Mario Erazo, líder indígena, defensor de derechos humanos y actual gobernador del resguardo siona de Buenavista, ha expuesto en diferentes escenarios nacionales e internacionales, las situaciones de vulnerabilidad a las que se enfrenta su comunidad y su territorio ancestral. Su formación en el liderazgo y su trabajo para fortalecer los procesos organizativos son clave para entender la importancia de los cuiracuas o cuidadores del territorio de este pueblo putumayense.
En esta entrevista, Erazo cuenta su historia como líder dentro de la comunidad y los obstáculos que ha tenido la misma para reclamar y reivindicar el territorio que han habitado por siglos. También, la forma en la que el trabajo común dentro del resguardo ha sido un símbolo de resistencia ante los intereses económicos de grandes empresas que han llegado a la zona y los grupos armados ilegales.
Brigitte Escobar: ¿Cómo fue su infancia?
Mario Erazo: Muchas personas se han impactado porque no soy completamente siona, pero mi ascendencia se debe a que mi madre lo es, su sangre está en mí. Me he empoderado de este proceso y no desconozco la sangre que llevo de mi padre, pero llevo el legado de mis ancestros.
Viví mucho tiempo con mis abuelos, estudié en el resguardo Buenavista, en lo que hoy es conocido como Centro Etnoeducativo Rural Buenavista. Entiendo un poco de nuestro idioma porque mi abuela Faustina Yocuro me enseñaba y decía: “Hijos, aprendan el idioma, lo que nosotros hablamos es lo que tienen que hablar. Lo que ustedes hablan, el español, no es propio de nosotros”. A mi abuelo Estanislao Yaiguaje, le gustaba mucho las matemáticas y nos contaba la historia de cómo éramos los siona, pero como era niño, no le miraba mucha importancia, salía a jugar con mis amigos.
Hoy puedo darme cuenta de lo importante que son los abuelos en nuestro pueblo y su conocimiento que debemos cuidar y fortalecer para que las nuevas generaciones escuchen y aprendan sobre nuestra historia.
Lo que ahora soy, es porque recuerdo muy bien la forma en la que vivían nuestros abuelos, que era mucho mejor de lo que vemos ahora. Esto es lo que me inspira desde el corazón a luchar por el territorio, teniendo en cuenta que no podemos volver al tiempo de antes, pero sí, podemos rescatar un poco de lo que nos enseñaron los abuelos.
BE: ¿Cómo ha sido su liderazgo y la influencia que ha tenido en su territorio?
ME: En 2007 escuchábamos a nuestras autoridades mayores decir que los jóvenes tenemos que empoderarnos del proceso porque ellos no iban a existir todo el tiempo, y nadie nació sabiendo, en el transcurso se aprende. Es de esta forma, que en el 2008 hubo un cambio de directivos y por primera vez asumimos la dirigencia personas jóvenes de la comunidad, sólo ejecutábamos recursos de transferencia, pero no hablábamos de recorridos territoriales todavía.
En aquel entonces, tenía 26 años de edad, cuando por primera vez ejercía un cargo en el resguardo, como secretario y duré tres años consecutivos en este. Quien encabezaba la dirigencia de gobernador hasta el 2010 fue Sandro Piaguaje, joven de 25 años de edad. Él fue la persona que impulsó el proceso de la guardia indígena en nuestro territorio, acorde a lo que había escuchado en otras comunidades de lo que significa serlo. Este, fue conformado por el mismo grupo juvenil de 20 personas que escuchábamos charlas para evitar el consumo de sustancias psicoactivas y luchar contra las violencias de género.
Con la guardia comenzamos a ‘realizar orden’ en las asambleas que se llevaban a cabo en el territorio y utilizábamos un bastón que tenía distintos modelos. Algunos eran de granadillo y otros de chonta. Así mismo, determinamos que todas las autoridades debían tomar yagé y utilizar nuestro traje tradicional porque es nuestra ley de origen, pero en el 2013, el proceso con la guardia se detuvo por el cambio de directivos.
Retomamos el proceso de la guardia indígena en el 2014, pero con un sentido más profundo y espiritual. Existió una razón que nos hizo despertarnos y organizarnos bajo una estructura de gobernanza que debía ser fuerte, y hoy lo estamos gracias a la guianza de nuestros mayores y mayoras y la espiritualidad.
BE: ¿Qué impulsó a la comunidad a retomar el proceso de la guardia indígena?
ME: Del 2014 al 2015 inició el proceso de consulta previa con la empresa petrolera conocida como Amerisur y comenzaron los problemas.
Armando Maniguaje integrante de nuestra comunidad, sale a Lago Agrio, Ecuador, en el año en que finaliza la consulta previa (2015) y con el apoyo de la organización Alianza Ceibo se inicia el proceso denominado ‘Defensores territoriales’, en donde un grupo de personas que pertenece a los cuiracuas inician su capacitación en cartografía, comunicación y derechos humanos. Ahí, conoce a una abogada, le comparte la información de lo que estaba sucediendo en nuestra comunidad y con el apoyo de ella, como asesora del resguardo, emitimos tres resoluciones al gobierno nacional: la primera denominada como Resolución No. 001 del 21 de abril de 2016 y por ese lineamiento de resistencia, iniciamos el reclamo a la petrolera sobre nuestros derechos e impulsamos el proceso de restitución de tierras.
