Este especial, que consta de siete capítulos, está presentado de manera interactiva, en la que el lector puede navegar por diferentes problemáticas que existen en la frontera colombo-venezolana, fue realizado en el marco de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, del International Center for Journalists (ICFJ), en alianza con CONNECTAS.
La ruta que se recorre va acompañada de un video resumen, en el que con imágenes inéditas, se ilustra una gran problemática en la frontera. El recorrido es: En el corazón del contrabando, un río bajo el control del ELN, el poder de las bandas criminales, la trocha de los pelusos EPL, gasolina con sello militar, la guerra en las calles por la gasolina, y los niños chupadores.
(gráfico interativo del especial)
En el corazón del contrabando
El recorrido del país comienza en Puerto Santander, allí, los reporteros documentan la magnitud del contrabando en la frontera. Extorsionistas (indígenas guajiros), El Clan del Golfo, Los Pelusos (disidencia del EPL), ELN, y la Guardia Nacional Bolivariana, todos están allí presentes, en un lugar que no es de nadie.
«Las únicas veces que advertimos la presencia del Estado es cuando los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana aparecen para extorsionarnos. Por lo demás, son los diferentes grupos armados ilegales colombianos los que ejercen control no solo en la frontera, sino en amplias zonas del territorio venezolano». (Fragmento de la investigación)
Un río bajo el control del ELN
«Casi dos horas después de iniciado el recorrido en lancha por el río Tarra, en el sur del estado Zulia, registramos lo que algunos saben, otros presumen y los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro llevan años negando: el control territorial que ejerce la guerrilla colombiana del ELN decenas de kilómetros adentro de Venezuela». (Fragmento de la investigación)
La presencia del ELN en la frontera también es documentada por el País, cuyos reporteros tienen un encuentro directo con la guerrilla, cuando navegan por el Río Tarra. Esta guerrilla, luego de la desmovilización de las Farc, intenta tomar los territorios que antes tenían, sus principales actiividades económicas son el contabando y el narcotráfico.
El poder de las bandas criminales
«Con el desabastecimiento de alimentos en Venezuela, por este paso internacional llegan diariamente entre 15.000 y 20.000 personas al municipio de Puerto Santander (Norte de Santander), procedentes de los estados Táchira, Mérida y Zulia. Todos pasan conscientes de que además de sus gastos, deben separar el dinero para pagar esta suerte de ‘impuesto al hambre’ a supuestas bandas criminales colombianas»
La trocha de los pelusos
‘La pika del dos’ es una trocha de contrabando. Por esta trocha se llega a Tibú, y ha sido gran paso de tráfico de drogas, gasolina, y economías ilegales. Este camino está custodiado por Los Pelusos, la disidencia del EPL, desmovilizados en los 90. Esta carretera es la única por la que se puede llegar a Colombia en carro desde Venezuela, desde que el presidente Maduro cerró las fronteras. El País recorre esta trocha vigilada tanto por los Pelusos, como por el ELN.
«Los Pelusos tienen más de 400 hombres entre el Catatumbo y el territorio venezolano, según fuentes militares en Colombia; obedecen órdenes de alias Pácora y esta organización criminal está dedicada especialmente al narcotráfico, el tráfico de combustible y la extorsión a los contrabandistas». (Fragmento de la investigación)
Gasolina con sello militar
«La ruta entre el estado Táchira y la alta Guajira venezolana debe ser de los pocos lugares en el mundo donde los contrabandistas pueden decidir la persona que los estafe: los indígenas guajiros por sus trochas o la Guardia Nacional Bolivariana en sus retenes militares. En este punto de la geografía venezolana es casi imposible salir con el bolsillo ileso de la veintena de puestos de control militar que habremos de encontrar. Por eso acatamos el consejo del conductor que nos lleva a Maracaibo, de sacar aparte un fajo de bolívares para irlo repartiendo proporcionalmente en el camino». (Fragmento de la investigación)
La guerra por el combustible
Debido a la magnitud del contrabando de gasolina, el gobierno de Maduro instauró un chip, que mide una cantidad determinada de gasolina que un carro puede tanquear. Sin embargo, esto abrió puertas a una guerra por el combustible, pues el contrabando creció, y la gente que busca gasolina debe pagar «favores» y someterse a largos procesos para conseguir algo de combustible.
