“Después de tantos viajes por el país y de conocer tantos sitios, sabía que iba a tener un libro”, así lo narra Juan Miguel Álvarez, autor de Verde Tierra Calcinada, un libro de crónicas que además de mostrar la realidad del conflicto armado y el proceso de paz en las regiones de Colombia, evidencia los sentimientos y pensamientos que siente él como periodista al vivir el contraste de la vida “bien” en Bogotá frente a la de las regiones, cuando hace reportería.
Foto cortesía: Federico Ríos.
Para Álvarez, el contraste se destaca aún más porque el cambio es de las zonas más ricas del país a las más pobres: “Son los dos contrastes en una semana, donde en uno comes y en el otro comes; en uno duermes y en el otro duermes. Es imposible que no te afecte el contraste”.
“Desde el Parque de la 93, el conflicto armado parecía ocurrir en el país del nunca jamás y yo había retornado a la seguridad de una burbuja”.
Extraído de “Verde Tierra Calcinada”.
El libro se realizó en el marco de 14 viajes a región que hizo para un proyecto de reconciliación de la Revista Semana, y que luego se convirtió en esta publicación con siete momentos de aquel viaje, y las fotos del reportero gráfico Federico Ríos.
En su libro hay cuatro retornos a la “Burbuja”, que es su casa en el barrio la Macarena en Bogotá, desde donde narra sus sensaciones, estímulos y dilemas frente al contraste y la forma en que como persona se sentía después de haber visto tanto como periodista. Según Álvarez estos retornos hacen parte de su estrategia de narración.
“No soy turista ni viajero ocasional. No estoy allí por ocio. Soy reportero”.
Extraído de “Verde Tierra Calcinada”.
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Comenta que por convicción siempre está pensando en crear libros. A la fecha tiene tres publicados, entre ellos “Verde Tierra Calcinada”, el cual estuvo entre los tres finalistas del Premio Biblioteca Narrativa, este año.
El camino que lo llevó a querer escribir libros de periodismo narrativo fue el de sus autores preferidos (Martín Caparrós y Ryszard Kapuscinski) quienes como él, narran lo que hay detrás de su reportería en libros, un espacio donde no hay límite en caracteres, se pueden aplicar todos los formatos y métodos.
Respecto a la investigación, para Álvarez cada texto que sale es el resultado del tipo de investigación que se hizo para la nota. Comenta que el periodismo narrativo permite lo que no el informativo, que es preguntarse por las emociones y el detalle de los hechos.
“¿Después de cuántos viajes por este país despedazado, por esta verde tierra calcinada, puedo acostumbrarme a la idea de la guerra?”.
Extraído de “Verde Tierra Calcinada”.
“Al periodismo informativo no le interesa saber en qué estaba pensando la persona, sino qué hizo y porqué lo hizo. En el periodismo narrativo se cuenta si la persona tenía el vestido de un color, y no del otro, a qué hora salió de la casa o si se pinchó el carro; en ese mismo ejemplo, el informativo cuenta a qué hora llegó el carro y ya”, dijo.
Una de sus críticas se centra en el valor que desde la academia se le ha dado a los parámetros éticos del periodismo informativo americano, ya que dice que esas mismas reglas se forzaron para el periodismo narrativo: “Cuando enseñan crónica el profesor, muchas veces, pide que el periodista esté distante y no se involucre, como si el periodismo narrativo tuviera que comportarse como el periodismo investigativo”.
Para él, este tipo de periodismo no solamente permite que el periodista se involucre, sino que muchas veces exige que sea personaje. Es un estilo que permite la observación personal y los diálogos que se relacionan directamente con los duelos morales.
“Internarnos en un campamento clandestino podía ser una enriquecedora experiencia periodística, pero de un peligro inmedible”.
Extraído de “Verde Tierra Calcinada”.
Frente a los aspectos de seguridad en campo Álvarez contestó:
No sé. Lo que creo es que hay momentos en los cuales uno puede ser osado y otros en los que decide ser temerario. El periodista osado se atreve a hacer cosas que son peligrosas, pero donde tiene cierto control del riesgo, esto porque ha conversado, ha armado un proceso de acercamiento durante largo tiempo que permite acercarse con cierta confianza.
El periodista temerario se lanza a conversar o entrar a un lugar sin haber intentado controlar el riesgo, sino a ver qué le pasa. Y cuando uno es temerario en Colombia, generalmente, termina muerto.
Para la próxima reportería que realizaré, que será en el Sur de Córdoba, lo que he hecho en estos días es asegurarme desde acá. Busco estar acompañado de personas que por virtud política puedan protegerme: porque son campesinos de la zona, líderes comunitarios que tienen ciertos mecanismos, o otros.
Por ejemplo, para este caso escogí un conductor que conoce muy bien la zona, y que además trabaja con organizaciones sociales, es una persona que va a hacer lo posible por no exponerme. Entonces no es llegar a un sitio y preguntar: venga ¿quién me lleva a tal parte?, ya que puede salir más barato, pero no es así. Lo que hay que hacer es volear mucho teléfono para que cuando se llegue al sitio lo reciban las personas que le pueden proveer algo de seguridad presencial, política y solidaria.
Foto cortesía: Federico Ríos.
Respecto para escribir su libro en primera persona cuenta:
Eso tiene dos respuestas: una desobligante y una más comprometida. La primera, porque me da la gana y en la literatura uno usa lo que quiere y como quiere, donde se busca torcer los márgenes porque los parámetros acartonados del periodismo investigativo no le sirven a la literatura.
Y la segunda, porque es la única manera de que mi propuesta narrativa pertenezca más al mundo de la literatura que al del periodismo. El libro busca mi voz de escritor de literatura y no mi voz de periodista, entonces escribí en primera persona porque es un proceso que me pasó a mí y estoy hablando de los demás en cuanto a mí.
Foto cortesía: Federico Ríos.
Si tú lees el libro en clave política vas a encontrar la vida de las víctimas, y la historia del conflicto armado en los territorios, pero si lo lees en clave literaria vas a encontrar un reportero, que viaja, que se confronta, que se pregunta, que se desdice y que todo el tiempo está cuestionándose.
Es un libro que aspira a hacer literatura de no ficción, literatura de viajes y por eso entonces es un libro que tiene que hablar del autor y el reportero gráfico.
Del trabajo con Federico Ríos dijo que no solamente es su colega sino también su compañero. “Las decisiones que uno toma en campo son solidarias, entonces uno empieza a tomar decisiones de seguridad y editoriales en conjunto. Ese tipo de situaciones son posibles cuando uno tiene una afinidad con alguien con el que tiene que viajar tantas veces durante tanto tiempo”.
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