población de las Naciones Unidas (UNFPA y en el PNUD).
En 2012, año en que se registró un nuevo pico de la tasa promedio nacional de embarazos adolescentes en los últimos años, se puso en marcha un programa para prevenir el embarazo adolescente en Colombia: el Conpes 147, un proyecto implementado por el Consejo Nacional de Política Económica y Social.
El Gobierno eligió 192 municipios para implementar el programa: el 17% del total. Para la ejecución del Conpes se usaron 246 mil millones de pesos (más de 121 millones de dólares según el tipo de cambio de esos años) entre 2012 y 2015. Pero el Gobierno nacional no midió la efectividad del proyecto tal como lo admitió para este reportaje en respuesta a un derecho de petición de información que presentamos al Departamento de Planeación Nacional, encargado de diseñar esta política.
"Cada una de las entidades que hacían parte del Conpes 147 de 2012 dieron cumplimiento a sus compromisos haciendo uso de sus distintas fuentes de recursos, sin embargo la estrategia no contempló un seguimiento a la asignación y ejecución de los recursos”, respondieron.
El número y el porcentaje de embarazos adolescentes disminuyeron en estos 192 municipios entre 2012 y 2014, pero siguieron la misma tendencia del resto del país donde no se implementó el programa. No hubo un impacto significativo.
En respuesta, Diva Moreno del Ministerio de Salud aseguró que el programa no buscaba bajar los números de niñas embarazadas porque no era posible lograrlo en pocos años. La funcionaria argumentó que era un proyecto piloto para crear líneas de base y prefirió recordar que tras la experiencia del Conpes 147, se creó la Estrategia de Atención Integral para Niñas, Niños y Adolescentes para los próximos 10 años en 650 municipios, el 58 por ciento del total.
El Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, también es optimista: “En Colombia ha habido varios avances recientes”, dijo, “todos los anticonceptivos están incluidos en el plan o paquete de beneficios, incluida la anticoncepción de emergencia. Además, Colombia cuenta con una creciente y sofisticada jurisprudencia sobre interrupción voluntaria del embarazo”, agregó.
Pero el foco nacional parece estar en otro lado. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), entidad pública encargada del desarrollo y la protección de los menores de edad en el país, lo deja claro con su partida presupuestal. En 2016, de un presupuesto total de mil 636 millones de dólares (5,2 billones de pesos), mil 7 millones de dólares (3,2 billones de pesos) fueron destinados a asistir a la primera infancia, a niños hasta los cinco años de edad. Para todos los programas dirigidos a niños entre 5 y 18 años de edad, el Instituto solo destinó 25 millones de dólares (79 mil millones de pesos) a pesar de que esta entidad debe prevenir el abuso sexual a menores de edad en un escenario de incremento de la tasa de embarazos de niñas menores de 15 años.
Para Diana Molina Berrío, investigadora de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, estos resultados no sorprenden debido a que los planes a nivel local están expuestos a “grupos que pugnan para que las políticas se muevan en una u otra dirección”, tales como Iglesias, ciertas asociaciones de padres o sectores sociales de postura conservadora.
El problema del embarazo adolescente tiene raíces más profundas de lo que revelan las estadísticas. Hay un subregistro. Por ejemplo, para el caso del Valle del Cauca, el tercer departamento con mayor población del país, la Fiscalía General de la Nación apenas ha conocido 9 casos de víctimas de abuso sexual de niñas menores de 15 años que quedaron embarazadas, entre 2010 y 2016. Detrás de esta cifra se esconden muchos otros casos de adolescentes y sus familias que no denunciaron a los victimarios.
“No hemos pensado en eso. Es mejor dejarlo así”, recuerda Martha, mamá de Luisa, la niña de Caucasia, al asegurar que no denunciaron al hombre que embarazó a su hija cuando apenas tenía 13 años y su historia quedó escondida entre cifras promedio y una política de Estado que aún no alumbra.
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