«Con la instauración del chip, que automáticamente le dice a la máquina la cantidad de gasolina que puede llevar y si le corresponde o no un turno de llenado, ya las ganancias que genera el tráfico de combustible no son exclusivas de los contrabandistas. Ahora se reparten entre muchas personas como el Flaco, miembros de la Guardia Nacional, empleados de estaciones de servicio, controladores y oficiales de la Policía». (Fragmento de la investigación)
Los niños chupadores
Los niños chupadores son el resultado del contrabando de gasolina en la frontera. Estos niños son usados para chupar de los tanques de los automóviles la gasolina que estos llevan desde Venezuela hasta Colombia, para vender ilegalmente por sólo algunos dólares. Un camión repleto de gasolina puede valer no más de cinco dólares en la frontera venezolana. Así, estos niños, cada día, exponen sus vidas y su salud, para hacer algunos bolívares extras y lucrar un negocio ilegal.
«Una cuadrilla de hombrecitos entre 8 y 16 años de edad apostados a los costados de la vía para negociar con los contrabandistas el precio del combustible que traen en sus tanques tras un recorrido de tres horas desde Maracaibo hasta este punto cercano de la frontera con Colombia. (…) El contrabando de combustible en la frontera es un negocio lucrativo que mueve más de tres millones de dólares cada mes y evidentemente Jimmai no es quien se lucra de él». (Fragmento de la investigación)
Hablamos con El País sobre esta investigación, los riesgos a los que se enfrentan los reporteros para hacer este tipo de investigaciones, las reacciones que causan especiales como este, y las grandes lecciones aprendidas.
¿Cuál fue la metodología que usaron para hacer la investigación, la producción de la historia, y al final la posproducción del micrositio? ¿Cuánto tiempo les tomó hacer todo el especial?
Este proyecto fue convocado por el International Center for Journalism, con la plataforma CONNECTAS, hicieron una convocatoria para periodistas que querían hacer investigaciones, ellos las financiaban. Entonces El País presentó la propuesta de hacer este trabajo, y una de las condiciones era que involucrara a dos países. Luego de que nos aceptaron la propuesta, pretendíamos hacer un viaje a la frontera del contrabando, sólo enfocarnos en eso, tratar de documentar cómo se mueve ese contrabando por entre las trochas, y cómo pasan la gasolina, los víveres, y los productos de la canasta familiar de Venezuela hacia Colombia, y mirar si ese contrabando era tan grande como para que en el país hubiera un desabastecimiento. Luego de que preparamos los recorridos, nos encontramos con que la historia nos cambió, y cuando fue el equipo periodístico, nos fuimos encontrando con los actores colombianos, con las bandas criminales, con la guerrilla del ELN actuando en suelo venezolano, de mano con la Guardia Nacional Bolivariana. En tiempo este especial nos tomó aproximadamente tres meses.
El especial está dividido en siete capítulos. ¿De dónde surge la idea de presentar la investigación por medio de un mapa, a manera de ruta, en la que se van mostrando, capitulo a capítulo, el camino de todo lo que está sucediendo en la frontera? ¿Tiene alguna intención especial mostrarlo de esa manera?
El recorrido en la forma que está es cronológico, empezamos en la zona Táchira, en la parte baja, frontera con Puerto Santander, y fuimos haciendo el recorrido por territorio venezolano hasta la alta Guajira venezolana, hasta el municipio de Paraguaipoa.
