La entrega número 42 del Premio Nacional Simón Bolívar, llevada a cabo en una ceremonia, el pasado jueves 9 de noviembre en la ciudad de Bogotá, inició con el discurso del Presidente de Seguros Bolívar, Miguel Cortés Kotal, quien agradeció el trabajo incansable del periodismo en un país fuertemente golpeado por la corrupción y el conflicto armado: “En colombia la corrupción ha sido indudable en las últimas décadas pero ha sido frenada en gran parte por la acción valiente de los periodistas, a veces, tanto o más, que de los investigadores de organismos de control o las entidades judiciales”.
Presidente de Seguros Bolívar, Miguel Cortés Kotal
Cortés fue seguido por el Consejero de Comunicaciones, en representación del presidente Juan Manuel Santos, quien se refirió al auge las noticias falsas, y la importancia del periodismo en tiempos de pos-verdad. “En tiempos de posverdad el periodismo es más importante que nunca. (…) No podemos dejar que nos sepulte la peligrosa avalancha de las noticias falsas”.
Como invitado especial estaba Steve Coll, periodista Estadounidense, ganador de varios Premios Pulitzer, reportero investigativo, decano de la Columbia University Graduate School of Journalism. Él también se refirió a las noticias falsas e hizo énfasis en las tres fases de la mayor amenaza al periodismo en la actualidad:
“La primera fase es cuando los líderes poderosos denuncian la legitimidad de los periodistas e invitan a los criminales a atacar a los reporteros físicamente; segundo, en países democráticos y autoritarios, vemos intentos agresivos de criminalizar algunas clases de periodismo catalogándolas como amenazas a la seguridad nacional -hay más periodistas en la cárcel en turquía hoy, que los que llenamos este teatro-; y la tercera fase, el confuso problema de las noticias falsas. Esta crisis de noticias falsas no nació del periodismo, es un producto del oportunismo, de fuerzas oscuras que están sacando ventaja de las plataformas de redes sociales, esto ha sido instigado por la pasividad y la irresponsabilidad de las grandes corporaciones tecnológicas que están dominando las publicaciones y la publicidad. En efecto, la contaminación de las redes sociales con falsas, deliberadas historias y noticias propaganda, a veces junto a campañas con ideologías extremistas son probablemente de las peores amenazas que el periodismo enfrenta hoy”.
Steve Coll, periodista Estadounidense, ganador de varios Premios Pulitzer, reportero investigativo, decano de la Columbia University Graduate School of Journalism
Coll terminó su discurso hablando sobre la nueva generación de periodismo y lo que requiere para tener un impacto en la sociedad: “para reconstruir el periodismo para la próxima generación hay que insistir en la excelencia, en la transparencia, y en el profesionalismo, es un proyecto urgente que requiere un sentido de activismo social”.
Finalmente, Julio César González ‘Matador’, periodista caricaturista colombiano, presidente del jurado del Premio, del que también fueron parte los asociados CdR, Maryluz Vallejo, Fernando Ramírez y Ginna Morelo, acompañado de una presentación de caricaturas, se refirió a la calidad de los trabajos presentados al premio, los retos, las debilidades, y la esencia del periodismo: «En esta evolución imparable del periodismo creemos que las mejores respuestas están volver a la ética periodística. (…) El periodismo es oficio de hombres libres y sólo en la rebeldía se conserva la calidad».
Caricatura Maryluz Vallejo, jurado Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2017// Caricatura de Matador
Caricatura Fernando Ramírez, jurado Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2017// Caricatura de Matador
Caricatura Ginna Morelo, jurado Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2017// Caricatura de Matador
Así, los premios fueron entregados en 12 categorías, Estímulos al Periodismo Joven, Noticia, Periodismo Investigativo, Crónica, Reportaje, Entrevista, Opinión y Análisis, Crítica, Caricatura, Fotografía Periodística, Multimedia, Premio al Libro Periodístico.
El periodista, asociado de Consejo de Redacción, Alex Marín fue ganador en la categoría de Noticia en prensa por su cubrimiento en tres especiales de la crisis del transmilenio. ¿Por qué se demoran los buses? ¿Cuáles son las causas de los constantes accidentes de los buses azules en las calles? ¿Cuáles son los pecados del SITP y las causas de su quiebra? ¿Qué papel juegan los operadores?
