P.: ¿Cuáles avances en temas religiosos destaca de los gobiernos de Juan Manuel Santos y de Iván Duque?
R.: En ambos gobiernos hubo un avance significativo. En el Gobierno Santos se dio el inicio de una política pública, la creación de la dirección de Asuntos Religiosos en el Ministerio del Interior, dejar la línea misional, imponer el tema en los planes de desarrollo y el mayor número de decretos presidenciales que fundamentan el proceso.
El Gobierno Duque dio unas expresiones claves que entendí como un interés genuino en seguir consolidando este proceso. El presidente dijo que no era solo una política de Gobierno, sino de Estado.
En el Gobierno Duque el sector hizo un rodeo de mi persona y decían: “Estamos generando un proceso como un colectivo religioso y pedimos nos respeten la dinámica que hemos venido construyendo. Si ustedes hacen un cambio de la persona que ha venido liderando vamos a quedar en la mitad del camino”. Y eso fue algo que respetó el presidente Duque.
En el Gobierno de Santos fue la construcción y en el Gobierno de Duque la implementación. En ambos siempre conté con acompañamiento.
P.: ¿Cuáles son los aciertos y pendientes que usted considera se necesitan en este proceso de la libertad religiosa en el país?
R.: Construimos en cuatro años una política pública que se debió desarrollar hace 20 años. Se logró con la participación de casi 5000 líderes religiosos. Esto es un primer peldaño. Su implementación requiere inserción dentro del presupuesto nacional, la transversalización de estas líneas de política en otras legislaciones y políticas de Estado.
El paso siguiente en el marco legal es desde el Congreso de la República. Tenemos que completar la Ley Estatutaria de Libertad Religiosa e insertar esta política pública en el campo de acción social, de incidencia y participación. De conectar con los alcaldes, los gobernadores, la comunidad, la cooperación internacional. Se tendrá que verificar en el Congreso la necesidad de consolidar un Conpes.
Nuestra comunidad hasta ahora comprende qué son esos temas de incidencia pública. De los líderes religiosos, muy pocos conocen qué significa esta construcción.
P.: ¿En el proyecto del Banco de Iniciativas Interreligiosas hubo alguna inclinación hacia determinadas organizaciones religiosas o se privilegiaron otras por intereses en lo político?
R.: Fue una convocatoria pública y en ello no tuvimos injerencia. El proceso técnico fue de un tercero, del PNUD, que es muy serio y consolidó la convocatoria. Mi función era garantizar transparencia, neutralidad y que participaran todos los que se sintieran con la capacidad. Me interesaba dejar evidencia que se consolidara un Banco de Iniciativas Interreligiosas y que las organizaciones pudieran participar en la ejecución de este tipo de proyectos. Muchas instituciones grandes decían que era desgastarse tanto por la suma. La convocatoria fue hace dos años y mi decisión de renunciar fue hace 11 meses.
P.: ¿Cuál es su concepto sobre las personerías jurídicas de las iglesias?
R.: Un primer aspecto es que en Colombia tenemos dos tipos de personerías jurídicas de las iglesias. Las personerías de derecho público internacional. La única es la Iglesia católica y el Estado ha realizado concordatos con el Vaticano. Las garantías de la Iglesia católica romana, por igualdad constitucional, se trasladan también a las iglesias que tienen personería jurídica especial por el Estado colombiano.
El marco legal vigente es que el Ministerio del Interior reconoce la personería jurídica especial a las organizaciones religiosas que lo soliciten y su respectiva inscripción en el Registro Público de Entidades Religiosas. Y la Ley Estatutaria 133 de 1994 de Libertad Religiosa no tiene nada definido sobre inspección, control y vigilancia.
P.: ¿Usted estaría de acuerdo con establecer el marco legal para que existan funciones de inspección, vigilancia y control de las entidades religiosas?
R.: Dándose las condiciones es pertinente. Tendría que tener un presupuesto, un componente administrativo diferente y la competencia normativa para su realización. Pero sé que la Dian realiza procesos internos de seguimiento e investigación. Las organizaciones religiosas deben tener el RUT y presentar las declaraciones de ingresos y patrimonios. En mi administración realicé un trabajo interinstitucional con la Dian.
P.: De acuerdo con las responsabilidades del Estado en la Política Pública Integral de Libertad Religiosa y de Cultos se concibió la caracterización del sector religioso en el país. ¿Por qué esta caracterización solo se logró llevar a cabo en Cundinamarca?
R.: Por falta de presupuesto. Y esta información se necesita de las comunidades religiosas. Intenté que se pudiera realizar con una pregunta que el Dane incluyera, pero no fue posible por pugnas de temas. Espero que desde el Congreso se pueda encontrar el mecanismo para que sea inclusive el Dane el que pueda consolidar esta información. Esta información es muy importante no solo para las iglesias, sino para Planeación, el Dane y otros ministerios.
P.: ¿Qué opina del anuncio de algunas alcaldías y gobernaciones de crear oficinas de Asuntos Religiosos?
R.: Creo que se adelantaron un poquito. Nos toca que haya desde el mismo marco legal un lineamiento que permita la estructuración de estas oficinas y también la adopción directa de los lineamientos de la política nacional. El punto de partida es que haya fundamentación y presupuesto. Hay como una concepción de crear una política de libertad religiosa y ya existe una nacional con enfoque territorial. También que los gobernadores y alcaldes entiendan que no se trata de sacar como locos políticas públicas, porque eso genera inseguridad jurídica.
