Aunque estaba dudosa porque no era su “terreno”, la corresponsal de guerra Catalina Gómez Ángel viajó a Ucrania hace unas semanas para narrar lo que ven sus ojos del conflicto en Ucrania. Su foco siempre es la crisis humanitaria y las historias de las personas, aunque con el sonido de fondo de la balas y bombardeos. Así son sus cubrimientos: en terreno de guerra.
Hablamos con Gómez Ángel, corresponsal de guerra especialista en Medio Oriente, sobre cómo es estar en terreno, lo que ha aprendido de las guerras en estos años y lo que ella considera que podrían hacer los y las periodistas que están en Colombia para contar lo que pasa en Ucrania:
¿Cómo es cubrir la guerra en Ucrania desde el terreno?
Cubrir una guerra no es solo pararse en el terreno, llegar al lugar donde están sucediendo los hechos y contar la historia humana que hay detrás de la guerra. Es mucho más, implica poner a funcionar una red, tanto en redes sociales como en grupos de periodistas, para saber cómo se llega, qué visa debo tener, en el caso de Ucrania, cuáles son los accesos más fáciles. Son todas cuestiones de logística enfocadas en qué quieres hacer, cuál es la petición que tiene tu empresa: ¿quiere que vayas al frente de batalla?, o ¿quiere que estés más atrás?
Esta es una guerra muy complicada, que necesita realmente un equipo de protección alto. Se tiene que llevar un buen chaleco antibalas, casco, en el mejor de los casos, un teléfono satelital, saber cómo funciona el internet, cómo es el transporte y conseguir la red logística adentro que son los productores y traductores, o gente que conozca la zona y te pueda movilizar a ti y a tu equipo para llegar a las historias que estás buscando.
También hay que ser muy ágil en lo qué quieres, porque ir a una guerra no es igual que ir a una posguerra. En el segundo caso, más o menos, sabes el tema y tienes en mente la historia, los personajes que quieres narrar y algunas ideas sobre los desplazamientos, mientras que en una guerra tienes que tener todo muy claro, tomar decisiones y trabajar rápido, siempre pensando en que te tienes que mover.
¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado cubriendo el conflicto en Ucrania, comparado con sus otros cubrimientos?
Obviamente cada conflicto uno lo cubre como por primera vez y esa primera vez siempre causa muchísimo miedo porque significa llegar a un terreno desconocido, donde no tienes tantas bases, ni tantos contactos que te pueda ayudar y eso se va ganando con el tiempo, por eso es importante especializarse en una región porque de esta manera tienes más movimiento y seguridad para ti y tu equipo. Porque además uno está a cargo de la gente que está con uno: el local, tu compañero de equipo y siempre es importante que todos tengan seguridad.
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Siempre hay peligros, pero el hecho de que conozcas el terreno, que conozcas algunos detalles de cómo ha cambiado una ruta, que sepas que la gente que está aquí no era la misma que estaba antes, te da muchos elementos en beneficio para que tu historia sea más profunda, que se pueda entender mejor.
Para mí Ucrania fue un reto. Al principio estuve dudosa de ir, acababa de tener Covid-19, no me sentía fuerte y tenía problemas físicos. Lo dudé porque no era mi terreno, no era la historia que yo conocía, pero claro: cuando empieza la guerra en estas dimensiones, deja de ser una historia en mi terreno para convertirse en algo que nos compete a todos.
Yo salí de Ucrania hace una semana y voy a volver en dos, pero cuando vuelva va a ser una guerra mucho más clara, para mí fue incluso una lección de lo que tenía que hacer que es cubrir más que todo la retaguardia, las historias humanas y cómo la guerra permea y afecta todos los aspectos de la sociedad.
Por eso son muy retadores estos cubrimientos cuando te sacan de tu lugar habitual, obviamente no es mi lengua, no son muchas cosas, es diferente a la mayoría de los conflictos que he cubierto en Oriente Medio, porque esto es una guerra entre dos ejércitos convencionales, así que ha sido muy interesante.
¿Cómo fue lidiar con el reto del lenguaje?
En este caso específico: traductores. En Ucrania la mayoría de la población habla ruso y ucraniano, habíamos conseguido a alguien que era profesor de español y necesitábamos que nos llevara a otros lugares, pero esta persona que habíamos encontrado no quería ir obviamente porque se quería proteger. Uno debe entender los miedos que tiene cada persona en un conflicto, no todo el mundo está dispuesto a arriesgarse y a meterse en lugares complicados por más dinero que le pagues.
