10.471 casos fue la cifra que le dio inicio a esta investigación. Bases de datos de la Fiscalía General de la Nación aseguran que entre enero del 2000 y febrero de 2018 se abrieron cerca de 10.471 casos judiciales a jóvenes entre los 15 y 25 años de edad por los delitos de rebelión y terrorismo, donde según la investigación, solo en 491 de estos casos los jóvenes han sido hallados culpables.
Lee la investigación del Politécnico ganadora del Premio ¡Investiga! 2019
Este trabajo periodístico realizado por la La Unidad de Investigación Periodística del Politécnico Grancolombiano se enfocó en mostrar que las judicializaciones y detenciones arbitrarias son solo dos de las tipologías de este fenómeno que no se ha documentado en el país. El Estado, los medios de comunicación, los grupos armados y la opinión pública son los actores desde donde la investigación pone su foco, con datos y contexto, para dar luces a este fenómeno.
“Las voces y cifras recopiladas para este especial muestran que es un fenómeno vivo y actual, y que ser estudiante en Colombia supone un riesgo que todavía no hemos caracterizado ni cuantificado en su real dimensión”. Extraído de la investigación.
Los datos son una de las miradas de este trabajo, que como conclusión evidenció vacíos y falta de ellos, por parte de fuentes oficiales y organizaciones sociales o estudiantiles, que no permiten que el panorama sea totalmente claro, ya que no solo los jóvenes de universidades públicas y privadas sino también de colegios se han visto afectados por este fenómeno y no existe información para crear esta distinción.
De acuerdo con la información de las bases de datos de la Fiscalía General de la Nación, en los 17 años revisados se abrieron casos por rebelión y terrorismo, anualmente, en todos los departamentos del país. Imagen del especial.
Según datos del especial los tres departamentos con mayor número de casos judiciales por rebelión son Antioquia, Caquetá y Cauca. Imagen del especial.
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Conceptos
Rebelión: Según el Código Penal, incurrirán en rebelión “los que mediante el empleo de las armas pretendan derrocar al Gobierno Nacional, suprimir o modificar el régimen constitucional legal vigente”. Se trata de un delito político que no penaliza el uso de las armas en sí mismo, sino su finalidad.
Terrorismo: De acuerdo con el Código Penal, incurre en terrorismo “el que provoque o mantenga en estado de zozobra o terror a la población o a un sector de ella, mediante actos que pongan en peligro la vida, la integridad física, la libertad de las personas, las edificaciones, medios de comunicación, transporte, procesamiento o conducción de fluidos o fuerzas motrices, valiéndose de medios capaces de causar estragos”.
Las bases de datos consultadas por la Unidad no permiten revisar con detalle las ciudades o municipios en los que se presentan estos casos. Los vacíos en el registro de grado de escolaridad tampoco permiten dar cuenta de la real presencia del fenómeno en colegios y universidades. En la foto: Home del Especial. Imagen cortesía.
Cómo navegar el especial
En el Inicio del especial multimedia, en cinco documentos, se exponen informes relacionados con “La criminalización de estudiantes en Colombia”, “La criminalización desde el sistema judicial”, “Señalamientos desde los medios de comunicación”, “Vínculos de grupos armados y estudiantes” y “Perspectivas actuales”.
En la parte superior hay otras cinco pestañas en las que se amplía información sobre las historias de Ricardo, Violeta y Mateo, tres estudiantes que han sufrido la criminalización en Colombia; En Datos, donde se expone la información a través de gráficos e infografías; Memoria, un espacio en el que con canciones, poemas y textos en prosa se recuerdan y cuentan los casos de estos estudiantes; y Créditos, en el que aparecen los nombres de los periodistas que hicieron parte del especial.
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El papel de los periodistas
En “Criminalización de estudiantes en Colombia” el análisis del rol de los periodistas cumple un papel fundamental dentro de lo que los realizadores del especial querían mostrar.
Análisis de los casos de criminalización que se han hecho en el país, voces de expertos y reflexiones son algunos de los recursos que el equipo usó para que los lectores comprendan el fenómeno mientras navegan el especial y tengan en cuenta los pecados, que desde el periodismo, ya se han cometido.
Los llamativos titulares con señalamientos y el poco contraste de fuentes son los elementos que llevan al mismo patrón que concluyó la investigación: “Los jóvenes asisten a un doble proceso, uno jurídico y otro mediático. Mientras en los medios se afirma que hay nuevos paquetes de pruebas contra los indiciados, en las audiencias no se presentan estas pruebas. Mientras los medios citan informes de inteligencia irrebatibles, los procesos judiciales muestran lo contrario”.
