La extracción, comercialización, exportación y resultado en “plata”, son las fases, o eslabones, en los que se divide la investigación periodística del periódico El Colombiano: “Tras el oro turbio”, un proyecto que evidencia el golpe de la ley 685 a los mineros ancestrales y las acciones de los empresarios para blanquear el oro ilegal.
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Según los datos expuestos en la investigación, en 170 de los 300 municipios del país con vocación extractiva, hay grupos armados ilegales, que no solo se financian del oro, sino también de la extorsión que termina en violaciones a los derechos humanos de las comunidades de poblaciones vecinas.
“A 90 metros de profundidad, en un socavón en el que no cabe de pie y que le ha llevado un año entero excavar, Diego ve como su esfuerzo brilla cuando la luz de su lámpara ilumina la pequeña veta dorada. Con 40 y tantos años, sus ojos achinados muestran ilusión y sus manos regordetas y callosas son evidencia de una vida dedicada al trabajo duro”.
Extraído del texto “De la minería ancestral a la ilegal” de “Tras el oro turbio”.
El trabajo periodístico empieza narrando el dilema de los mineros ancestrales, a quienes les cambió la vida cuando llegaron al país los títulos mineros, y esto los convirtió en barequeros: los que realizan el lavado de las arenas por medios manuales; o en chatarreros, quienes trabajan en minería de veta o socavón y le dan la segunda y tercera lavada manual a las arenas.
“Como nosotros no podemos vender, porque en el papel ni existimos, lo terminamos dejando incluso 40% por debajo del precio internacional”
Rubén Darío Gómez. Secretario general de la Confederación Nacional de Mineros (informales) de Colombia (Conalminercol).
Extraído del texto “De la minería ancestral a la ilegal” de “Tras el oro turbio”.
De la minería ancestral a la ilegal es el primer eslabón de este especial multimedia donde, entre otros datos, se evidencia la radiografía de la explotación del oro en Colombia, los países y municipios productores y la lucha de la fuerza pública por contrarrestar esta actividad.
En la comercialización se desarrolla el segundo eslabón de la cadena, donde con los cambios en la ley, los comercializadores buscan arreglárselas para “blanquear” el oro de procedencia ilegal, que luego llega al tercer eslabón: “El metal precioso va al exterior”
En las zonas auríferas, los comercializadores locales son los encargados de darle apariencia de legalidad al oro que es extraído ilegalmente. Foto cortesía Julio César Herrera.
Según datos de la Agencia Nacional de Minería (ANM), en 2017 la producción de oro, comparada con el año anterior, disminuyó; mientras que la cifra de exportaciones aumentó, de acuerdo con información del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
“Después de concretada la venta, y de que el oro llegue al país de destino, los dólares entran al sistema financiero, que es el cuarto eslabón de la cadena de lavado de dinero de la explotación ilegal de oro.”
Extraído del texto “El metal precioso va al exterior” de “Tras el oro turbio”
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Consejo de Redacción habló con la periodista Olga Patricia Rendón, quien durante cerca de 4 meses investigó este tema para crear este especial multimedia:
¿Cómo surgió la idea de esta investigación y por qué decidieron presentarlo divido en los eslabones en la cadena de la minería?
Mucho se había hablado de la explotación ilícita en El Colombiano (diario en el que labora). Cuando se destapó el caso Goldex yo estaba trabajando en El Mundo, en el área de Economía, y desde esa época quedé con el bichito de que eso había que investigarlo.
Estas empresas legales, que pagaban sus impuestos bien y que tenían todo en regla terminaban exportando oro ilegal, y esa fue la intención: mirar un poco a dónde llegaba el oro, cómo se comercializaba, e investigar la responsabilidad del sistema financiero, que es donde finalmente termina el dinero.
Ese caso fue muy duro porque era entender que aunque esa era una actividad ilegal terminaba blanqueada y, hasta ese momento, no se sabía mucho al respecto.
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La forma de presentarlo se definió prácticamente hacia el final de la investigación, donde identificamos la forma más sencilla en cómo la gente podía entender, de principio a fin, el funcionamiento de la cadena: entonces decidimos hacer un capítulo por cada eslabón.
¿De qué manera se desarrolló el proceso de reportería?
Yo llevaba dos años con la intención de investigar, pero no sabía nada sobre cómo se manejaba el negocio del oro. En enero, el ejército nos invitó a un recorrido por el Bajo Cauca para mirar los estragos de la minería ilegal.
