Eduardo Chirinos y Raycelis Torrealba llegaron a Colombia en diferentes momentos, pero el viaje de ambos a una misma ciudad comenzó en el estado Lara de Venezuela.
A la ciudad de Santa Marta llegaron con sus respectivos padres, buscando un mejor futuro en la llamada Perla de América, ese fue el lugar que sus familias escogieron para establecerse y fue allá donde se cruzaron los caminos de estos jóvenes.
Coincidieron en una casa residencial ubicada en el balneario turístico El Rodadero, donde sus padres consiguieron empleos en un restaurante y en almacenes de artesanías.
Ray y Eduard, como les llaman cariñosamente sus familiares y amigos, asistieron a la misma escuela pública de Gaira, un barrio que colinda con El Rodadero. La Institución Educativa Gabriela Mistral les abrió las puertas a ellos y a decenas de niños y jóvenes migrantes.
Las historias de Ray y Eduard no son únicas. Ellos son dos de los 777.515 niños y jóvenes de 0 a 17 años que cruzaron la frontera con sus padres, según estadísticas de Migración Colombia con corte a diciembre de 2022.
Muchos de ellos, como Ray y Eduard, tienen la ilusión de volver al país que un día dejaron atrás, una entre muchas que hacen parte de sus historias:
Eduardo y sus sueños de convertirse en beisbolista
Eduardo tiene 14 años y duró nueve meses en Colombia. Poco después de grabar esta entrevista, él y su madre regresaron a Barquisimeto, pero antes compartió sus experiencias y expectativas en Colombia.
Eduard explicó cómo poco a poco pudo acostumbrarse a Santa Marta y su gente, mientras extrañaba su vida en Venezuela. Lo que más añoró mientras estuvo en Colombia fue su deporte favorito, el béisbol, y su deseo de ser un deportista profesional.
Es un deseo grabado en su corazón. Eduard practica el deporte de la pelota caliente desde los 4 años y tiene claro que necesita esforzarse si quiere cumplir su sueño. Él cree que lo puede hacer mucho mejor en Venezuela que en Colombia, donde siente que su sueño quedó aplazado.
La dulzura y la nostalgia juntas: Raycelis Torrealba Gómez
Cuando Raycelis, una niña de 10 años, migró a Colombia, dejó atrás a su abuela, sus tíos y otros familiares.
Y aunque hace dos años en Santa Marta tiene el apoyo de su madre, Aidex Gómez, y de su padre, que vive en Barranquilla, extraña a los parientes que dejó en su país natal.
Ray tiene una personalidad suave que le ha permitido encajar en su barrio, en la casa residencial donde vive y en su escuela en Santa Marta. Forma parte de los 300 migrantes venezolanos que han sido acogidos y matriculados en su colegio.
Ella cuenta que nunca se ha sentido discriminada por ser venezolana y con una sonrisa habla de su deseo de ser cantante y su gusto por el reguetón. Pero también dice que le gustaría volver a Venezuela para disfrutar de la compañía de su familia.
Los videos están musicalizados con material de uso libre.
Los padres de las personas entrevistadas autorizaron por escrito la participación de sus representados en estos contenidos.
Este trabajo periodístico fue elaborado en el marco de ‘Periodismo en movimiento. Laboratorio de creación de historias sobre migración venezolana en Colombia’, iniciativa de Consejo de Redacción y el Proyecto Integra de USAID. Su contenido es responsabilidad de sus autores y no refleja necesariamente la opinión de USAID o el Gobierno de los Estados Unidos.