Casanare, uno de los departamentos de Colombia marcados por el conflicto armado, es el territorio donde cientos de familias presencian en carne vive los estragos de la desaparición forzada, en este lugar reposan las historias de los restos de cuerpos sin encontrar y sus familiares.
Aunque en Colombia se hable de justicia y reparación de víctimas, aún son incontables las personas y familias que buscan sin cesar a sus desaparecidos. Tres décadas de delitos cometidos por parte de ‘Los Buitragueños’ han marcado la vida de los habitantes no sólo de Casanare, sino también de Meta, Boyacá e, incluso en zonas cercanas a Bogotá como Soacha y Sumapaz.
Esta investigación cuenta relatos de las familias de estos pueblos fantasma, en los que noches sin luz y sonidos de disparos son un acto cotidiano. “Unos paramilitares tenían una casa al lado de nosotros y prácticamente no podíamos dormir por la zozobra. Carros llegaban por las noches, yo digo que con gente que llevaban para matar, porque uno escuchaba los gritos. Al otro día uno pasaba y encontraba la sangre ahí en la calle”, recuerda Luz Mireya, desplazada por las Farc de la vereda Lagunitas en 1993 y hermana de Joel Caballero, desaparecido por las Acc, en Tauramena, 10 años más tarde. En la zona de influencia de ‘Los Buitragueños’ la mayoría de las familias tiene una historia de desaparición forzada por contar.
Además de la lucha que llevan estas personas por lograr justicia con sus desaparecidos, Carol Sánchez argumenta que el problema radica en que la JEP unifica los testimonios y los agrupa en un solo expediente, mientras que en la justicia ordinaria los procesos judiciales de los exparamilitares están dispersos en diferentes fiscalías, lo que dificulta el esclarecimiento de la verdad. Además de esto, cuenta alias ‘Salomón’ que los exmiembros de los ‘Buitragueños’ buscan obtener los mismos beneficios que las Farc, lo que incluye formar un partido político, en este caso, de derecha.
Este trabajo periodístico no sólo presenta un contexto histórico en el que se muestra el daño que ha dejado el conflicto en la vida y estructura familiar de los habitantes de Casanare, mediante cifras, datos, estadísticas y con apoyo de vídeos, la investigación contrasta las muertes y desapariciones ocasionadas en la región. Así como en Casanare las víctimas se han visto forzadas a convivir y reconciliarse con los victimarios en otros lugares de Colombia la historia se repite.
Hablamos con la periodista Carol Sánchez quien nos contó aquellos temas que estuvieron alrededor de la investigación, los procesos de justicia transicional, el acercamiento con las víctimas y el trabajo de entrenamiento que tuvo con CdR para desarrollar esta investigación.
¿Cuál fue el principal interés investigativo y periodístico en contar esta realidad del departamento del Casanare?
En Colombia, nunca se ha hecho un esfuerzo real por encontrar los desaparecidos, ni siquiera por mencionarlos, este además de ser un crimen de lesa humanidad es uno de los crímenes que deja mayores secuelas en las víctimas. Viendo esta realidad y sobre todo en Casanare que es uno de los departamentos con altos índices de desaparición forzada en el país, nos dimos cuenta que el esfuerzo que debería estar haciendo el Estado lo están haciendo las víctimas a través de organizaciones sociales, fundaciones y esfuerzos propios, esto muestra la resiliencia que están teniendo de las víctimas. En casanare la mayoría de desapariciones forzadas las hicieron los paramilitares y como no entraron a Justicia y Paz están en cárceles de justicia ordinaria en las que nunca han mostrado la verdad. Estas son las cosas que hay que evaluar en nuestro interés periodístico, poder mostrar los datos y sacar a la luz que en este departamento existe una problemática social grande.
¿Con qué recursos contaban para realizar la investigación y qué herramientas fueron utilizadas para conocer las estadísticas y datos de las víctimas?
Con el curso que realicé de Justicia Transicional en Consejo de Redacción tuvimos su apoyo y utilizamos herramientas judiciales, nos basamos en la Unidad de Víctimas, en el Registro Único de Víctimas, contamos con datos de Equitas organización que trabaja de manera fuerte investigaciones de desaparición en Casanare .
¿Qué retos tuviste que enfrentar durante el proceso investigativo para encontrar las familias afectadas por las desapariciones forzadas del departamento?
El principal reto fue encontrar la manera de hablar de este tema sin minimizarlo y sin hacerle sentir a las familias que su dolor no es válido, sobre todo no revictimizarlos. Tuvimos que hacer buena reportería, la mayoría de las veces las familias que han salido de esto están dispuestas a hablar porque quieren que se conozca su caso. El reto es hacerles entender que no es nuestra intención usarlos, sino que puede haber un interés genuino por visibilizar estas problemáticas que se viven en el país.
¿De qué manera aportó el proceso de entrenamiento en Consejo de Redacción en la construcción periodística de esta investigación?
El entrenamiento de la organización me aportó mucho en la comprensión de los procesos de justicia y paz y del trabajo de la JEP. Sin esta base creo que no hubiera comprendido los procesos, además aquellas herramientas que brindó CdR las pude implementar en la investigación en campo. El aprendizaje más grande es que el periodista no puede pretender que la gente es solamente una herramienta, sino que la relación periodista – fuente tiene que ser recíproca.
¿Qué recomendaciones das a otros periodistas para el cubrimiento de historias desde el enfoque de la Justicia Transicional?
Las fuentes judiciales son muy importantes hay que cubrirlas, pero ir a campo y contrastar la información es lo que debemos hacer. Es necesario ir a región y ver ¿qué incidencia hay en la gente?, ¿qué esperan de los procesos de justicia transicional?, conocer ¿cuáles son sus aspiraciones?, ¿qué necesitan?, ¿qué pueden ofrecer?, porque ellos tienen muchas cosas que contar. Asumir que estos temas tienen que estar enfocados sólo desde fuentes judiciales es un error, además siempre se puede encontrar un caso de víctimas en cualquier lugar, no siempre en región. La labor del periodista es darle voz a las personas que más lo necesitan, aquellas afectadas por lo que nosotros estamos contando.