Las mujeres de Caño Indio: la esperanza de paz que renace en el Catatumbo

Fueron 317 los excombatientes de las Farc que se acogieron al acuerdo de paz en 2016 para cumplir con la dejación de armas en el Catatumbo colombiano. Allí se establecieron dentro de lo que hoy es el AETCR (Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación) Caño Indio, en el municipio de Tibú, en el departamento de Norte de Santander.

Casi cinco años después, quedan más de 50 personas en este lugar, de las que unas 15 son mujeres en proceso de reincorporación, sin contar las que han llegado como parejas de los excombatientes. Vale recordar que un censo de la Universidad Nacional de Colombia* contaba un 77 % de hombres frente a un 23 % de mujeres en un universo de más de 10 000 excombatientes de las Farc-EP.

El paisaje civil

Cuando se llega al AETCR Caño Indio, una valla bastante desteñida da la bienvenida al lugar. Sigue una cancha de tierra donde juegan fútbol y voleibol, allí comparten frecuentemente los otrora guerrilleros con la comunidad aledaña en sana competencia.

Hay varios establecimientos recreativos con mesas de billar y restaurantes. Los fines de semana el estruendo de la música debe ser inexorablemente soportado por todos los excombatientes, puede que para algunos sea necesario exaltar el ambiente festivo después de tantos años de guerra obligada.

Dos salones abiertos, uno a cada lado del camino de entrada, empiezan a definir el paisaje que también protagonizan el salón de enfermería y la biblioteca. Pero el colorido y sentido de varios murales son los que ubican a cualquier foráneo: algo sucede con la paz allí, algo pasó con la guerra aquí.

Una historia de guerra atravesada por casi seis millones de desplazados internos, de acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica. De todos estos, aproximadamente un 60 % son mujeres, según un informe de la ONU, publicado en 2016. Colombia es hoy el segundo país con mayor desplazamiento forzado interno, después de Siria, pero por muchos años fue el primero.

Durante el recorrido por el AETCR Caño Indio es posible encontrarse con las ojeras amarillas, la panza azul brillante y el plumaje arcoíris de algunos pavos reales que se desplazan a lo largo y ancho de todo el terreno arenoso.

Palabras como cambio, sueños y, por supuesto, paz, junto a composiciones utópicas como el dibujo de un niño cabalgando un gallo, destacan entre los mensajes que vivifican algunos muros del AETCR.

Más de 50 estructuras prefabricadas constituyen los módulos habitacionales que funcionan como hogares de los excombatientes. Y muchas dinámicas de la vida en la montaña pudieran tener parecido con estos espacios, por ejemplo, los baños siguen siendo compartidos y los lavaderos conminan a los rituales de la tertulia, pues están dispuestos de manera conjunta.

Y dentro de toda esta configuración tangible que busca organizar la nueva vida de los excombatientes, este territorio de tan hostil clima guarda una preeminencia de loables ideales que se expresan en las convicciones y hasta en los mismos miedos con los que las mujeres del AETCR Caño Indio siguen superando el desafío de adaptación a un mundo que se supone civilizado.

Estas son las historias de ocho de las mujeres que viven hoy en ese espacio, donde a pesar del olvido y de la falta de apoyo, todas las fichas siguen apostadas por la paz de Colombia.