INVESTIGACIÓN DESTACADA

Caracas sin filtro: el relato del hambre

Ginna Morelo, #AsociadaCdR y ganadora del premio Simón Bolívar al periodista del año (2018), centró de nuevo su trabajo periodístico en la crisis venezolana, pero esta vez desde el hambre, la salud y la política. Conoce cómo la Unidad de Datos del periódico El Tiempo desarrolló la investigación y cuáles fueron los hechos más difíciles de sortear.

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Caracas sin filtro: el relato del hambre
Febrero 21 de 2019

“Esta situación es tan fuerte que tienes que decidir a quién ayudas primero”, así describe, en la investigación, la exreina venezolana Antonella Massaro, la crisis de hambre que vive su país; la misma frase que se aplica para el trabajo de la Unidad de Datos de El Tiempo, quienes le apuestan a reportear la crisis del país vecino, de nuevo.

Después de la entrega de Venezuela a la Fuga y su resonancia con el reconocimiento en el Premio Iberoamericano de Periodismo Gabriel García Márquez, llega un reportaje que centra su mirada investigativa en el hambre que sufre Venezuela, la crisis en la salud y la situación de la política.

 

Caracas es el punto de desarrollo de este trabajo multimedia en el que se muestra, en cuatro capítulos, la pobreza, enfermedades y las condiciones con las que tienen que convivir los presos políticos y ciudadanos para conseguir alimento, y sobrevivir sin las condiciones básicas.

Según datos de la Encuesta sobre Condiciones de vida en Venezuela (2018) el nivel de pobreza en Caracas equivale al 34,0%, esto comparado con el 74,5% que tienen las ciudades pequeñas y caseríos, sin embargo la pobreza se experimenta en todo el territorio nacional.

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Foto cortesía: Cristian Hernández.

Para el hambre en Venezuela los datos son escasos: en la página del Ministerio del Poder Popular para la Salud, solo están publicados informes de mortalidad materna e infantil hasta el 2009, fecha en la que la crisis no mataba a causa de no tener comida.

Frente a la falta de alimentos, en el 2016, el gobierno de Nicolás Maduro creó los Comités Locales de Abastecimiento y producción, quienes entregan casa a casa las cajas de CLAP: alimentos prioritarios que se entregan en una caja como única forma de recibir comida.

Alimentarse en el país vecino se convirtió en algo alternativo. Así, ahora las arepas se deben hacer de batata y las empanadas de plátano; esperar a que en la caja CLAP llegué lo necesario; y en ocasiones, cambiar el sitio donde se come, es decir: irse de la mesa de la casa para alimentarse en las calles o basureros de la ciudad.

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Foto: El Tiempo

No tener comida, se convirtió en el común denominador del “país de las filas”; no conseguir medicamentos, en la rutina diaria; llamarle carne vegetal a la cáscara de plátano, el nuevo léxico y tener miedo pero ganas de hablar, el mayor dilema de los venezolanos.

Las mujeres son la voz más fuerte de esta historia, donde con su ayuda se relata el hambre desde los que aún tienen comida y eligen entre darle de comer a sus amigos o a los que “más lo necesitan”, los que tienen que sortear sus días con enfermedades y escasez, y los que viven sin alimento tras las rejas.

Sin cifras y con el riesgo que representa para un periodista cubrir la crisis de Venezuela, Caracas sin Filtro muestra el hambre y la realidad de los presos políticos desde historias reales, que en diferentes contextos, llegan al mismo punto: niños, hombres y mujeres muriendo.

 

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Según Voa Noticias, los opositores estiman que hay cerca 100 presos políticos en Venezuela. Foto: Vea Noticias.

Consejo de Redacción habló con Ginna Morelo, directora de la Unidad de Datos de El Tiempo, quien narró los retos y anhelos de este reportaje que busca visibilizar otra cara de la crisis.

¿Por qué seguir contando la crisis de Venezuela y qué falta por contar?

Porque es un tema que tiene que ver con Colombia. La crisis política del país suramericano ha tenido consecuencias para la región y el mundo, cuatro de ellas: la migración acelerada y abrupta; las fracturas en las relaciones políticas de los países de América Latina; las enormes implicaciones económicas por la quiebra de un país rico; las afectaciones en la salud y las condiciones dignas en la vida de los venezolanos. No son asuntos menores y requieren una cobertura periodística permanente. Venezuela es ya una agenda y estamos llamados a cubrirla como debe ser.