Las situaciones se fueron presentando en cada uno de los sitios en los que están en el mapa. Así que surgió la idea por los desarrolladores de EL País de que podría ser el navegador y tener de una vez un mapa del recorrido. Lo vimos como quedó y nos pareció que era un buen trabajo y que nos ahorraba un espacio. Nos gustó muchísimo.
El especial contiene imágenes muy reveladoras, grabadas a escondidas, que son primicia de El País. Aunque son la gran prueba de lo que está sucediendo, se puede ver el grado de peligro al que se exponen los reporteros que fueron a hacer la investigación. Se cruzan con guerrilla, con bandas criminales, con extorsionistas, con la Guardia Nacional Bolivariana. ¿Cuál es el límite de un periodista al momento de hacer una investigación escondida como esta? ¿Cuánto se debería exponer una persona para lograr pruebas que puedan soportar una denuncia como esta?
En este caso nosotros íbamos a hacer un trabajo de contrabando, era el propósito central, imaginamos que el riesgo que corríamos es que las bandas de contrabandistas no quisieran que nosotros estuviéramos o que fuéramos a grabar. Pero la misma historia nos fue llevando a unos sitios en los que nos encontramos cosas inesperadas. Nosotros no íbamos buscando bandas criminales, no estábamos buscando al ELN, no buscábamos extorsionistas, o corrupción en la misma Guardia Nacional Bolivariana. Esas situaciones las encontramos en el desarrollo del trabajo, y ya lo único que pudimos hacer nosotros como periodistas fue sortear cada una de esas situaciones. Lógicamente se corrió más riesgo del que pensábamos que podríamos encontrar en el desarrollo de esta investigación, pero finalmente logramos grabar muchas de las cosas que ha negado Venezuela siempre, logramos registrar la presencia de grupos colombianos armados allá, y registramos la Guardia Nacional Bolivariana como parte de una organización criminal más.
¿Qué reacciones han recibido después de la publicación de este especial? (de la gente, de los grupos guerrilleros, de las bandas criminales, del gobierno colombiano y venezolano)
Este es un informe que se publica en el Diario El País de Cali, pero que la connotación más fuerte la debería tener Venezuela. Somos un medio regional, sin embargo, hubo un seguimiento de medios venezolanos, Caraota Digital, Runrunes, El Nacional, y en portales de periodistas y generadores de opinión en Venezuela. El informe se conoce allá, pero hasta el momento desconocemos si hay reacciones del gobierno venezolano. Y de parte del gobierno colombiano no hubo una reacción como tal, pues las denuncias se centran en lo que ocurre al otro lado de la frontera, pero sí hubo eco del informe de muchas personalidades y generadores de opinión en Colombia.
¿Cuáles son las grandes lecciones aprendidas haciendo este especial y cuáles son los retos que vienen luego de publicar una denuncia como esta?
La primera grande lección que nos deja es que los periodistas debemos trabajar para sortear de la mejor manera las situaciones que se nos van presentando, porque a aveces salimos a hacer una cosa y terminamos haciendo otra. Aunque habíamos hecho un estudio previo en el territorio, no pensamos que habría un riesgo mayor al que nos exponíamos. Seguramente si hubiéramos sabido del riesgo, no hubiéramos hecho el informe en la manera en el que quedó. Pero el tema de estar preparado para improvisar en ese tipo de situaciones es una de las lecciones que nos dejó ese informe.
El periódico El País ha estado muy centrado en hacer periodismo de datos y periodismo digital, esa es una meta que tenemos. De hecho por el primer trabajo que hicimos de datos, en el que tuvimos la asesoría y el acompañamiento de Consejo de Redacción, estamos nominados al Premio Gabriel García Márquez.
Me parece fundamental que los medios de comunicación en Colombia, especialmente los medios regionales, le apuesten a este tipo de iniciativas. No sólo por que es lo que actual en el periodismo mundial, sino porque un medio de comunicación que se niegue a dar el salto a estas nuevas tecnologías, sencillamente, tiende a desaparecer.
Mira el especial completo aquí.