Dudar, preguntar por el material y cuestionar las afirmaciones apresuradas son algunas de las recomendaciones que, después de la investigación, la Unidad Investigativa del Politécnico Grancolombiano hace a los periodistas colombianos.
Los datos de la investigación arrojan que del total de casos (10.471), solo 853 jóvenes (8,1%) tuvieron un juicio y, de ellos, apenas 491 fueron hallados culpables. Imagen del especial.
Consejo de Redacción hablo con Juliana Castellanos, #AsociadaCdR, y directora de esta investigación sobre las reflexiones que le quedaron después de hacer este proyecto periodístico:
¿Cómo surgió este tema de investigación?
La idea de hacer “Criminalización de estudiantes en Colombia” nace porque la periodista Lizeth León Borja había iniciado un trabajo sobre la extraña muerte de su hermano, quien era estudiante del colegio nocturno del Camilo Torres y militante de las juventudes comunistas. Empezó la investigación porque la muerte de su hermano siempre le pareció sospechosa, y con ese trabajo descubrió que habían estudiantes en el país que también habían muerto de forma extraña y, generalmente, eran estudiantes con vínculos con la izquierda.
A partir de eso nos sentamos, desde la Unidad de Investigación Periodística, a hacer un proyecto en conjunto para revisar este fenómeno que está vinculado con el conflicto armado, en cuanto que los grupos armados ilegales y el mismo Estado entraban a las universidades, lo que llevó a resultados como: estudiantes perseguidos, judicializados, señalados y otros que murieron en extrañas circunstancias, todos con vínculos con la izquierda. Hecho que no hace que merezcan ser perseguidos, señalados, judicializados o asesinados.
¿En qué crees que fallan los medios de comunicación cuando cubren la protesta social estudiantil?
Lo que nosotros identificamos en la investigación es que la protesta social sí es criminalizada, entre otras cosas porque desde la marcha hay una persecución a estudiantes, un señalamiento. No sé si esta palabra sea la correcta, pero se ficha a los estudiantes que son más activos y a partir de eso empiezan una serie de persecuciones del Estado que, muchas veces, terminan en falsos positivos judiciales o incluso en la muerte de los mismos. Esto porque son activistas, líderes estudiantiles o militan en movimientos o partidos de izquierda.
Creo que el error de los periodistas es caer en señalar a quien marcha o a quien protesta como un criminal, como un terrorista, negando un derecho que es fundamental y que además ha sido básico para la transformación de muchas cosas en el mundo, incluso, para la adquisición de muchos de los derechos que tenemos hoy, se necesitaron las protestas.
Creo que a veces, fallan en señalar, en jugarle al Estado criminalizando a los estudiantes que marchan, que protestan, que hacen paro, que son radicales, que son vehementes y que tienen un discurso que no está alineado al Gobierno, creo que esa es la gran falla.
¿Consideras que el periodismo tiene algún tipo de deuda con los estudiantes colombianos durante la historia?
No sé si sea una exageración y no me gusta generalizar, pero creo que sí hay medios de comunicación que no hacen un trabajo profundo de investigar, y el gran problema que tienen los medios, no solo con los estudiantes sino con muchos grupos y sujetos en el país, es que suelen casarse con la fuente oficial, que en ocasiones, comparte información que no se sujeta del todo a la verdad.
Ahí los medios en lugar de corroborar, verificar o incluso velar porque el Estado esté siendo justo con un sujeto, el que sea, termina haciendo el juego porque lo que hace es, básicamente, replicar lo que dice un boletín de prensa de la Fiscalía o lo que dice el fiscal, el ejército o la policía, y creo que el caso de los estudiantes ejemplifica muy bien por qué el periodismo no puede ser unifuentista.
¿Desde el periodismo se puede proteger a los niños y jóvenes en el cubrimiento de hechos en los que ellos estén vinculados?
En el caso de los estudiantes creo que lo fundamental es no señalar a un estudiante porque marcha o protesta, ni siquiera porque lo hace encapuchado, ya que los estudiantes se ponen capuchas porque saben que después de una marcha pueden ser perseguidos, señalados, y se pueden convertir en objetos de persecución sin sentido.
Entonces creo que falta que los periodistas los protejamos con un cubrimiento justo: sin criminalizar desde el lenguaje y sin señalar. Cuando eso pasa, desde instancia estatales o judiciales, es importante que el periodista verifique, porque hay una fe ciega en la fuente cuando son de carácter oficiales. Hay que desvirtuar esto porque no hacerlo le ha hecho daño a muchas personas en el país.
Nosotros tenemos casos históricos como el caso del hombre que fue señalado por el asesinato de Galán y no era. Los medios le hacen el juego a lo que esas fuentes oficiales dicen, y lo mismo pasa con los estudiantes.
