Los frutales amazónicos han sido el alimento de las comunidades indígenas que durante siglos han poblado la selva de esta región. Hoy, poco a poco se descubren sus propiedades nutricionales y hasta cosméticas, mientras que se convierten en aliados para conservar y restaurar los bosques amazónicos que cada vez enfrentan una mayor deforestación en Colombia.
Para muchos campesinos del Caquetá, los frutales amazónicos son una esperanza ambiental y económica. Los frutos se producen en épocas diferentes del año, lo que proporciona abastecimiento permanente. Algunos habitantes del departamento, llenos de paciencia, han sacado adelante procesos organizativos para aprovechar sosteniblemente frutas como el azaí, el copoazú y el arazá, para luego transformarlos en productos derivados como pulpas y mantecas.
Algunos casos de éxito son la Asociación Copoazú, Agrosolidaria y Pura Amazonía y la experiencia de transformación para los mercados campesinos: Bosque dulce. Ellos vieron en los árboles y plantas amazónicas una gran oportunidad para aumentar el valor agregado de las frutas y con ello generar oportunidades para el buen vivir de sus familias, en un territorio que requiere con urgencia de restauración productiva y social.

Ilustraciones: Paula Jaime
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Esta investigación fue elaborada con el apoyo de Consejo de Redacción (CdR) y la Fundación Konrad Adenauer (KAS) como parte del proyecto ‘CdR/Lab Periodismo de soluciones: pistas para contar la historia completa’. Los textos, audios y videos que aquí se publican son de exclusiva responsabilidad del autor y no expresan necesariamente el pensamiento ni la posición de estas organizaciones.