«El trabajo “crisis del SITP” fue un seguimiento de varios meses a la situación financiera del sistema de transporte de Bogotá. El trabajo comenzó luego de tener acceso a una carta que envió una de las empresas operadoras, en la que advertía la incapacidad para seguir operando las rutas, por los problemas económicos que enfrentaba, debido a la mala implementación del sistema. A partir de ahí, usando periodismo de datos y herramientas de acceso de información, logramos obtener las cifras y los informes de auditoría, que nos sirvieron para presentar el panorama o “los números rojos” y las verdaderas razones de la quiebra de las siete empresas que existen en la ciudad. Los últimos informes mostraron cómo varios de ellos pidieron a la Superintendencia de Sociedades un plan de salvamento”, explica Marín sobre este cubrimiento especial.
Clic aquí para ver los trabajos ganadores:
En la imagen Fernando Ramírez, Ginna Morelo, Alexander Marín, Jorge Cardona
Finalmente fue entregado el Premio Simón Bolívar a ‘Vida y Obra’ a Juan José Hoyos, periodista cronista colombiano, con una rica trayectoria en el periodismo narrativo y de investigación.
El periodista antioqueño sorprendió con un inspirador y emotivo discurso sobre la pasión de narrar historias, de leerlas, y la dedicación que requiere una vida en el oficio de ser periodista: ‘El oficio más bello del mundo’, hoy más que nunca enfrentado a grandes retos como la rapidez, la inmediatez, y la falta de pasión.
«Cuando volví al periodismo me di cuenta de que nuestro oficio había cambiado no solo
con la radio y la televisión, sino sobre todo con Internet. Ya no importaba contar
historias, sino escribir noticias a una velocidad de vértigo.
Sentí que la velocidad nos impide ver lo que pasa a nuestro alrededor. Y no nos deja
entendernos, ni siquiera a nosotros mismos. Mucho menos nos permite comprender el
sentido de lo que hacemos. La velocidad marea. No nos deja escuchar a nadie. Ni
siquiera al otro: la tarea más bella y significativa de este oficio. La velocidad nos
convierte en esclavos de la agenda noticiosa que imponen cada día los que la fabrican. Y
acabamos por convertirnos en propagandistas de la violencia colectiva, en idiotas útiles
de quienes se benefician de esa violencia.
En un país como el nuestro, hundido en un conflicto social y armado tan complejo, la
velocidad es uno de los peores obstáculos para encontrar la verdad, razón de ser de
nuestro oficio. La velocidad nos hace informar de la matanza de hoy olvidando la de
ayer. Nos obliga a renunciar a la memoria, la única que puede explicarnos el presente.
Después de pensar en todas estas cosas, hoy quiero recordar uno de los pensamientos
más bellos sobre el oficio del periodismo. Mucha gente lo atribuye a Gabriel García
Márquez porque fue él quien volvió a ponerlo en boca de todos en la Asamblea General
de la Sociedad Interamericana de Prensa celebrada en Los Ángeles en 1996.
García Márquez definió el periodismo como una pasión insaciable. “Nadie que no la
haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones
de la vida” dijo. “Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir solo para
eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después
de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz
mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”.
También citó la frase del escritor francés Albert Camus cuando era redactor jefe de
Combate, el diario clandestino de la resistencia francesa durante la época de la
ocupación nazi, en la Segunda Guerra Mundial.
Cuentan sus compañeros que una noche, después de una larga jornada, cuando estaban
en una taberna tomándose unas copas luego de dejar lista la edición del día siguiente
en los talleres de impresión, Camus dijo entusiasmado y en voz alta: “¡El periodismo es
el oficio más bello del mundo!”. Y los invitó a brindar.
Camus empezó a trabajar en el periodismo desde los 25 años, cuando vivía en un barrio
popular de Argelia habitado por trabajadores árabes y franceses. Entonces era un joven
escritor desconocido y estaba enfermo de tuberculosis.
Años más tarde, cuando estalló la guerra y ya vivía en París, se vinculó a Combate, y
luchó desde sus páginas contra la barbarie nazi. Combate, una palabra cavada en mi vida
como un abismo desde que mi padre la eligió para darle nombre a su periódico.
En sus artículos publicados en Combate, Camus decía que la misión del periodismo es
ayudar al público a “comprender” —y no solo a conocer— lo que está ocurriendo.
¿Instantaneidad o exactitud? Ante esta pregunta, respondía: “Poco importa ser el
primero, lo importante es ser el mejor”.
Para Camus el periodista es, ante todo, un ser humano, dotado de ideas y sentimientos y
comprometido con los hombres: es la voz de la humanidad que no puede hablar en voz
alta.
¿No es esta una razón suficiente para decir que este es el oficio más bello del mundo?».