BE: Pero, ¿qué pasó con la guardia indígena?
Después de muchas mingas de pensamiento en la casa ceremonial de nuestros yai bain (taitas), los mayores y mayoras nos contaron que desde hace ya mucho tiempo atrás, existían los cuidadores del territorio desde el mundo espiritual. Pero pese a los contextos vivenciados en la colonización, la presencia de grupos armados y la deforestación que crecía a gran escala, generaron y siguen generando una desarmonía territorial causando afectaciones evidentes e intangibles que nosotros entendemos, pero las instituciones de afuera no.
Decimos que no somos guardias porque es un concepto que puede significar un cargo desde lo que existe afuera de nuestro territorio. Comenzamos a llamarnos cuiracuas, que en nuestro idioma significa cuidadores del territorio.
Durante el 2016, con un recurso de un proyecto del Ministerio de Cultura implementado en nuestra comunidad, y después de muchas tomas de yagé, diseñamos nuestro logo que identifica a nuestra comunidad y a los cuiracuas. Es desde este punto de partida, que comenzamos a utilizar nuestro membrete. Ya en 2015 había iniciado nuestra identificación como cuiracuas: todos los bastones fueron hechos de chonta, pero no teníamos definida la figura, ello fue un segundo avance. Nuestro primer chaleco fue de color azul oscuro que utilizamos hasta el 2017, cuando definimos que nuestro chaleco sería de color café, por el color del territorio, de la tierra. A pesar que nuestras actividades como cuiracuas se basan en recorrer el territorio con nuestro bastón que significa mando y protección, en 2019 distintos medios de comunicación, en el lado colombiano y ecuatoriano, afirmaban que nosotros éramos un grupo armado ilegal. Ello nos impulsó a seguir luchando por nuestro territorio y a organizarnos cada vez más.
En septiembre de 2016 logramos realizar la primera minga de pensamiento y resistencia. A este espacio llamamos a todas las instituciones del Gobierno nacional, en el marco del Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional emitida ante el riesgo de exterminio físico y cultural de los pueblos indígenas. Nuestra argumentación era en base al conflicto armado y sus consecuencias: desplazamiento, confinamiento, reclutamiento, muertes por las minas antipersonales y el fuego armado que se cruzaba en nuestra área poblada.
Es así, como en febrero de 2017 realizamos la segunda minga de pensamiento y resistencia del pueblo siona. Por lo que en este espacio convocamos a las 12 comunidades, comenzamos a hablar sobre la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y cómo recolectar la información sobre amenazas y la desarmonía territorial presenciada. Todos nos comprometimos a entregar la información, pero cuando llegó el tiempo, sólo las autoridades del resguardo Santa Cruz de Piñuña Blanco y nuestro resguardo, presentamos la información. En 2018 cuando por fin la CIDH nos otorgó audiencia, presentamos el 7 de mayo la solicitud de medidas cautelares y meses después, el 14 de julio de 2018 nos fueron otorgadas mediante la resolución 53 MC 395-18.
BE: ¿Cómo llegaron al proceso de restitución de tierras?
ME: Cabe recalcar que los siona originariamente siempre hemos estado ubicados en el departamento del Putumayo, desde el municipio de Orito, hasta Leguízamo. Nos han delimitado el territorio porque nos hemos tenido que acoger a las políticas del mismo gobierno nacional. Hoy reclamamos nuestro territorio ancestral con una pequeña parte de lo que nos pertenece, porque en él hay historia de nuestro pueblo, pero, aun así, ha sido una batalla jurídica sin fin.
En 2008, el Taita Julio Piaguaje, quien era coordinador de territorio en la Asociación de Cabildos Indígenas del Pueblo Siona (Acips), en conjunto con varios de nuestros siona, salieron caminando hasta el sitio llamado Mecaya con el objetivo de delimitar el territorio ancestral, buscando un camino que había dejado un antecesor nuestro: Plácido Yaiguaje. En 2011 se retoma la delimitación con el apoyo del proyecto Madre Tierra de la Organización Zonal Indígena del Putumayo, que era coordinado por el profesional Pablo Jamioy. Volvimos a entrar al Mecaya, dejando placas y ampliando el lindero del territorio ancestral. Tiempo después, en 2015, volvió el mismo profesional como parte de la Unidad de Restitución de Tierras (URT). Presentamos una demanda e iniciamos el proceso de restitución pretendiendo 52 mil hectáreas en nuestro territorio de ampliación. Nosotros recorrimos todo el territorio ancestral solicitado, pero la URT quería delimitar el territorio de forma satelital.
Nuevamente, con equipos tecnológicos como posicionadores GPS y el acompañamiento de los ‘cuiracua’ recorrimos el territorio solicitado en ampliación con el apoyo de Alianza Ceibo y obtuvimos el resultado: 52.029 hectáreas.
En 2017 cuando la URT eran nuestros apoderados judiciales, presentamos la solicitud de medidas cautelares ante el Juzgado 1 Civil Especializado es Restitución de Tierras de Mocoa, relatando los hechos de violación a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario. Luego, en este proceso ganamos las medidas cautelares que se suman a otras decisiones judiciales, las que han ordenado al gobierno colombiano acciones para garantizar la integridad física y cultural del pueblo siona, sin embargo, no han sido cumplidas y todo sigue en proceso.