Robert, un joven venezolano con ascendencia colombiana, tomó la decisión de migrar al país de sus antepasados en busca de mejores oportunidades. Fue entonces cuando fundó la academia Maraguaro, el 6 de marzo de 2022.
La creación de este espacio surgió de la necesidad de aprovechar el talento de los jóvenes de Riohacha, capital del departamento de La Guajira, en el extremo norte del país. Inicialmente, el proyecto se centraba en la práctica de bailes tradicionales como el yonna, con personajes autóctonos de La Guajira como Mmá (madre tierra) Majayut y palabrero, entre otros.
Sin embargo, en agosto del mismo año, al observar que muchos niños pasaban su tiempo en las calles sin ocupación, Robert y su equipo decidieron abrir las puertas de la academia de manera gratuita para que formaran parte del proceso. Posteriormente lanzaron una convocatoria que atrajo a más niños talentosos.
El 20 de agosto recibieron a los primeros 10 niños y comenzaron a impartir clases de afro, un género musical arraigado en la cultura afrodescendiente, además de clases de modelaje, aprovechando la experiencia de Robert y su pareja en este campo. En septiembre de 2022 ya contaban con 35 estudiantes inscritos.
El entusiasmo y la seguridad que los niños encontraron en este espacio motivaron presentaciones públicas en diversos escenarios, lo que gradualmente generó impacto en la comunidad. Para enero de 2023, tenían 25 niños y adolescentes participando activamente y 45 de manera indirecta.
Además de las actividades artísticas, se implementaron programas educativos sobre salud mental, reconocimiento étnico, y salud sexual y reproductiva, como una forma de promover estilos de vida saludables y prevenir conductas perjudiciales como el consumo de drogas y el embarazo adolescente.
La academia también ha fortalecido el arraigo cultural y étnico de los participantes, como parte de la plataforma distrital de juventud de Riohacha desde donde contribuye a la formulación de políticas públicas en los ámbitos local y departamental.
A pesar de los desafíos financieros que enfrenta, Robert está decidido a continuar brindando oportunidades a los jóvenes de la zona. Ha implementado estrategias para hacer que el proyecto sea autosostenible para asegurar así la continuidad de su labor en pro de la niñez y la juventud de la región.
Esta es su inspiradora historia. La de cómo un joven, a través de su amor por la danza, la cultura y la formación artística, se la juega por integrarse en zona de frontera; donde, si bien los territorios están delimitados en el mapa, lo cierto es que se necesita unir a la población migrante con la de acogida.
Este trabajo periodístico fue elaborado en el marco de ‘Periodismo en movimiento. Laboratorio de creación de historias sobre migración venezolana en Colombia’, iniciativa de Consejo de Redacción y el Proyecto Integra de USAID. Su contenido es responsabilidad de sus autores y no refleja necesariamente la opinión de USAID o el Gobierno de los Estados Unidos.