El 31 de marzo del 2017 a altas horas de la noche una avalancha destruyó 40% de la ciudad en una noche lluviosa y fatídica en la que 333 personas perdieron la vida, 76 desaparecieron y 22 mil 310 quedaron damnificadas.
Germán Arenas narra la historia un año después: “Los habitantes de esta ciudad buscan surgir de las cenizas como el ave Fénix con ayuda del Gobierno Nacional que ha ofrecido 1.2 billones de pesos para invertir y que están asegurados en el documento CONPES 3904.”
El temor de la comunidad es recurrente, las condiciones climáticas aumentan el miedo a repetir la experiencia de 2017. Geovanny Muñoz, así lo afirma, él es un sobreviviente de la tragedia, perdió a su pequeño hijo junto con 4 familiares más.
Arenas pudo observar en esta investigación el ímpetu de los habitantes de la ciudad, cómo buscan realizar actividades creativas que le proporcionen el sustento y que poco a poco en el quehacer también se vayan borrando las heridas que ese episodio dejó.
El autor también pudo constatar que aún permanecen las huellas del desastre. Recorrió sus calles y explica que “a veces causa miedo sobre todo en las noches donde la sombra de la tragedia cubre con su manto el ambiente, hay quienes aseguran que ven almas en pena.”
En esta investigación se presentan los verdaderos datos de cómo van los adelantos en la reconstrucción del sector que son muy desalentadores. Aunque las autoridades insisten en cifras que no se adaptan a la realidad.
Lo más preocupante según Arenas es que el gobierno central está incurriendo en una falta grave en proyectar obras sin que en Mocoa, exista el Plan Básico de Ordenamiento territorial PBOT.
“El temor es generalizado luego de las advertencias hechas por el Servicio Geológico Colombiano, y la Universidad Nacional de posibles nuevas avenidas torrenciales de igual o mayor magnitud como la ocurrida la noche del 31 de marzo del 2017.” Acota Germán Arenas.
Las condiciones del terreno son inestables, las casas están semiestructuradas y existe un peligro latente en la zona, sin embargo, hay familias que decidieron regresar a sus casas, además con la esperanza de un proyecto gubernamental de reubicación en nuevas viviendas.
Hablamos con el investigador sobre este trabajo:
1. Si pudieras definir a Mocoa en un antes y un después ¿Qué dirías?
¿El antes de Mocoa, al de hoy? “El mejor alcalde que ha tenido Mocoa, ha sido la avalancha”, alguien dijo jocosamente, porque gracias a esa tragedia natural, el Gobierno Nacional fijó sus ojos en este municipio de 100 mil habitantes de los cuales la mitad son desplazados por la violencia.
Hoy se anuncian inversiones superiores al 1.2 billones de pesos, lo que crea la expectativa que la ciudad capital quede con importantes obras como un acueducto que suministre agua potable, un hospital de tercer nivel, tres nuevos puentes vehiculares y otras obras.
2. ¿Consideran los representantes comunales que la respuesta de las reubicaciones en nuevas viviendas es oportuna?
En el tema de vivienda, los comunales afirman que faltan más que las que el Gobierno Nacional ha planeado construir. En este momento el proceso está demorado, un año después apenas se van a entregar las primeras 100 casas. Sí son oportunas, pero faltan más casas.
3. ¿Qué tipo de historias llamaron tu atención en el proceso investigativo?
La principal, que la mayoría de las personas que lo perdieron todo no se quedaron en el lamento, sino que han resurgido de las cenizas como el ave Fenix. Aparte de las historias de dolor de la tragedia misma, me llama la atención es la pujanza de los mocoanos y el tesón de querer salir adelante.
4. Qué recomendaciones tienes para los colegas al abordar este tipo de investigaciones?
Primero que todo no revictimizar, luego documentarse muy bien, confrontar la mayoría de fuentes posibles, oir a la comunidad y lo más importante hablar con expertos en el tema de desastres naturales como el ocurrido el 31 de marzo del 2017. No caer en el amarillismo ni en la especulación.