Una de estas historias es sobre Jesús Longa, un niño de 10 años, que habla sobre las aves que ve todos los días. Como un experto ornitólogo los va llamando por su nombre, cuando le preguntan ¿qué es lo que más te gusta de las aves?, responde con inocencia «que pueden volar y pueden viajar sin sellar pasaporte».
Jesús es venezolano, y como en su colegio ya no se imparten clases, acompaña a su papá, lustrabotas, a cruzar diariamente el puente internacional Simón Bolívar que interconecta las ciudades colombianas de San José de Cúcuta y Villa del Rosario con las ciudades venezolanas de San Antonio y San Cristóbal, y es utilizado actualmente, casi exclusivamente, para el ingreso de ciudadanos venezolanos a territorio colombiano.
Foto: El Espectador.
La historia de Jesús y su papá, titulada ‘El vuelo de Jesús’, es una de siete producidas por una alianza de periodistas colombianos y venezolanos, que buscan narrar la verdadera dimensión del éxodo venezolano que día a día atraviesa Cúcuta. No se tocan temas políticos, no se habla de temas económicos. Todos los trabajos parten del punto de vista humano. Las acciones que toman los venezolanos desesperados por un cambio que les permita llevar una vida digna, producen las reacciones de los colombianos que, hasta principios de la década del 2000, vivían la situación a la inversa. Ante esta situación, desde ambas banderas existe xenofobia, existen resentimientos, y existen todos los problemas que trae consigo la llegada masiva de personas de bajos recursos a una ciudad que no tiene la infraestructura para atenderlos.
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Pero las peores situaciones también pueden sacar lo mejor de la gente. Es el caso narrado en la historia ‘Una Rosa en el camino’, que habla de Rosa Umaña, una colombiana que en los peores momentos de la violencia en Colombia, se vio forzada a migrar a Venezuela, donde vivió por muchos años en Valencia, capital del estado central de Carabobo. Sin embargo, cuando llegó la escasez y tuvo que pasar días haciendo fila con su hijo en brazos para comprar comida, decidió volver a Colombia y abrir una peluquería en el barrio Camilo Daza en las afueras de Cúcuta. No se imaginaba que muy pronto tendría la oportunidad de devolver el favor. Y así lo hizo.
Rosa se ha hecho conocer por ayudar a venezolanos que atraviesan Cúcuta buscando otros destinos: Bogotá, Cali, Quito, Guayaquil, Perú, Chile, Argentina. Los recibe en su casa sin cobrarles hospedaje y hasta ofreciéndoles trabajo.
Foto: El Espectador
Y es que cruzar la frontera es la única esperanza de sobrevivencia para miles de venezolanos de escasos recursos, que sin desearlo, se ven obligados a irse para intentar conseguir un trabajo y -si es posible- enviar algo de regreso a casa.
Muchos no lo hacen por ellos mismos, sino por sus hijos. De esto habla la historia: «Migrar para salvarle la vida a un hijo», que narra la historia de padres venezolanos, que de no viajar a Colombia, perderían a sus hijos por causas como: desnutrición, sarna, meningitis, infecciones respiratorias, y un sin fin de complicaciones. De hecho, según los investigadores, el 60% de los pacientes pediátricos del Hospital Universitario Erasmo Meoz, en Cúcuta, son venezolanos que llegan por múltiples razones. Pero los casos más comunes son los de niños recién nacidos bajos de peso y con dificultad respiratoria, que requieren ser atendidos en unidades de cuidados intensivos, equipos que en Venezuela están colapsados.
Casi todas las historias mantienen el mismo hilo conductor, las relaciones entre dos pueblos hermanos, sus esperanzas de un cambio para mejor, su deseo de superarse y de darle lo mejor a sus hijos en medio de una situación terrible, que nadie imaginó y aunque la mayoría habla con esperanza y positivismo, su situación es alarmante.
Aunque representantes del gobierno colombiano, de otros países y otras instituciones no gubernamentales se han solidarizado con el pueblo venezolano en la frontera, la magnitud del problema empieza a superar la capacidad de respuesta.
La negativa del gobierno venezolano de permitir el ingreso de ayuda humanitaria y su actitud cerrada a cualquier tipo de ayuda dentro de Venezuela, solo garantiza un empeoramiento de la situación.
En Consejo de Redacción, quisimos profundizar más en las razones que llevaron a esta alianza periodística a desarrollar las investigaciones y superar los retos que supone. Para ello, realizamos una entrevista a Angélica Cuevas, periodista y organizadora de este proyecto.
¿Cómo se conoce el equipo de periodistas y cómo deciden llevar a cabo este especial?
En noviembre del año pasado nos reunimos con Provea en Bogotá. Provea es una ONG que ha trabajado defendiendo los Derechos Humanos en Venezuela. Con ellos llevamos a cabo un taller en el que invitamos a diferentes voceros de la sociedad civil venezolana, para ver de qué manera Colombia y Venezuela podrían empezar a hacer proyectos colaborativos en pro de la visibilización de los Derechos Humanos. Una de las participantes del taller fue Lorena Meléndez, periodista de RunRun.es uno de los medios independientes de venezuela formado después del surgimiento del chavismo y su ideología de controlar los medios de comunicación para debilitarlos desde adentro. Esto impulsó a los periodistas a fundar medios de comunicación digitales.
Junto con varios representantes de medios independientes venezolanos, nos imaginamos cómo podíamos realizar un intercambio, pues en Colombia tenemos la experiencia de cubrir un país que durante 50 años ha estado en guerra. Además, el periodismo colombiano se ha ido desarrollando y su calidad es producto de tener que cubrir este conflicto.