Ahí estuve hablando con algunos militares de la Brigada de Minería Ilegal, quienes me contaron cómo funciona la minería en terreno, esto con respecto al combustible, explosivos, mercurio, pero sin llegar a la línea de comercialización.
Con eso arrancamos y empecé a hablar con algunas personas del siguiente eslabón. La investigación en los centros de pensamiento y en el Observatorio de Minería nos ayudó a conectarnos con quienes protagonizan la cadena.
En el Nordeste antioqueño hay cientos de socavones ilegales donde se explota el oro. Foto cortesía Juan Antonio Sánchez.
Luego, el siguiente paso fue la reportería en campo: con un fotógrafo estuvimos en minas ilegales en Segovia (Antioquia) y el Bajo Cauca, dentro de socavones, hablando con la gente sobre temas como a dónde llevan el oro cuando ellos lo sacan ilegalmente, y con varios comercializadores locales.
La fuente, que yo creo, fue la más difícil de abordar fueron las comercializadoras internacionales, ya que obviamente ellos tratan de que la información no se publique, pero finalmente logramos hablar.
¿Cómo abordaste a las fuentes?, ¿alguna se negó a dar sus comentarios?
Con las fuentes del Estado todo fue a través de derechos de petición. Las bases de datos fueron un poco demoradas ya que querían que tuviéramos las estadísticas de todo el año. Con la Dian y la Fiscalía también fue a través de derechos de petición.
El abordaje con los juzgados fue muy complejo, en especial, porque no hay una política en esas entidades para dar la información a tiempo: se vencían los términos y no nos entregaban la información, entonces con esto confirmo que es un trabajo de mucha paciencia.
Con las otras fuentes el derecho de petición no es válido, ahí el trabajo es más de rogar y esperar. Hubo un par de fuentes, sobre todo de las comercializadoras internacionales, que se negaron a hablar, sin embargo, están en su derecho, porque si no son entidades públicas es muy respetable. En el artículo queda claro que se intentó hablar con ellos, pero no se recibió respuesta.
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El documento de la Dian, no lo conseguí por esta entidad. El documento me lo facilita una fuente diferente y con base en eso hice el derecho de petición. Ellos respondieron todas mis preguntas dentro de los términos.
Cuál es el consejo para tus colegas a la hora de abordar fuentes como la Dian, y de esto: ¿cómo acceder a documentos, que en ocasiones, intentan esconder de los medios?
Yo creo que para hacer trabajos de investigación y largo aliento lo que se necesita es paciencia, y eso es lo que normalmente nos falta a los periodistas. Yo trabajo en el diario y todos los días tengo que publicar, y es por esto que muchas veces los periodistas no tenemos la posibilidad de llegar a la profundidad del tema.
Un consejo importante es sobre cómo formular las preguntas, se deben escribir de manera en que no haya forma de que se vayan por la tangente a la hora de responder. Si una pregunta es muy abierta o se presta para que ellos respondan sí o no, no van a responder lo que necesitas.
Hay que preguntar por qué, cómo se hace, cuál es procedimiento y el detalle para poder llegar a la profundidad del tema, ellos van a tratar de escabullirse sin responder muy bien. De todas formas el asunto es que tienen que responder y lo tiene que hacer con la verdad.
En Nechí la minería aluvial se convirtió en un ecocidio. Foto cortesía Manuel Saldarriaga.
¿Qué fue lo más difícil que tuviste que superar para desarrollar esta investigación?
Hay muchas cosas que cuando se está investigando se obtienen de fuentes anónimas, que uno conoce pero no puede citar, y para que eso no tenga lugar a dudas, todo debe ser corroborado y comprobable, y creo que eso fue lo más difícil.
Desde muy temprano yo sabía muchas cosas sobre cómo funcionaba el negocio, pero las fuentes que me lo comentaron no podían hablar por su propia seguridad, así que creo que eso es lo más difícil: que cada párrafo y que cada frase que escribo en la investigación tenga un soporte para que no haya lugar para dudas.
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Yo creo que cuando uno logra publicar una investigación de estas, que afecta a tantas persona poderosas, es muy importante el respaldo del medio de comunicación. En mi caso estábamos metiéndonos con empresas antioqueñas muy importantes y saber que se tiene un medio respaldando tu investigación es indispensable, tanto para la labor de uno como periodista y para que la comunidad pueda tener información de calidad.
Lee el especial completo Tras el oro turbio aquí.