Hay lugares en Colombia donde aún se caza con cerbatana y se celebra cada cosecha con rituales ancestrales. En Chiribiquete, el corazón verde de la Amazonía colombiana, comunidades enteras tuvieron que aislarse para sobrevivir. Es decir, pueblos que fueron forzados a no tener contacto con el resto de la sociedad para preservar su existencia. Son pueblos indígenas en aislamiento (PIA), guardianes de 4.3 millones de hectáreas de bosque.
Pero la selva ya no alcanza para ocultarse. Avanzan la deforestación, la ganadería extensiva, la expansión de la frontera agrícola, las vías en áreas protegidas, los cultivos ilícitos y los grupos armados. Expertos y los mayores del resguardo indígena Mirití Paraná advierten que quedan aproximadamente 10 años antes de que el contacto se vuelva inevitable.
Yaragua es una mujer nukak, el último pueblo nómada contactado en Colombia. Desde 1988, cuando su pueblo fue forzado al contacto inicial, todo cambió. Ella perdió a su familia por enfermedades que nunca había conocido. La mitad de los nukak murió en cinco años. Más de tres décadas después, quienes sobreviven enfrentan graves vulnerabilidades y violaciones a sus derechos humanos.
Hoy la historia amenaza con repetirse. Esta es la cuenta regresiva para salvar a quienes salvan la selva.
Esta historia fue escrita y producida por Paule Cárdenas Gutiérrez, periodista en San José del Guaviare, y forma parte de la quinta edición del especial periodístico ‘Historias en clave verde: una radiografía de conflictos socioambientales en Colombia’, como resultado de la formación ‘CdR/Lab Periodismo para cubrir conflictos socioambientales’, apoyada por el Servicio Civil para la Paz de Agiamondo en Colombia.