La deuda de la crisis venezolana es en gran parte con los periodistas, por la persecución que sufren y lo mal pagados que están. Entonces pensamos en qué les podíamos ofrecer desde el punto de vista periodístico. Queríamos intercambiar conocimientos y traer a colación este conflicto que ellos están viviendo desde adentro.
Foto: El Espectador
De allí nace la idea. En mayo de este año (2018), conseguimos financiación, y se convocó a un taller de periodismo en el que participaron Provea y Dejusticia. A esta convocatoria respondieron más de 60 periodistas interesados en hacer reportería sobre temas de migración en la frontera. El plan era que fueran ellos los que pudieran reportar desde el contexto venezolano, aportando a la mirada que tenemos los colombianos sobre lo que está ocurriendo en Cúcuta.
Finalmente elegimos a 5 parejas. Con ellos realizamos un primer viaje a Cúcuta para investigar posibles temas y elegir el contexto.
Descubrimos que lo podíamos enfocar desde múltiples ángulos: la maternidad, las situaciones que tienen que atravesar las mujeres y las personas afectadas por esta migración, las familias que deciden caminar desde Cúcuta hacia el interior del país. Una de las sorpresas fue encontrar muchos indígenas y niños, y también quisimos incluirlos.
Los periodistas convocados se organizaron e hicieron reportería sobre estos temas. También hablamos con miembros de la Agencia de ONU para los refugiados (ACNUR) y periodistas del periódico La Opinión de Cúcuta, para tener además retroalimentación sobre cómo los medios locales cubren la migración en la frontera.
También tuvimos la oportunidad de recibir lecciones de Freddy Padilla, editor dominical del diario El Espectador, y asociado de Consejo de Redacción, de quien los reporteros aprendieron sobre su experiencia cubriendo un país en conflicto. Estas terminaron convirtiéndose en unas clases magistrales que resultaron ser una excelente reflexión sobre lo que significa ser periodista en Venezuela y en Colombia. Todo esto acompañado desde el área de comunicaciones de DeJusticia, la cual los acompañó en el proceso de reportería.
Cada pareja tenía la misión de crear una historia diferente, y durante las noches teníamos consejos de redacción para ver cómo iban los avances.
Además, contamos con la participación de Juan Arredondo, reconocido fotógrafo, para que nos diera la asesoría desde el punto de vista de imagen y video.
La idea del especial es que fuera rico en formatos y en ángulos sobre cómo cubrir esta migración.
¿Hay algún ángulo que el periodismo no haya podido visibilizar sobre la situación en Cúcuta?
Lo que encontramos es que el periodismo local en Cúcuta, ante la necesidad de generar mucha información, aún está cubriendo mucho el tema desde lo noticioso, sin explorar mucho el ángulo humano y profundizar en la verdadera situación de esas personas; mostrar el lado solidario y las reflexiones de los migrantes que vienen a Cúcuta.
Los periodistas locales no ven con buenos ojos a los migrantes y es triste que el periodista se exponga a ese tipo de prejuicios. Nosotros conocimos a las personas que caminaban, y nos encontramos con personas con sueños y metas. Cúcuta se ha convertido en un reflejo de lo que está pasando en Venezuela.
En tu opinión, ¿están siendo violados los Derechos Humanos de los colombianos y los venezolanos en Cúcuta?
Es evidente que están pasando muchas cosas que necesitan ser atendidas. Es una situación nueva para los dos países y a veces se sale de control porque no sabemos cómo enfrentarla. Pero si hay gente pasándola muy mal.
El tema de los indígenas es delicado y necesita ser atendido. Específicamente el tema de los Yukpas, que no ha sido cubierto con la seriedad ni el tiempo que merece. Están siendo vistos por la población como contrabandistas, y esto genera un problema social muy grande.
El tema en la frontera es mucho más grave de lo que la gente en el interior del país se imagina.
¿Cómo vencer el reto de darle visibilidad al tema ante una población desinteresada o cansada del tema de la migración venezolana?
Hay que hacer reportería. Cuando como periodistas profundizamos en el tema, descubres que el problema tiene tantas caras como migrantes están cruzando el puente Simón Bolívar. Hay que darles una voz, presentar el tema con historias distintas. Nosotros encontramos historias como el de una niña cuya mejor amiga de toda la vida le robó todo el dinero que tenía para pasar el puente y buscar una nueva vida.
El problema de Venezuela no es solo el de las personas que están cruzando el puente en búsqueda de un mejor futuro. Existe el riesgo de que esta crisis empiece a romper lazos sociales que son muy importantes.
Debemos buscar un enfoque social. Las caras de la migración son muchísimas y esa gente necesita que sus historias sean contadas. Es un tema que se conoce muy bien, pero cuando mostramos a las personas nuestro trabajo, muchas no pueden creer que esa situación sea real. No hay manera más justa de entregar esa realidad que a través de las historias periodísticas.
El problema de la migración es un problema al que nos vamos a tener que acostumbrar, porque la crisis de Venezuela y el viaje de los miles de migrantes es algo que no se va a detener y que va a tomar años comprender. Nosotros somos los que estamos abocados a contarle al país, cómo fue esa migración, cómo pasó. Asumimos este papel histórico de contar la realidad del país y de las personas que están sufriendo.
El especial Cúcuta: Salida de emergencia sentó el precedente de una situación que está por explotar. El gobierno colombiano, pese a las ayudas recibidas, no está en condición de atender la situación de los migrantes venezolanos. De no generarse un cambio interno en Venezuela, la situación solo empeorará y creará una crisis en toda la región.
Te invitamos a visitar el micrositio de la investigación por aquí.
Puedes conocer al equipo que desarrolló las historias por aquí.