Falta por contar muchísimo. Un breve ejercicio: la cara de la migración no solo hace referencia a lo que el país vecino pierde, sino lo que también gana el nuestro, empresarios y académicos se insertan en nuestro país.

 

¿Qué motivó a que el hambre, la salud y la política fueran el centro de esta historia?

Planear una historia parte de formular una hipótesis y preguntas acotadas y delimitadas. Acostumbro a desarrollar las investigaciones y coberturas a partir de la planeación en una matriz. Y a ella llego tras la pre-reportería con expertos. Los elementos que identifiqué luego de Venezuela a la fuga, el país que migra, que huye; se enfocaban en saber y conocer lo que ocurría con la gente que se queda, lo que le pasa, lo que siente, lo que vive; y en medio de todo ello dos elementos eran claves, las necesidades básicas como la alimentación y el acceso a los servicios de salud, y las enormes contradicciones políticas que acuñan estos problemas.

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En la imagen se ilustra el precio en bolívares de un kilo de carne. Foto cortesía: Reuters

Dentro de los viajes que se tuvieron que realizar para el cubrimiento, ¿cómo manejaste el tema de seguridad? Sobre esto, ¿qué opinas sobre lo que ocurrió con Maureen Barriga, Leonardo Muñoz y Gonzalo Domínguez?

A Venezuela no entré como periodista, porque si lo hubiese intentado no lo habría logrado. Me presenté como una ciudadana más que visita el país. Tuve precauciones como trabajar con una fixer y un conductor de absoluta confianza, al tiempo que construir una red  de apoyo con varias personas, para temas que iban desde la seguridad hasta la salud. Tengo ciertos problemas y debía preveer cualquier cosa en ese sentido, más en un país donde no hay medicamentos ni médicos disponibles como uno quisiera.

Maureen, Leonardo y Gonzalo vivieron y sufrieron la angustia de trabajar en un territorio complejo, como me correspondió a mí. Y a eso estamos expuestos los periodistas en muchos lugares del mundo. Afortunadamente la cosa no pasó a mayores.

Mira un fragmento de Caracas sin filtro: Vivir a la espera: Las ´colas`, los cambios, el sustento

Internamente, ¿cómo están desarrollando su papel las mujeres venezolanas?

Lo que están viviendo los venezolanos es duro. Tanto los que se quedan como los que se van están viendo cómo se les escurre, como agua entre las manos, todo un país, la vida misma, y eso tiene unas consecuencias difíciles para ellos y para quienes creemos que debemos darles la mano porque están aquí, con nosotros, porque ya son parte de nuestro país. Las mujeres hacen parte de este grupo poblacional que tiene que ver partir a sus hijos, que no tiene para darles de comer a los que se quedan, que se rebuscan para sobrevivir con el dolor y también la esperanza de que las cosas cambiarán. Otras lloran a quienes están en las cárceles o desaparecidos, porque esta historia comienza a dar cuenta de este tema que también deberá ser investigado y contado.

 

¿De qué manera se hizo el contacto con las fuentes oficiales y periodistas aliados?, ¿alguno no quiso atender?

Hubo mucho de entrevistar sin preguntar en Caracas sin filtro, de estar, escuchar, ver y luego decidir entre lo vivido, lo que sería contado. Eso para mí es clase y quiero hacer énfasis en ello, porque también hace parte de la planeación. Muchos de los contactos los hice de cero, están en las calles y abordando a los protagonistas. Otros fueron previamente contactados a partir de personas que están en el país, que son de allá y que tienen más clara la fotografía de Venezuela.

En cuanto al acceso a fuentes oficiales fue imposible. No hay derecho a ello a menos que tu construcción periodística sea previamente censurada.

¿Por qué las personas deben leer y ver este especial?

Porque Venezuela lo necesita, porque la información que allí explicamos es valiosa, porque construye empatía, solidaridad y no da lugar a la xenofobia, porque se elaboró con respeto y compromiso.

Lee el trabajo original acá.

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