En el relato de González, periodista de la Unidad para las Víctimas, Fátima Gómez de 65 años abre el relato que contribuye a la memoria histórica colombiana y al mapeo de las diversas vertientes en opinión para la resolución del conflicto colombiano. Ella inicia con un recuento de la violencia en el país, ya que sus padres fueron desplazados cuando ella era una niña, en 1953, en Icononzo, Tolima. Fue entonces cuando su familia decidió viajar a Bogotá, pero más adelante retornó al campo, en Villavicencio, donde escuchó sobre Mapiripán y como ella expresa “me dije vamos para allá”.
Fátima lleva 36 años viviendo en la región, ejercía como vendedora ambulante y le comenta a González cómo fue el auge de la coca, cómo afectó todos los sectores de esta pequeña sociedad, el educativo, el de salud, el económico, incluso impactó en el movimiento del campo de la agricultura y el ganado.
Esta investigación es una compilación de entrevistas en la que González, a lo largo de la lectura, construye seis apartados para guiar al lector a encontrar la raíz de la historia, el primero de ellos describe la actividad guerrillera, narrada a través de Esperanza Corredor de 58 años, quien ha sido víctima de paramilitares y de guerrilla, y le cuenta al periodista las “leyes buenas y malas” que se implantaron con la llegada de las Farc: “aquí primero llegó el negocio de la coca y luego la guerrilla”, narra Corredor.
La masacre de Mapiripán
Las víctimas recuerdan como hombres vestidos de soldados se tomaron por la fuerza el municipio, eran los paramilitares, quienes habían llegado por el río. El incentivo para que los paramilitares realizarán los atentados a la vida humana fue que el corregimiento, Puerto Alvira, era controlado por la guerrilla, hubo un tiempo en el este pueblo, como dice una de las víctimas, “parecía un pueblo fantasma”, la gente se fue y jamás regresó; lo que llevó a un congelamiento en su economía, aunque los grupos armados seguían presentes en la zona y las personas que quedaban estaban bajo su mandato.
Cuando los acuerdos de la habana empezaron a cumplirse, el despeje de las zonas fue evidente, sin embargo, para muchos pobladores existe un conflicto más grave: el conflicto de la paz. Las víctimas de la guerrilla y de los paramilitares viven en tranquilidad, pero aseguran que mientras exista el “negocio de las armas… la paz en Colombia es una gran mentira”.
González finaliza su investigación periodística con el testimonio de dos víctimas de la masacre quienes hablan sobre el perdón, la reconciliación, la paz y sus reflexiones.
Esta investigación periodística muestra la historia oculta, narrada por sus personajes, sintientes desconocidos de la violencia sistemática en esta región olvidada de Colombia.
Entrevistamos a Erick González y nos contó un poco del desarrollo de esta investigación:
¿Cuál fue su estrategia para acercarse a las fuentes, para ganar su confianza y que se sintieran cómodos contando sus historias?
Íbamos con la idea de que las víctimas de los “Paras” no se podían ver con las víctimas de la guerrilla, pero que después habían conciliado y ahora estaban en armonía, nos interesaba esa historia de reconciliación. Pero cuando yo comienzo a averiguar, una persona me dice:- No, no, no, es que eso no es cierto-. Entonces surgió “el primer obstáculo” … la historia que yo creía que iba a trabajar allá, no existía. Entonces debo replantear la historia. Y buscar nuevas fuentes.
Al momento de hacer las entrevistas, muestro tranquilidad y frescura, eso genera en la víctima, seguridad, confianza. Uno tiene que ir identificado, eso sí es clave, usted nuestra el “carné”, incluso las agendas que están marcadas con el nombre de la entidad, y eso ya le genera confianza a la víctima.
Otra cosa que genera confianza es explicar para qué es la nota, la finalidad de la nota, comentarles que es para visibilizar, para que no quede en el olvido, para que haya verdad, justicia y reparación. Hay que construir la confianza allá mismo, con las víctimas, en el escenario.
