Aunque el término no es tan reciente, las palabras fake news (noticias falsas) tomaron revuelo en 2016 durante la campaña de las elecciones presidenciales de Estados Unidos entre Donald Trump y Hillary Clinton, y hace referencia a las mentiras y datos imprecisos que circularon en ese entonces y que terminaron impactando la votación.
Pero como dijimos antes, el término tuvo su primer punto de inflexión en la historia durante la Primera Guerra Mundial (1914) y hasta la Segunda (1945), donde lo que se buscaba era que la ciudadanía aceptara las decisiones militares, hecho que se logró a través de la propaganda y las noticias falsas.
Resultado de búsqueda del término Fake News en Google Books.
Sin embargo, y a pesar del auge en la búsqueda y uso de este término, existen dos significados más que son ignorados y que tienen que ver directamente con este fenómeno, ya que sin desinformación no hay noticias falsas, y con las Fake News se crea la necesidad de combatirlas.
Según la revista Forbes el término Fake News hace referencia a la información deliberadamente falseada o confusa, usada para intentar manipular las creencias, emociones y opiniones del público en general. En la imagen, María Clemencia de Santos durante las elecciones del 2018. Foto: revista Semana.
El término desinformación deja claro que no solo se está hablando de información errada, sino de información intencionalmente errada, o como se aclara en nuestra guía: “Es la diseminación coordinada de información engañosa que busca impactar el comportamiento de la ciudadanía, en particular cómo vota en elecciones, o cómo actúa en otros ámbitos públicos”.
¿Cómo combatir la desinformación?
Con periodismo de verificación de datos. La idea es verificar si lo que se publica (tanto en medios, como en redes sociales y en programas de mensajería) corresponde precisamente con datos comprobables. De esta manera, se busca evitar que la desinformación circule libremente y sin contrapesos, y facilitar que la ciudadanía se aproxime a la información que consume con una mirada crítica.
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El propósito final es que la información que consumen los ciudadanos para tomar decisiones sea más confiable. Y esto se logra revisándola, contrastándola o verificándola.
¿Qué es la verificación de datos?
La verificación o el chequeo de datos (“fact-checking” en inglés) es una metodología del periodismo a través de la cual se busca determinar la veracidad de hechos o datos.
La labor del periodismo de chequeo de datos es cuestionar todo lo que se publica, corroborar si es verdadero o no y explicar por qué se llega a esa conclusión. De esa manera se espera fortalecer la labor del periodismo, así como la calidad de la información que circula en el discurso público.
El periodismo de verificación de datos no es un reemplazo del periodismo tradicional. El chequeo de datos depende de que se reporten afirmaciones, datos y cifras para revisarlos. Entonces, el periodismo de verificación de datos es un complemento al periodismo tradicional que busca enriquecerlo y ayudarlo a obtener mejor información.
Algunas de las características de estos medios es que se comprometen a explicarles a sus lectores su sistema de calificaciones y por qué llegaron a cada calificación individual. Esta transparencia es fundamental para crear confianza entre los medios de verificación de datos y sus lectores, pero también entre estos medios, los personajes y las instituciones públicas que verifican.
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La práctica de verificación de datos tiene como objetivo chequear el modo en el que los discursos públicos se condicen –o no– con los hechos y datos disponibles. A partir del análisis de fuentes y otras técnicas (como el entrecruzamiento de datos), el fact checking intenta dar a los ciudadanos más elementos para comprender la realidad y hacer un análisis crítico de lo que sucede. A partir de una apertura de datos y el acceso a la información, la sociedad es alentada a tomar decisiones más conscientes y es menos permeable a potenciales intentos de manipulación por parte de los líderes de los partidos políticos, las corporaciones empresarias u otras organizaciones.
Internet y la tecnología: ¿un puente para la desinformación?
Con las facilidades de internet y la popularización de las redes sociales, cualquiera puede hacer afirmaciones públicas sin tener que pasar primero por un filtro de contrapreguntas o revisiones. Algunas veces la información es falsa a causa de una equivocación de quien la difunde, pero en muchos otros casos, la información es deliberadamente errada y busca causar un efecto en particular en quienes la consumen.
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Internet ha generado una democratización de acceso a la información y una proliferación de datos públicos disponibles sin precedentes. Y esto, sin duda, ha facilitado la labor de los que crean la desinformación, pero también la de los fact-checkers quienes tienen acceso, casi inmediato, a bases de datos del Estado, a archivos de publicaciones periodísticas y a otras fuentes de confianza como enciclopedias, diccionarios o almanaques.
Antes del internet, el periodismo constituía una especie de “guardián” de la información que podía diseminar masivamente (lo que hacía en unos casos de manera más ética y responsable que en otros). Ahora, cualquier persona puede publicar lo que quiera y, con las herramientas adecuadas y un poco de suerte, puede también lograr que su información se vuelva masiva (o “viral”, como decimos en la época de las redes sociales).
Quienes esparcen desinformación usualmente parten de información verdadera y la descontextualizan, o la alteran, para así crear un efecto de confusión que se alinee con sus objetivos. Por eso, es importante para los verificadores de datos contar con herramientas que permitan determinar, por ejemplo, si una imagen ha sido alterada, cuándo fue la primera vez que se publicó un trino, o si la misma desinformación se ha publicado varias veces en diferentes medios o perfiles de redes sociales.
Descarga aquí la guía “Pistas para chequear” y conoce más sobre el tema