El relato de Bruno inicia con el rutinario día de Isabel, quien es bien recibida por sus compañeros y amigos; mientras que para su compañera de clases, Yuliana Dumasá, perteneciente a la etnia Dóbida, cuyo resguardo se ubica en Vigía del Fuerte, en el Urabá antioqueño, no es tan fácil mezclarse con sus compañeros.
Yuliana va a la escuela con una colorida paruma (burubá) y en su cabeza el chindau,“resulta una odisea sacarle una palabra de su boca”. Así empieza el cruce de historias de diversos personajes, con variados puntos de vista que ayudan a la comprensión de esta situación en los resguardos y las veredas “paisas” de Colombia, ya que: “en Antioquia las mujeres de los pueblos Embera y otros resguardos indígenas buscan formas de salir del ostracismo y reivindicar sus derechos. Expertos creen que la educación en saberes ancestrales combinada con los conocimientos occidentales, puede ser una respuesta válida». (Fragmento de la investigación)
Educación en Ituango
La educación en este Municipio (Ituango) se ve afectada porque en la actualidad las mujeres no étnicas se están haciendo cargo de la crianza de los hijos y el sostenimiento de las familias. Cerca del 80% de ellas son madres solteras, como afirma María Victoria Zapata Yepez, directora de la Institución Educativa Pedro Nel Ospina. Lo que conlleva a una interrupción en el proceso educativo y de crianza.
Lo llamativo, como lo relata Bruno, es que lo contrario sucede con las indígenas del resguardo Jaidukamá, pues, son constantes en el proceso de crianza. Sin embargo las oportunidades para ambas poblaciones femeninas son distintas, ya que las no indígenas cuentan con más posibilidades para estudiar y trabajar, pues el estado ha brindado la oportunidad de tener mayor interacción social. “De estos precisamente carecen las indígenas porque la socialización y las relaciones interpersonales, según la docente, están llenas de vacíos», dice Zapata. (Fragmento de la investigación)
El acceso a las escuelas
Zapata en su entrevista con Bruno, comenta que desde el 2007 la institución educativa está recibiendo indígenas interesados en terminar el bachillerato, y, que a lo largo de este tiempo, los graduandos hasta hoy han sido cuatro hombres y ninguna mujer, lo que “revela la complejidad de la situación de las mujeres embera en su formación académica”.
El acceso a la escuela se ve fragmentado debido a varios factores que expone Zapata, uno de ellos es el celo con que los indígenas tratan a las mujeres, no las dejan salir de los resguardos, otro motivo por el cual el proceso de escolarización se ve interrumpido es debido a las dificultades económicas, sin embargo la dificultad más notoria, como lo expone Zapata, es el temor ”(…) a soltarlas para que aprendan. No tienen confianza en el comportamiento personal e individual de ellas y prefieren concentrarlas en el resguardo”.
A lo largo del reportaje los actores exponen sus reflexiones y cuestionamientos. Sobre está amplia y compleja problemática, Bruno se encarga de fotografiar esta realidad para el lector.
Consejo de redacción habló con Constanza Bruno, quien explica el proceso de investigación, hace recomendaciones a los periodistas y reflexiona sobre el cubrimiento de estos temas en el país:
En el proceso de reportería, ¿cuál fue el principal reto al comunicarse con estas comunidades?
El principal reto fue el idioma, porque las mujeres del resguardo Jaidukamá, perteneciente a la etnia embera eyabida, no hablan el español. Fue necesario buscar en el municipio de Ituango a líderes de esa comunidad aborigen para que me ayudaran en la traducción. Aquí también tuve que tener la precaución de que los traductores fueran en su mayoría mujeres indígenas para evitar que las respuestas no fueran manipuladas por los hombres nativos, pues debo admitir que guardan mucho celo y son prevenidos cuando se les menciona el tema de equidad de género.
¿Qué recomendaciones puede hacerle a otros periodistas al indagar sobre este tipo de problemáticas con comunidades indígenas?
Indudablemente no solo se trata del reto del idioma, sino del procedimiento a seguir para entrevistar indígenas. Cuando nunca se ha hecho una historia sobre la vida de los indígenas, sobre todo de las mujeres, tendemos a cometer imprudencias por desconocer sus costumbres y culturas. Los periodistas que queremos abordar este tipo de historias creemos que solo basta con leer sobre el tema o consultar al antropólogo, pero en realidad algunas veces resulta necesario y productivo pagar la novatada para dejar de considerar que solo cuando creemos tener los insumos básicos, salimos a realizar las entrevistas, y no es así.