En su experiencia de reportería en este municipio, ¿considera que hay más historias que no se han contado sobre este conflicto y que deben ser contadas para reflexionar sobre el proceso de paz en esta región?
Bueno, hay un asunto y esa respuesta casi la da justamente una de las víctimas que yo entrevisté, él responde a esa pregunta cuando dice: -es que los medios deberían tomarse el trabajo de venir no solamente el municipio de Mapiripán, sino ir a las veredas, cruzar el río y meterse allá, allá le van a contar la historia-, en zonas que sí recuerdan bien la historia.
Sería interesante que un medio fuera y contará la historia de los que permanecen en sus fincas y los que viven en las veredas, y ellos les van a contar la otra historia para que tengan el panorama completo; esa es la forma en la que usted visibiliza historias, a lo largo y ancho del país, es una forma en la que país no quede en el olvido, las historias están es allá.
¿Que reflexiones y enseñanzas se lleva como periodista al entrevistar a estas víctimas y viajar a la región?
Sobre todo enseñanzas de vida de las personas de este lugar. En una región como Mapiripán, olvidada, las personas analizan bien el país, se dan cuenta de la realidad, porque la vivieron en carne propia, eso les da madurez que da la universidad de la vida. El hecho de ellos saber enfrentar un peligro, de “haberle gambetiado a la muerte”, de haber esquivado con las palabras las balas, haber buscado ese coraje basado en la honestidad, siendo fieles a sí mismos, permaneciendo en un sitio, enfrentándose a la muerte, solamente a punta de valentía y de voluntad, esa es una gran enseñanza.
Otra cosa es que usted puede ir con una idea preconcebida, como me pasó, puede incluso haberla vendido a su jefe, y de pronto llega allá y la nota le cambia, hay que rebuscarse las cosas. Usted aprende a cómo abordar la nota, a tomar decisiones, sobre los nombres e identidades de quienes dieron testimonios, protegerlos ante todo, porque aún hay una atmósfera de peligro.
¿Cuál fue el papel del Estado en la masacre de Mapiripán?
Durante la reportería se hizo la aclaración de que los paramilitares llegaron por avión a San José del Guaviare, y de San José de Guaviare se desplazaron por río hasta Mapiripán. Ellos narran que fue un grupo armado de los Hermanos Castaño, llegaron desde Urabá transportados por aviones militares.
Eso ya fue investigado, por eso la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al estado colombiano, por su responsabilidad en esas masacres y en otros hechos violentos que no están “amarrados” propiamente a la masacre. Algunas personas de las fuerzas militares fueron condenadas.
5. ¿Cuál es la recomendación para abordar estas historias?
El periodista debe tener mesura para hablar con las personas, ganarse esa confianza, hacer una entrevista amena, puede hacer uso de gracejos, puede hablar de anécdotas suyas para entrar en armonía con el entrevistado.
Por seguridad suya sí debe tener un documento en donde ellos le firmen que usted tiene la autorización de ellos, el permiso para usar sus testimonios.
Otra cosa es que cuando el periodista está entrevistando a una víctima del conflicto debe tener la conciencia de no re-victimizarla. Ellos deben recordar hechos bastantes dolorosos en sus vidas cuando narran, así que usted debe dar su tiempo, no puede llegar de afán, porque la persona se puede sentir molesta, indignada.
Alguna vez hablando con uno de los grandes libretistas de televisión, él decía que cuando a él le iban a presentar una historia, él leía el primer párrafo y si en el primer párrafo no le capturaba la historia, él ya no leía más. Las notas periodísticas son como un cuento, no como una novela, así el texto periodístico sea largo, es un cuento que tiene que impactar.
Para capturar la atención del lector tiene que ver si lo narra de forma testimonial o si lo va a hacer mezclado, siempre tiene que evaluar cuál de los dos métodos es más eficaz para atrapar al lector, yo en este caso, decidí que fuera testimonial.
Mira aquí la investigación completa.