Bairon Alzate y Pedro Soto son dos migrantes venezolanos que en Colombia hicieron de la música su refugio, su estilo de vida. Uno es de Maracaibo y el otro de Santa Ana de Coro. Uno canta música llanera, el otro es percusionista. Uno vive en la región del Urabá, el otro en Cartagena.
Este par de creadores forman parte de los 2,5 millones de migrantes provenientes de Venezuela, que vieron en Colombia una vía de escape para cubrir sus necesidades básicas y cumplir sus sueños.
Esta es la historia de Bairon y Pedro, de su migración y de cómo la música les ofreció, en palabras de Bairon, un “soplo de vida”.
Pedro, el artista migrante refugiado en la música
Este músico, oriundo del estado Falcón, lleva nueve años en Colombia. Se formó en el núcleo del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela.
Es percusionista y, en Cartagena, ciudad que lo acoge desde hace seis años, se ha dedicado a formar en el área musical a adolescentes y jóvenes de barrios en condiciones de vulnerabilidad de La Heroica.
Así, Pedro siente que, a este grupo de compatriotas, “la música les está cambiando su forma de pensar, los está llenando de vida, de esperanza, de amor, de emociones que habían perdido porque les tocó migrar a un país extraño”.
Pedro agrega que “a través de la música se han refugiado dentro de ella y han logrado respirar y levantarse”.
No ha logrado, en primera instancia por asuntos de documentación y estatus migratorio, incursionar en procesos formales de trabajo y formación en el área cultural y artística de la ciudad. Esta razón lo ha motivado a mirar hacia las comunidades, cuyos habitantes no tienen acceso a procesos artísticos.
En su día a día, Pedro hace oficios varios para poder cumplir con sus compromisos como cabeza de hogar, pero también son prioridad para él la música y el colectivo de jóvenes que está consolidando. En ellos y en la música se refugia para sobrevivir.
El llanero zuliano: Bairon Alzate
Tiene 21 años. Desde los ocho empezó a concursar en pequeñas convocatorias de música en Venezuela. Siempre soñó con ser cantante.
Bairon llegó a Colombia en 2018. Vio en la música una forma de “rebusque” para poder subsistir.
Gracias al impulso de un amigo en la región del Urabá, Bairon empezó a cantar música llanera en los negocios nocturnos a cambio de propinas.
Esta nueva aventura musical le dio un “soplo de vida”, dice Bairon, quien desde hace varios años ameniza la vida nocturna en el Urabá. En su otra faceta, la de empresario, el cantante tiene una pequeña panadería en el oriente antioqueño.
Este trabajo periodístico fue elaborado en el marco de «Periodismo en movimiento. Laboratorio de creación de historias sobre migración venezolana en Colombia», iniciativa de Consejo de Redacción y el Proyecto Integra de USAID. Su contenido es responsabilidad de sus autores y no refleja necesariamente la opinión de USAID o el gobierno de los Estados Unidos.