Estando allí tuve la fortuna de encontrarme con alguien maravilloso, un ingeniero que no estaba trabajando y aceptó llevarnos, conducir y traducirnos. Conocía gente en todas partes. Sin embargo, esas son las fortunas que se tienen algunas veces y otras veces no. En otros conflictos ya más afianzados, como va a pasar en Ucrania, existen esas figuras de los ‘fixer’, una persona local que hace de guía, intérprete y protege al corresponsal, y entonces empiezas a peleártelos con otras cadenas, a reservar. Es siempre muy complicado conseguir un buen fixer, porque los buenos siempre terminan trabajando con las cadenas más reconocidas y mejor pagas.
En esta ocasión encontramos a esta persona y trabajamos también con gente local, a donde llegábamos. Se puede trabajar desde el español, pero generalmente es muy importante contar con el dominio del inglés para trabajar desde ahí y pasarlo al ucraniano o al ruso.
¿Los periodistas colombianos están preparados para cubrir una guerra?
Tenemos la idea de que en Colombia no hemos cubierto una guerra, pero ahí partimos de un error. Colombia ha sido un país en conflicto y hay muchas regiones donde ir a esos lugares es igual en preparación y coordinación que para ir a cualquier otra guerra, porque no todas las guerras son de bombazos y de bombardeos. Hay guerras donde tu llegas y de pronto hay confrontaciones o hay violencia y es exactamente lo que puede pasar en muchas regiones de Colombia.
Lo que pasa es que claro, nos sentimos más cómodos porque conocemos códigos culturales, conocemos la lengua, sabemos cómo llegar, pero eso no significa que no haya que tener la misma preparación y la misma consciencia de que se está cubriendo una realidad que puede ser peligrosa o que puede ser inestable en cualquier momento.
A mí siempre me impresionó cuando empecé a cubrir Oriente Medio, yo nunca cubrí conflicto en Colombia y me llamó la atención que no teníamos la idea de que en Colombia nosotros también estábamos cubriendo un conflicto, de que había periodistas especializados en conflicto a pesar de que no se sentían especializados en conflicto.
¿Cómo se puede cubrir este conflicto desde Colombia?
Yo creo que acá hay una gran guerra de la información, pero hay una realidad: y es que hay un país autónomo, independiente, con sus fronteras, con un presidente elegido democráticamente y hay un país invasor.
No hay una realidad, las realidades no son ni blancas ni negras, ni uno es totalmente bueno, ni el otro es totalmente malo, hay muchas realidades dentro del terreno. En una guerra no se puede pretender que cualquier persona que esté involucrada en esas situaciones tan complejas no cometa delitos, es muy normal que eventualmente veamos que el mismo ejército ucraniano cometa delitos contra el ejército ruso.
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Aquí lo que es importante cubrir es la realidad de la población civil y el efecto de lo que está sucediendo. La destrucción, las consecuencias y abusos dentro de la población. En ese sentido, yo siempre diría a quienes están en Colombia que yo no me iría por las redes sociales. Si no estoy en el terreno para mirar con mis propios ojos y comprobar esta complejidad, miraría a los periodistas expertos, no estoy diciendo que ninguno de nosotros tenga la verdad, pero hay que leer a quienes están en el terreno contándonos lo que están viendo.
Más allá de las interpretaciones, que cada uno las tendrá, pero yo me iría a la gente que ha estado ahí de primera fuente. No me basaría simplemente en periódicos norteamericanos, porque ellos tienen su propia visión del mundo, yo haría un despliegue de medios y a través de eso contaría la historia, pero siempre basándome en las consecuencias y en el lado humano. Es importante tratar de buscar personas que han estado en el terreno y que conocen el terreno, lo que pasa en estos momentos es que aparecen miles de expertos a hablar de temas que no tienen ni idea.
Yo sigo pensando que los periodistas y los medios de comunicación hemos cometido muchos errores, en el pasado y en el presente, pero las personas que están ahí jugándose la vida en el terreno, contando lo que está pasando son seres humanos comprometidos con contar y describir la verdad, así que sigo creyendo firmemente en el valor del oficio del corresponsal en terreno y no de alguien que está sentado en su casa en Twitter, desvirtuando lo que le están contando los periodistas simplemente porque son periodistas o porque trabajan para un medio importante.
¿A quiénes consultar?
Catalina recomienda:
- Voces de expertos que están en el terreno y a través de ellos contar la historia.
- Varios medios están haciendo un gran trabajo ahora: EFE, El País, La Vanguardia tienen grandes corresponsales que saben cubrir Ucrania maravillosamente.
- También hay que leer desde Rusia lo que cuentan estos medios, no lo que dicen los medios rusos oficiales, sino gente que conoce Rusia y para eso yo recomendaría a personas como Pilar Bonet, que fue la corresponsal del tiempo en El País; a Rafael Poch, que fue el corresponsal de La Vanguardia; hablaría con los corresponsales que están en Rusia; hablaría con Álvaro Sierra, el director de France 24 que conoce a Rusia como nadie en Latinoamérica.