Jóvenes se desplazan hasta la comunidad kankuama de Makumake, ubicada cerca de Atánquez, con el objetivo de documentar la labor de Daniel Maestre, líder que ha utilizado las herramientas audiovisuales como un medio para resistir y preservar sus raíces. Marcado por la violencia del conflicto armado, Maestre encontró en la comunicación audiovisual una forma de sanar las heridas del pasado y de reconectarse con el territorio. A través de La Escuela para desaprender, busca proteger los sitios sagrados, visibilizar las luchas de las comunidades indígenas e inspirar a las nuevas generaciones a continuar con esta importante labor.
Casa sagrada de La Escuela de Desaprender, o Setuyuman. Fotografía: Darlis North Oñate Ramírez.
Daniel Maestre cuenta la historia de La Escuela de Desaprender:
“Fue por allá en el 5 de agosto del 2004. Llegó un grupo, dos personas en una moto y me dijeron que tenían la orden de asesinarme, pero que ellos no tenían ganas de hacerlo. Así que me recomendaban que no amaneciera ahí y decidí desplazarme a Bogotá. A finales del 2010, a raíz de la muerte de mi padre, decido regresar otra vez a la sierra y me radique en Valledupar. Me acuerdo que mamo Lukas nos dijo ‘miren. Si ustedes se ponen triste, nostálgico aquí, pues lo va a encontrar la guerrilla, lo va a encontrar, los paracos lo van a meter presa, que tienen que estar en actitud positiva. Dejen de pensar que son víctimas y piensen más bien que la madre los trajo aquí a estudiar la tradición de ustedes’”.
Paisaje frente a La Escuela de Desaprender, o Setuyuman. Fotografía: Darlis North Oñate Ramírez.
“Por allá en el 2014 empezamos un proceso con mi compañera que es del pueblo en proceso de matrimonio tradicional. En el 2014 nos casamos y en el 2015, a través de un proceso de consulta del suegro mío que es mamo y de la saga Santa Gil. Terminamos en este lugar donde la saga dijo que aquí es donde debería de sembrar mis aseguranzas, de cuidar este sitio porque este sitio es importante para los cuatro pueblos de la sierra, porque este es la principal entrada”.
Mata de ayú (coca), sembrada en el espacio de La Escuela de Desaprender, o Setuyuman. Fotografía: Darlis North Oñate Ramírez.
“Yo pienso que es una de las cosas que más le ayudó a uno a sanar, porque igual uno le toca seguir adelante con los dolores o sin los dolores. Toca seguir. El problema está en cómo miras los dolores, tú lo miras como víctima. Va a ser una carga muy pesada, va a ser una carga que te va a impedir avanzar de manera personal y de manera emocional hacia tratar de mejorar la situación mía y la situación de la comunidad.”
El Líder kankuamo Daniel Maestre poporea en la casa sagrada. Fotografía: Darlis North Oñate Ramírez.
“Empiezas a entender que si queremos a la a terminar la guerra tenemos que dialogar con el otro. Tenemos que aprender a dialogar con la otra que es víctima, pero también tenemos que aprender a dialogar con el victimario, que también viene siendo víctima. Y ese es el sentido de esta escuela. Vamos a sentarnos a mirar nuestros dolores y a mirar cómo los ponemos en la luz, para que esos dolores, en vez de seguirnos separando, nos unan en un futuro posible”.
Las Mochilas del líder kankuamo Daniel Maestre reposan en el espacio de la Escuela de Desaprender, o Setuyuman. Fotografía: Darlis North Oñate Ramírez.
Este producto fue realizado con el apoyo del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para la paz en Colombia. Las opiniones y planteamientos expresados no reflejan, ni comprometen la posición del Fondo.