Esta investigación cuenta con recursos audiovisuales, que permiten que el lector abarque esta problemática desde una mirada completa.
Con una galería fotográfica comienza el viaje por Tumaco, “El Colombiano recorrió esta localidad durante cinco días…” donde abre al primer capítulo de la investigación ‘Sin cocaína peligra la comida’. El equipo de trabajo, a partir de las voces de los labriegos, los agricultores y la comunidad, hace un análisis de cómo el Estado y la ONU presentan alternativas de cultivo para la comercialización que no deja suficientes ganancias para la manutención de las familias en Tumaco, es así cómo uno de los labriegos afirma que “con hambre no va haber paz”, y explica que sin la hoja, la microeconomía de este sector apartado de Colombia se vendría abajo, “conversando con sus habitantes de cara al posconflicto no es descabellado decir que lo que ocurra en esta zona será un paradigma de lo que pasará en el resto de Colombia”.
Los habitantes, como en la mayoría del campo colombiano, viven en permanente vilo, debido a que las fuerzas armadas estatales, las guerrillas y los paramilitares son un riesgo para la comunidad, así como el Presidente Santos afirma “que el crimen organizado y el narcotráfico son las principales amenazas para una reinserción exitosa de los insurgentes, lo que pone a Tumaco en el centro de la problemática, pues allí confluyen todos los grupos armados, locales y transnacionales.”
‘Miedo al desarme’, el segundo capítulo de este especial, relata la delicada situación de los tumaqueños, que está adjunta a “una crisis social ligada a la extrema pobreza y la inestabilidad política” por la que atraviesa Tumaco por estos días. Sumado a ello, las pocas garantías que proporciona el Estado, puesto que con el desarme de las FARC, los campesinos se sienten desprotegidos con la llegada de otros grupo armados, como “Los Urabeños”. Así, en este capítulo, el lector encuentra las dificultades que están viviendo las economías ocultas de la Colombia, que aún no siente la paz.
La segunda entrega de esta investigación, “Jauría de narcos se disputa “la perla del pacífico”, abarca el conflicto que existe alrededor de la exportación y el cultivo de la coca en la población campesina de Tumaco por parte de los grupos armados ilegales. Este relato empieza con las cuentas de Lisandro, un campesino de la región quien explica que “cada dos meses, uno saca 300 arrobas de hoja en la cosecha, que le generan unos $6 millones. Hay que repartirles a los raspachines y a los que la transportan, y apenas queda para sostener a la familia de uno. El campesino cocalero solo gana para subsistir, no es rico”.
Es así como inicia el viaje por este desolado municipio de colombia. Las hienas de la coca; Pistolas al acecho y Mercado Negro son apartados importantes de este especial, con el fin de abordar la primera parte de esta investigación. Cada uno de estos subtítulos trae consigo estadísticas, entrevistas, galería fotográfica y contenido audiovisual muy pertinente para explicar la situación que se vive en el territorio.
La última parte de este especial “Narcos extranjeros patrocinan el robo de crudo en Colombia”, el enviado especial a nariño, Matta inicia al lector con un video de 10 minutos, Tumaco, el reto del posconflicto, donde muestra las condiciones de vida de los tumaqueños y explica desde la fotografía y el audio el problema que atraviesa el territorio y sus habitantes debido al hurto de crudo, la exportación de la coca y el negoción y venta de los excedentes de los hidrocarburos auspiciado por los Narcos y los capos extranjeros. Desde la voz de Bernardo inicia esta segunda entrega, quien cuenta que ““los duros” viven en fincas alejadas de la vía principal, donde entre las frondosas hectáreas de coca y los laboratorios clandestinos, atienden cada dos meses a forasteros que conversan con el acento de las telenovelas y prefieren beber tequila en vez de aguardiente.”
