En el 2002, distintos grupos armados pasaban por el pueblo en donde Rosa*. Una noche, en medio de un enfrentamiento, Rosa tuvo que ayudar en labores de enfermería a un grupo que estaba herido. Después de brindarles comida y bebida, fue encerrada por un grupo de hombres en una habitación donde fue víctima de violencia sexual. Al intentar oponerse y defender a su hermana, la orden fue asesinarlas. Esa noche sus vidas cambiaron para siempre, pues tuvieron que dejar a sus padres, sus hermanos, todo lo que tenían y huir sin rumbo.
Los cuerpos de las mujeres han sido utilizados como arma de guerra en el conflicto armado colombiano. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica el 90,5 % de las víctimas de violencia sexual han sido mujeres. La consecuencias físicas y psicológicas que les quedan son muy difíciles de superar y necesitan acompañamiento psicosocial.
Hoy, muchos años después de este suceso, Rosa* ha encontrado el camino del perdón y día a día trabaja para sacar adelante a sus hijos y que ellos puedan cumplir todos sus deseos, como los que un día la guerra le arrebató a ella.
*Su nombre fue cambiado para proteger la identidad de la protagonista