Lo anterior lo digo porque viajé de Medellín al municipio de Ituango a encontrarme con un líder del resguardo, quien luego me llevó a la casa indígena donde estaban mujeres de esa etnia, pero ellas no querían ser entrevistadas, no tanto porque no supieran hablar el español, sino porque ninguno del reguardo está autorizado suministrar entrevistas sin el visto bueno de la Organización de Indígenas de Antioquia (OIA). Así que tuve que aplazar estas entrevistas y aprovechar el tiempo escuchando otras voces como las de las asociaciones femeninas, los profesionales conocedores de esta cultura y líderes indígenas que me hablaron de sus tradiciones y problemáticas.
Al día siguiente me regresé a Medellín, que está a cinco horas de Ituango, para acudir a la Organización de Indígenas de Antioquia (OIA), con el fin de explicarle el proyecto CdR/Lab con Enfoque de Género y lograr que autorizaran a las indígenas hablarle a la prensa. Algo curioso de toda esta historia sobre equidad de género es que quien autorizó para acceder a las entrevistas con las indígenas no fue una mujer, sino un hombre, un consejero, pero esta es la realidad que estamos viendo y viviendo en todas las culturas del mundo.
¿Existe otro descubrimiento que haya realizado en la investigación pero no lo haya escrito en el reportaje?
Es un descubrimiento que incluí en esta investigación, pero no profundicé porque exige una investigación y publicación aparte. Se trata de los manuales de convivencia de los resguardos indígenas, que guardan mucha similitud con nuestra Constitución Política, es decir, solo son mamotretos de deberes, derechos y sanciones cuyos postulados no se cumplen en la realidad. En Antioquia hay 204 comunidades indígenas y no todas tienen manual de convivencia. Y como lo dio a conocer una de las consejeras, en algunas hay procesos más avanzados, donde se están dando sanciones en el tema del tema del aborto, discriminaciones y exclusiones en el de la homosexualidad. Aquí hay que hacer otro trabajo que requiere de mucho tiempo.
¿El periodismo investigativo puede contribuir en la apropiación pluricultural colombiana?
Por supuesto que sí, y una de las formas es haciendo visible estas historias de nuestras comunidades indígenas que están escondidas en los territorios apartados de las cabeceras urbanas. La inversión económica para acceder a estas historias vale la pena y debería ser un compromiso continuo por la deuda social que tiene el periodismo con las comunidades indígenas, que al igual que el Estado, le ha dado la espalda al no visibilizarlas. La mejor manera de empezar a hacerlo es retomar la sugerencia de los antropólogos que insisten en que la sabiduría de las comunidades indígenas, negras y campesinas no brindan títulos académicos, pero dan otro tipo de conocimientos que la academia nunca va a otorgar. Aquí hay un mundo para explorar y narrar.
¿Qué recomendación daría a otros periodistas que deseen abordar estos temas desde otros enfoques?
La mejor recomendación, más allá de leer y consultar expertos y líderes de los cabildos, es ir hasta los resguardos, compartir estas vivencias con los nativos, conocer su día a día y buscar historias en las que narremos las similitudes y no tanto las diferencias entre la cultura del mundo de occidente con la indígena. Sabemos que históricamente la primera ha permeado a la otra, y por ello esta dinámica ha adquirido nuevas realidades que hay que contar en todas sus facetas, es decir, narrar a la mujer indígena que prefiere salirse un poco de su tradición para aprender de otras culturas, y no porque quiera dejarla, sino porque quiere tomar lo que le interesa de ese otro mundo. Otro enfoque sería trabajar el escenario de equidad y equilibrio y no de equidad y conflicto entre hombres y mujeres, que es el que está trabajando la OIA para evitar más conflictos en los resguardos y empoderarlos en el tema de igualdad.
Lee aquí la investigación completa.
Conoce cómo se vivieron los encuentros de capacitación de este CdR/Lab Con Enfoque de Género:
- María Emma Wills, Nancy Prada y ONU Mujeres en primer día de Cdr/Lab Con Enfoque de Género.
- Sandra Sánchez y Fabiola Calvo en el segundo día de capacitación CdR/Lab Con Enfoque de Género.
- Así fue el primer día del segundo encuentro de CdR/Lab: Con Enfoque de Género.
- Así fue el segundo día del segundo encuentro de CdR/Lab: Con Enfoque de Género.