Alquimistas del crudo, es el primer capítulo de esta última parte, donde El Colombiano explica cómo se da el robo de crudo en los oleoductos de Ecopetrol, por parte de los obreros que trabajan para los Capos y cómo sacan productos como el Cochinillo y Exano que son derivados del hurto del oro negro, que son usados como combustible y como solvente de la hoja de coca. Patrocinio extranjero, relata la inversión ilegal extranjera de ecuatorianos, guatemaltecos, mexicanos, panameños y costarricenses quienes se pelean la posesión de estos productos (el cochinillo y el exano) y la mano de obra, sin importar el daño ambiental y de eso precisamente tratar el capítulo Economía familiar, que explica cómo la situación se vuelve macabra ya que esta fiebre del crudo conlleva al derramamiento de los desechos que extraen al agua, Jonas explica que la recuperación al daño del ecosistema de Tumaco tardará aproximadamente 10 años y cómo, pese a este asesinato consciente y sistemático de la flora tumaqueña por parte de esta presión ilícita, se ha convertido en sustento de las familias de este sector, aunque se obtengan “buenas” ganancias, el campesino que cultiva la hoja de coca nunca se va a ver enriquecido porque todo se va en “impuestos”. Desabastecimiento, son las líneas que finalizan el relato, donde Matta y su equipo explican que el “frenesí por el cochinillo ha llevado a los “duros” a comprar hasta 50 canecas cada vez que llegan los carrotanques a abastecer las estaciones de gasolina, lo que deja en aprietos al resto de ciudadanos”.
Cuenta el periodista, que “la fiebre de “oro negro” no solo termina con derramamiento de combustible en el sector, también de sangre.” porque cuando se trata de coca y gasolina, los “duros” no perdonan”.
Hablamos con Nelson Matta, periodista de El Colombiano, quien nos contó sobre sus técnicas investigativas y brindó consejos a otros periodistas con el fin de abarcar estas temáticas.
¿Cuál es la mejor técnica para entrevistar a comunidades que están inmersas en el conflicto?
Es esencial decirles la verdad sobre el trabajo, en qué consiste el reportaje y qué aspecto del mismo se tratará con esa comunidad. A veces, por temor a ser rechazado, el periodista miente o dice la verdad parcializada sobre el propósito del reportaje. Esto genera desconfianza y limita su labor, pues omite preguntas para no revelar qué hará con la información. Es por eso que la mejor técnica es explicar muy bien a esa comunidad en qué consiste la investigación.
¿Es necesario generar vínculos entre periodistas para la divulgación de historias como Tumaco, la central mundial de la cocaína, para la construcción de una cultura de paz y reflexión?
Sí, es necesario, pero no solo para construir una cultura de reflexión, sino porque este tipo de investigaciones se convierten en un insumo para trabajos periodísticos de otros colegas. De esta manera, el conocimiento circula entre más ciudadanos, y a medida que más personas conozcan la problemática, es más factible que la sociedad encuentre soluciones a la situación.
¿Qué cree que representa Tumaco para el resto de Colombia?, ¿qué enseñanzas deja la coyuntura y su población al proceso de implementación de los acuerdos?
Como lo planteamos en la misma investigación, Tumaco es un laboratorio para el posconflicto. Si la implementación del Acuerdo de Paz fracasa allí, no hay esperanza para el resto del país. La razón es que en Tumaco confluyen en un mismo espacio todas las problemáticas de Colombia: actores armados, narcotráfico, subdesarrollo social, atraso en infraestructura, abandono del área rural, corrupción, entre otros. De hecho, allí los residentes siguen padeciendo el conflicto armado, a pesar de que en gran parte de la nación ya cesó. Es una verdadera prueba de fuego para las promesas que ha hecho el Gobierno después de las conversaciones de La Habana.
En el trabajo de campo es importante resaltar el profesionalismo, sin embargo, ¿esta historia les ha llamado a otro tipo de reflexiones que no abarquen necesariamente el campo periodístico?
Más allá del producto periodístico, supimos que la investigación generó dos reacciones: por un lado, habitantes de Tumaco utilizaron la publicación como motor de denuncia, pues allí se habla de fenómenos delincuenciales que ellos temen denunciar por miedo a retaliaciones de criminales; y a partir del producto periodístico hicieron un llamado al Gobierno Nacional para que no se olvide de sus problemas.
Y de otro lado, supimos que la publicación se convirtió en tema de análisis del Comité de Inteligencia interagencial de Tumaco, en el que participan miembros de la Armada, la Policía y el Ejército.
¿Qué recomendaciones les hacen a los periodistas para abordar este tipo de problemáticas?
Primero, hay que hacer una buena reportería previa, enterarse de qué sucede en el área y cuál es el contexto social y de seguridad; segundo, acatar las recomendaciones de los residentes en la zona, ellos saben qué caminos es mejor no tomar y, si el periodista se gana su confianza, se pueden convertir en sus protectores; y tercero, no hay que descartar ninguna hipótesis hasta no confirmar la última pista, si uno tiene mente abierta, puede descubrir conexiones que al principio no imaginaba.