Son públicas, así que no vale la pena enlistarlas aquí. En cambio, sí queremos destacar que cada vez que usted trina o lanza una declaración descalificando o estigmatizando, muchas veces con mentiras, a la prensa en general, se desatan olas de insultos e intimidaciones y un mal ambiente en contra de nosotros y nuestro trabajo.
Reconocemos que urge concretar el debate sobre la calidad del periodismo. Hay un descrédito, en buena parte justificado, que ha menoscabado el contrato social de confianza que debe haber entre periodistas y ciudadanos. Así que, por supuesto, esta no es una defensa de la libertad para mentir. Pero la mentira, señor presidente, y cualquier otro desacuerdo que usted tenga con una publicación, debe enfrentarse con las herramientas dispuestas para ello. Están contempladas en la Constitución que usted juró cumplir: entre ellas, el derecho a la rectificación y el de réplica. Se lo recordamos a usted y, de paso, a todos los poderosos.
Cada vez que usted decide esquivar ese camino constitucional, y tomar la senda de la agresión y descalificación generalizadas, está degradando el debate público y dando un pésimo ejemplo a otros personajes del poder, que pueden sentir validación para hacer lo mismo o arremetidas peores.
No le corresponde al presidente decidir quién hace buen o mal periodismo, ni tampoco ejercer una presión indebida a la prensa. La libertad que defendemos y le pedimos defender no es otra que ese sostén fundamental de la democracia llamado Libertad de Expresión. No puede haber buena prensa si primero no se garantiza y protege ese derecho humano
universal. Desgraciadamente, varios países de nuestra América Latina lo están perdiendo, no permita usted que eso ocurra en el país.
No es la primera vez que esta inquietud surge en Colombia. Ya otros gobiernos antes del suyo habían agredido al periodismo con graves señalamientos a colegas y evasivas a las obligaciones de protección a la prensa. Sin embargo, sí es esta la primera ocasión en la que la embestida incluye de manera directa a la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), la organización no gubernamental que desde hace años es esencial para el ejercicio de nuestro oficio, sobre todo en las regiones, en donde evidentemente ser periodista conlleva más riesgos.
La FLIP hace acompañamiento cuando denunciamos amenazas, ofrece respaldo económico para la reubicación temporal de aquellos a los que nos toca dejar nuestras ciudades o pueblos, brinda asesorías legales cuando llegan procesos judiciales en represalia a nuestras publicaciones, representa legalmente a familias de periodistas asesinados. Podríamos seguir, pero creemos que esos argumentos deberían ser suficientes para que usted y los seguidores que le hacen coro en redes comprendan lo que está en riesgo.
Durante lo que va de su mandato, han sido asesinados cinco periodistas en Colombia por causas relacionadas con el trabajo periodístico, todos de la periferia. Sus nombres eran Rafael Moreno (Córdoba), Wilder Córdoba (Nariño), Luis Gabriel Pereira (Córdoba), Mardonio Mejía (Sucre) y Jaime Vásquez (Norte de Santander).
En honor a su memoria, y por todos los que queremos seguir cumpliendo nuestro deber de informar, le pedimos parar las estigmatizaciones contra un oficio que solo espera de usted garantías y respeto.