La virgen de los sicarios y La puta de babilonia tal vez son los libros, de su producción, que más se asocian a su nombre: Fernando Vallejo. Si se busca en Google los resultados son cerca 23 millones; y en YouTube, son 184 mil reproducciones para el primer video que arroja: la presentación de Memorias de un hijueputa.
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Escribir sobre una persona de la que ya se ha escrito, es difícil; pero escribir sobre la vida de un personaje polémico del país es todo un reto. En un perfil de no más de 10 páginas Daniel Rivera intenta narrar el regreso de este escritor Colombiano a su ciudad: Medellín, donde a manera de perfil habla sobre ese personaje que al parecer “muchos” conocen.
Su perra, las visitas de sus hermanos, su comida, actividades y el lugar que frecuenta divisan y ayudan a formar una idea imaginaria de ese escritor que ha hablado y hasta maldecido sobre la iglesia católica, Einstein, su madre, su país, su ciudad y sus gobernantes sin pelos en la lengua.
En frases
Vallejo, como siempre, es implacable cuando habla sobre su país: “Colombia tiene la perversión de creer que lo grave no es matar sino que se diga”.
No me interesan las entrevistas, porque malversan, además se me hace que nadie lee esos artículos. Si quiere hablamos de intereses mutuos.
“Quítale el vivo, que yo ya casi me muero”, me dijo, acompañado de su perra Brusca, con dos maletas y enfermo de los ojos.
Luego se queda callado, largamente callado, y su perra Brusca se sienta a sus pies, después de haber jugado con una pelota verde. Dice que nos veamos otro día para seguir hablando, camina hacia la puerta y la abre con la chaqueta colgando de la boca.
“Vallejo exagera, deforma. Sin embargo, en el fondo, no miente. Hay mucho de verdad en lo que dice. Detrás de su rabia se esconde una gran ternura y un profundo amor. […] ¿Qué colombiano común y corriente no ha sentido lo mismo? Vergüenza, ganas de quemar el pasaporte y a la vez la certeza de que eso es imposible porque el país es parte de uno mismo. La patria como una llaga, como un dolor vivo”, escribió el crítico Luis Fernando Afanador.
Foto: cortesía Tom Griggs.
Consejo de Redacción habló con Rivera sobre cómo fue el proceso para hacer este perfil. Esto fue lo que nos contó:
¿De qué forma se evidencia la investigación periodística en un perfil?
Tenemos la concepción de que el periodismo de investigación solo se centra en el periodismo que revela corrupción o que denuncia, pero digamos que en un texto de largo aliento como éste, la investigación se muestra en indagar en la vida de un personaje público como un escritor.
Cuando como periodista conozco el personaje público que es Vallejo que, supuestamente, es un personaje iracundo, difícil, airado que tiene todo un performance alrededor de la injuria y la maledicencia, trato de saber si Fernando Vallejo de verdad es así.
Para descubrir eso tengo que investigarlo, entrevistarlo muchas, hablar con sus allegados, leer toda su obra, entrarme en el personaje, entonces creo que la investigación en este caso es eso: ahondar en si Fernando Vallejo es el personaje de sus libros, es el personaje de sus entrevistas.
¿Cuántos encuentros se dieron para desarrollar este perfil y cómo esto te ayudó en la escritura?
No sé cuántos encuentros fueron.
¿20?
No sé, fueron muchísimos.
15. Más de 10 fueron todos los encuentros en los que lo entrevistaba, incluso simplemente hablábamos sobre cualquier cosa, literatura o política.
Cuando entrevistas a alguien, al principio, esa persona está predispuesta para el periodista, quiere responder lo que su personaje le dicta y hay una postura, pero cuando el periodista se vuelve un visitante continuo, el disfraz se cae y eso posibilita encontrar la esencia del personaje.
Entonces entrevistar varias veces funciona muy bien, además que te permite confrontar versiones anteriores de respuestas; uno siempre pregunta lo mismo y así se está dando cuenta qué responde el personaje a esas mismas preguntas.
Foto: cortesía Tom Griggs.
“Mi perfil sale sobrando, está en mis libros”. ¿Cómo responder ante una frase así y lograr contar algo distinto de lo que ya se ha hablado?
Él dice eso, sí. Me dice de entrada que su perfil sale sobrando porque está en sus libros, pero mi respuesta es que no lo ha hecho otra persona, no lo ha hecho un tercero, y así lo haya hecho un tercero no lo he hecho yo.
Lo que le dije es que yo quería contarlo y quería hacerlo además desde un punto de vista periodístico: ¡Fernando Vallejo regresó a la ciudad de la que tanto había escrito! Eso fue lo que le dije y finalmente aceptó.
¿Cómo actuar cuando el entrevistado te dice que no le interesan las entrevistas?, ¿cuando te dijo eso, cambió algo de lo que tenías preparado?
Estamos convocados a insistir en tocar la puerta que no se quiere abrir y eso es una característica necesaria en el periodista. Cuando él me dice que no le interesan las entrevistas yo sigo insistiendo, seguimos hablando y volví a decirle: “Maestro yo quiero hacerle un perfil”, ahí su respuesta fue: “Listo”.
Eso se dio después de comprobar que yo lo conocía, que conocía su obra y que de verdad estaba interesado en él. Cuando me dice que no se atreve a dar entrevistas se refiere a esas que son de pregunta – respuesta, que salen en todos los medios, y yo tampoco estaba interesado en eso, yo quería era conversar y tratar de verlo.
¿Cuál es el mayor reto a la hora de hacer un perfil?
Como en todo formato es encontrar la voz del texto, una identidad en lo que se está diciendo, y tratar de contar lo que no se ha dicho. Creo que eso es lo más difícil y más cuando es una persona que ha hablado tanto de sí mismo como Vallejo.
Foto: cortesía Tom Griggs.
Respecto a uno de tus trinos: ¿Sientes que cambió tu perfil después de las correcciones de los editores de Gatopardo?, ¿y por qué este apoyo editorial fue importante?
Con Leila Guerriero que es la editora de Gatopardo, la edición es así: ella no te cambia el texto, te pregunta cosas y te empieza a mostrar qué falta, y qué aspectos del personaje, en este caso, no se han revelado.
Por ejemplo, me acuerdo mucho que en la primera versión ella me dice que faltaba más de mi experiencia con Vallejo, imágenes o escenas con él: y eso fue. Tener una editora como Leila es un lujo porque potencia todo lo bueno que vos tenés y te ayuda a mejorar lo que no está tan bien.
Este perfil que le hice a Fernando Vallejo está nominado al premio @FestivalGabo en la categoría texto. Gracias a @felres y a Leila Guerriero por abrirme las páginas de @Gatopardocom y editarme con tanta exigencia y dulzura. https://t.co/utXtsm2NZa
— Daniel Rivera Marín (@danaleph) September 12, 2019
¿Qué recomendaciones darías a los periodistas para abordar a sus entrevistados, consolidar un perfil y no caer quizá en errores a la hora de presentarlo?
A los entrevistados hay que preguntarles desde el conocimiento, uno no puede llegar a preguntarle a un entrevistado sin saber quién es, sin haber investigado antes. Lo segundo, es que hay que tener muchos encuentros para poder romper el cascarón.