P.: ¿Cuál es su opinión sobre los resultados de la Encuesta sobre diversidad religiosa, valores y participación política en Colombia de 2019, especialmente del apartado dedicado a percepciones y actitudes sobre religión y política?
R.: Yo sí considero que la iglesia es un actor social clave en la construcción de soluciones a las problemáticas sociales. Y que cuando hay la posibilidad de que haya un acompañamiento en un proceso político hay unas estructuras y vías internas, que no está solo en el liderazgo religioso. Son grupos de trabajo y programas a través de los cuales se pueden desarrollar esa dinámica política y electoral. Yo vengo de una institución que tiene un grupo de pastoral social que forma y capacita al liderazgo en incidencia pública, formulación de proyectos y participación en instancias democráticas.
Creo que debería haber más dentro de las comunidades religiosas que lo quieran, esa organización interna que permita construir desde la convicción de participación e incidencia en esos ejercicios electorales.
Veo que no todo el liderazgo religioso está trabajando en incidencia política o pública, son más los programas, grupos u órganos paralelos los que participan en estos procesos.
P.: ¿Usted cómo comprende en Colombia las relaciones entre religión y política?
R.: La libertad religiosa establece en Colombia que hay una cooperación armónica entre el Estado y las religiones para conseguir el bien común. Una mala interpretación ha llevado a muchos a decir que la religión no debe estar cercana a los procesos de incidencia política y pública. Siempre y cuando se busque ese propósito de transformación e incidencia social, tiene razón de ser el bien común como punto determinante.
Hay varios líderes que conciben el tema de una manera distinta. Por lo menos, la Iglesia Manantial entiende la dinámica de la política desde otra dinámica. En Colombia, todas las colectividades tienen derecho a buscar en estos escenarios. En el sector religioso estamos nuevos en estos procesos. Es fundamental un proceso de formación con las comunidades para que se entiendan los mecanismos, derechos y la necesidad de participar. Es legítimo que los colectivos quieran tener sus representatividades y es un tema democrático.
P.: ¿Cómo vive usted la fe y la política?
R.: La política es el arte de servir. Y la fe tiene valores y principios. Lo hablo como mujer de fe. Estoy haciendo todo mi ejercicio político no por una oportunidad. Entiendo que se puede llegar con unas herramientas mayores de servicio, no solo a mi comunidad religiosa, sino a toda Colombia. Esto no es simplemente por mi grupito o sector, es por la nación. Hace falta de nuevo que ese complemento axiológico haga parte del fundamento de los procesos: el amor no está.
Creo que a mí la fe sí me da más sensibilidad en esos procesos. Concibo que lo bueno hay que llevarlo a la máxima expresión y evitar lo malo. Hace parte de mi convicción de fe. Pero Colombia sí necesita mucho amor. Me pregunto ¿qué nos pasa?, por ejemplo, con el tema de los niños y los Programas de Alimentación Escolar (PAE). Ni siquiera se necesita tener fe o no. Es un tema de conciencia, de dignidad y es un tema en el que nosotros necesitamos actuar.
P.: ¿Cuáles son sus aspiraciones políticas como candidata al Senado y estaría interesada en llegar a la presidencia de Colombia?
R.: Todos tenemos la vocación de servir a la comunidad. Sé que Dios, aquí meto la fe… Sé que en nuestra vida siempre tenemos una asignación y un propósito. En mis 25 años de funcionaria del Estado estoy en estos procesos porque me gusta servir de manera correcta.
El Congreso se ha deslegitimado tanto porque los mismos colombianos nos hemos encargado de que no cumpla su rol. Los ciudadanos dicen que el Congreso es corrupción. Pero es el lugar idóneo para construir leyes que permitan mayor justicia social y para hacer seguimiento a las políticas sociales. No podemos abstraernos de hacer el intento de llegar al espacio importante del Congreso.
La presidencia es la herramienta valiosa para transformar definitivamente a la nación. Todos los soñamos. Si podemos llegar allá, sé que también voy a ayudar a cambiar muchas realidades del país.
P.: ¿Usted vislumbra que esté lejos la posibilidad de que un grupo de filiación religiosa llegue a la presidencia de Colombia?
R.: No, no lo veo lejano. La gente está tan cansada y las nuevas alternativas van a tener una oportunidad para esa participación.
P.: ¿Quiénes hacen parte de su electorado? ¿En dónde se encuentran?
R.: Me dirijo a las mismas personas, hombres y mujeres de fe, religiosos, que he formado en lo académico, en formulación de proyectos y cooperación internacional en 30 años. Pero también están poblaciones de programas sociales a los que he acompañado. Estoy tratando de salir al público en general, pero mi contexto ha sido religioso y social (madres cabeza de familia, juntas de acción comunal) por mi propio devenir de servicio público.
P.: ¿Cuál es el origen de los recursos financieros de su campaña al Senado?
R.: Mis recursos y los de mi familia. Logré viajar a 20 departamentos, la mayoría en carro, para recorrer el país. Pude conocer la realidad agraria, social, económica y política. Entendí que hay mucha hambre en el país y mucha injusticia. Estoy trabajando con conciencia, honestidad y ética.
No he recibido aportes de mi iglesia, de otras organizaciones o iglesias, ni del partido Colombia Justa Libres. Además, creo que las iglesias no se deben prestar para esto, ni estar en esto.