Uno de los casos que nosotros tratamos en la investigación es el caso de Mateo Gutiérrez, quien era un estudiante activo, con una postura de izquierda. Lo que hace el Estado es perseguirlo, hacerle un montaje judicial: encarcelarlo y señalarlo de unos hechos que después no tenía ni siquiera, el mismo Estado, cómo comprobarlos. Los medios también lo señalaban, incluso le pusieron el alias de Mateo, cuando es su nombre y no su alias.
¿Por qué es importante entender la historia de Colombia para entender la criminalización de la protesta social en el país, y cuáles podrían ser los puntos claves de esto?
Es vital que los periodistas sepan que la protesta es un derecho y que como tal deben defenderla desde sus orillas mediáticas y no señalarla, criminalizar desde el lenguaje. Esto es importante porque es un tema del que se habla muy poco.
En el país, este fenómeno es poco estudiado y visibilizado por los medios, es decir, no se ha hablado de cómo el conflicto armado entró a las universidades, a los colegios y eso tiene muchos matices que implican decir que sí hubo grupos que reclutaron a jóvenes, menores y mayores de edad, pero también estamos hablando de un Estado que no los protegió y de un ejército que los persigue.
La investigación también es muy enfática en decir que los grupos armados tampoco han contado la verdad sobre esto. Es necesario saber cómo entraban a las universidades y los colegios, cómo los reclutaban y qué ha pasado con muchos jóvenes que murieron en estos años de conflicto armado.
Creo que hay un vacío grande en la historia del país frente a ese tema y nosotros lo que intentamos es aportar para que ese vacío empiece a cubrirse sin que signifique que esta investigación lo cubre todo, sin embargo, si es claro que falta no solo conocer la historia sino que los periodistas se sienten a trabajar en esos vacíos de información que tenemos en lo que ha pasado en los años de conflicto. El conflicto no es únicamente guerrilleros, militares y paramilitares en combates. Es importante que el periodismo estudie, reflexione y genere información sobre el tema para que la sociedad tenga un proceso de reflexión al respecto.
¿Qué se puede hacer frente a los vacíos que hay en los datos de este tema?
Ese fue uno de los obstáculos con los que nosotros nos encontramos como equipo periodístico. Analizamos una base de datos de la Fiscalía General de la Nación, pero también nos encontramos con que esos datos no están completos, que el sistema ni siquiera le exige a los fiscales que al momento de ingresar un caso, o de abrir un proceso, ingrese todos los datos de la persona a quien se le abre ese proceso.
Es muy triste que un país que espera empezar a enfrentarse a la búsqueda de la verdad y a un proceso de reconciliación o posacuerdo tenga que reconocer que no tiene datos, porque eso de entrada es un vacío en la misma historia de Colombia.
¿Qué hacer?: un poco ahí es lo que nos planteaba la periodista Ginna Morelo (también #AsociadaCdR) en el conversatorio de lanzamiento de este proyecto, y es que hay que salir a caminar, hacer nuestros propios datos porque claramente en el país faltan. También es cuestionable que una organización del talante de la Fiscalía tenga esos vacíos de información, que a su vez evidencian las mismas falencias del Estado.
Consejos de seguridad para el cubrimiento de la protesta social
Memoria
Consejo de Redacción también recopiló fragmentos de algunos de los poemas, textos en prosa y canciones que expone en la sección Memoria esta investigación:
– ¿Quién se lleva a mi hijo? ¿Quién se está llevando a Juan? Y uno de ellos le contesta: «cuestión de seguridad».
Inseguridad. 11:30 a.m. Carlos Lugo Sinestress.
– Confío en mis padres, en su fuerza, en su amor y tengo la seguridad que convertirán la adversidad en una nueva etapa de resurgimiento. Ellos seguirán yendo al psicólogo para que les ayude a soportar la angustia, se ayudarán con el tabaco y las oraciones; al final pasarán por encima de todo gracias a la fuerza del amor. Me llamo Violeta, no soy terrorista, quiero ser azul como el cielo, y libre como el viento.
Soy Azul pero me dicen Violeta.*
– A ellos sus ideales los sentenciaron. Porque el pensamiento es peligroso y el pensar diferente es aterrador (te-rro-ris-ta) para muchos. La diferencia, de entrada, a ige a la incomprensión y el no entendimiento llama al miedo.
UN EJERCICIO EPISTOLAR SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA ESTUDIANTES: PARA ELLOS, PARA SUS FAMILIAS Y PARA MÍ. Carlos Antonio Mayorga Alejo.
– Mi piel deshabitada ya ni grita.
Aunque no niego, en las luchas de mis compañeros habita mi recuerdo.
Camila Gómez.
Lee la investigación completa acá