¿Cómo es su historia?, ¿cómo pisó la mina? y ¿cuáles fueron las consecuencias?, son algunas de las preguntas que responde, desde la voz de los médicos y los propios protagonistas, la investigación periodística “El hospital que atiende a los heridos por minas en el Catatumbo”.
El proyecto periodístico realizado por Karen Lorena Rodríguez en el marco de nuestro curso virtual “Conflicto, violencia y DIH en Colombia” recibió, el 2 de agosto, el Premio de Periodismo La Bagatela en la categoría Prensa en Villa del Rosario, Norte de Santander.
“Bibiano Angarita lleva 28 años al servicio de la medicina (…) pocos pacientes lo han marcado tanto como una niña de 12 años que, hace unos años, llegó herida por una mina antipersonal. “Nos preguntaba por su chanclita. Ella no había dimensionado que había perdido la pierna”, recuerda él con la voz entrecortada”.
Fragmento de la investigación.
Rodríguez comenta que el curso le ayudó a desarrollar su idea de investigación y entender que en el oficio la integridad de las víctimas debe estar por encima del amarillismo: “Aprendí a emplear un vocabulario adecuado para no revictimizar a los afectados, a entender el conflicto armado que libra nuestro país, las precauciones que se deben tener en cuenta cuando se hacen estos informes periodísticos y, sobre todo, a comprender la enorme responsabilidad que tenemos como periodistas”.
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La investigación se ubica en Ocaña, la ciudad más cercana a los once municipios que conforman la subregión del Catatumbo, en Norte de Santander, pero las historias se desarrollan, para ser más específicos, en el hospital Emiro Quintero Cañizares, el lugar donde llegan las víctimas de las minas antipersona.
“En mis visitas periódicas al hospital conocí a Jesús Salazar, él vende ensaladas de frutas y minutos de celular en la entrada del centro de salud. De su propia boca supe que, hace 20 años activó un artefacto explosivo por accidente”, así narra Karen Rodríguez el cómo fue dando con las historias de su investigación, donde con la reportería, asegura, entendió que no había nadie mejor que los médicos del hospital para llegar a los testimonios.
Jesús Salazar, víctima de las minas antipersona. Foto cortesía: Karen Rodríguez.
En el proceso de reportería tuvo que contactarse con los médicos, visitar la oficina de prensa y comunicaciones, para luego, solicitar autorización de la Empresa Social del Estado. “Ya con el aval pude realizar los primeros acercamientos, obtener los contactos telefónicos y coordinar con los médicos el momento apropiado para recolectar la información”, dijo Rodríguez.
Según algunos datos de la investigación, Norte de Santander es el quinto departamento del país donde hay más víctimas minas antipersona, siendo estos civiles. En los 11 municipios del Catatumbo se han registrado en promedio 25 víctimas cada año: “Lo más grave es que el 77% de esos accidentes se produjeron entre 2017 y 2018, es decir, después de que las Farc depusieran sus armas”, asegura la investigación.
“Era un hombre de escasos 20 años. La onda explosiva le dañó toda la pared abdominal y sus órganos quedaron en el exterior, no había piel. El paciente llegó vivo, pero falleció luego de 24 horas por todo el daño y porque estos artefactos llevan vidrios, clavos e incluso materia fecal(…)”.
Fragmento de la investigación.
Al preguntarle a Karen Rodríguez sobre el tipo de precauciones que se deben tomar al entrevistar a víctimas de minas antipersona, y personas en territorios en conflicto, ella respondió:
Hay que tener en cuenta que no todos están dispuestos a hablar de lo que les pasó, recordar a veces duele y el trauma, muchas veces, nunca se supera.
Buscar un lugar apropiado para realizar la entrevista (preferiblemente un lugar íntimo), saber qué preguntar y redactar sin ser amarillistas o contar sus intimidades es lo que se debe hacer.
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Por otro lado, entrevistar en territorios de conflicto es un tanto más complejo, ya que algunos lugares están vetados por los grupos armados ilegales, y en lo posible se debe tener el respaldo de una organización defensora de derechos humanos, llámese Defensoría del Pueblo o alguna ONG. No hay que olvidar que Colombia es uno de los países donde los periodistas corren más peligro.
“El día del accidente, el labriego cambió su ruta habitual para llevarle enseres a un hombre anciano de pocos recursos. El nuevo camino escondía una mina, que se activó a su paso.“Intentó pararse y caminar, pero se fue al piso. Le tocó arrastrarse dos horas hasta llegar a un sitio donde un señor lo ayudó, en una hamaca improvisada fue trasladado hasta el hospital de San Pablo y la ambulancia lo trajo hasta nuestra institución. Yo fui auxiliar en su cirugía. Él me pedía agua, pero no podía darle, no podía tomar nada… Perdió el miembro inferior derecho”.
Fragmento de la investigación.
Dentro de este fenómeno, el cultivo de coca es un patrón que se mantiene en las zonas donde hay minas antipersona. Según la investigación, como estas plantaciones son apetecidas por los grupos armados ilegales, las minas se presentan como un arma efectiva para proteger las matas y disuadir la fuerza pública.
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Frente a la noticia del Premio de Periodismo La Bagatela la periodista nos comentó:
Fue una gran sorpresa, sabía que mi historia era buena, pero también que tendría mucha competencia. Los premios se realizan desde hace 4 años, las primeras tres versiones fueron de carácter regional y en este 2019 pasaron a ser nacionales. Era un gran reto, pero finalmente fui seleccionada.
Ahora ese reconocimiento es mi mayor motivación y la prueba de que cada esfuerzo tiene su recompensa. Lo que comenzó con un curso virtual del Comité Internacional de la Cruz Roja y Consejo de Redacción me llevó a ser la ganadora en la categoría Prensa del Premio Nacional de Periodismo La Bagatela.