Dice el conductor del bote con la cabeza cubierta por una gorra de baseball y un pasamontañas de lana para protegerse de los 10 grados centígrados que sumados al viento frío generado por la velocidad de la lancha, me tienen tiritando en ese río turbio de las selvas del Putumayo, en el que voy al encuentro de una de las estructuras “disidentes” de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Son las 5 de la mañana y el sol es una promesa que se perfila entre la bruma que se levanta del agua.
A pesar de desear que sea una exageración, las 6 horas se quedan cortas para el recorrido por los meandros selváticos, tan profundos, llenos de animales y misterios que a veces le dan paso a alguna casa. La mayoría, rodeadas de sembradíos de coca.
Cuando el tedio empieza a reemplazar la ansiedad con la que me embarqué en esta madrugada, veo en un punto de la orilla a un joven vestido de verde oliva y colgando de su hombro un fusil AK-47, seguramente uno de los que están ingresando por las fronteras del sur de Colombia para seguir alimentando la guerra.
¿Cómo lograste contactar con el frente Carolina Ramírez para ir a hacer tu investigación?
En cuanto a la pregunta, en lo procedimental no te puedo responder nada porque es un asunto exclusivo entre la fuente y yo. Solo te puedo decir que ha sido un trabajo de más de cuatro años cuando empecé a oír el rumor de que eso fuera a pasar. Empecé a contactar a la gente, se hicieron varias hipótesis en su momento. Finalmente, tuve luz verde a través de algunos contactos, me desplacé a un sitio donde pude hablar con un emisario de las FARC y ahí me dieron las coordenadas para llegar a un punto y llegué al él.
—Mano, cómo le fue. ¿Muy largo el viaje? ¿Quiere una gaseosa?
—No gracias sumercé, largo el viaje pero nada que no arregle una buena estirada de piernas. Paso de la gaseosa y mejor le recibo agua. Le contesto mientras espero que esa agua que pedí me refresque, ya que el frío del que hablé se disipó al acercarnos al mediodía y en su lugar hay un calor pegajoso que me hace sentir como si estuviera dentro de un horno.
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Foto cortesía de Gerald Bermúdez
¿Cómo fue el primer contacto con las disidencias? ¿Sentiste que tu vida podría correr riesgo por algún comentario tuyo?
Como siempre sucede, cuando uno cubre conflicto, uno está a merced del grupo al margen de la ley que son los que lo llevan a uno, lo mueven a uno; ellos deciden si uno entra o no entra. Claro que sentí que mi vida corrió peligro, había sobrevuelos del ejército constantemente, estas personas hablaban de desembarcos del ejército. Si hay algo claro es que en medio de la guerra colombiana, la presencia de un periodista en el lugar donde hay un grupo armado, poco o nada le importa a las fuerzas armadas. El Derechos Internacional Humanitario es un adorno para la fuerza pública, incluyo a la policía y al ESMAD y a esto me refiero a lo que pasó en la Javeriana atacando al hospital.
Los encargados de la tienda son civiles que aprendieron a convivir con la guerra como lo señala uno de ellos —acá toca vivir de lo que hay y sobrellevar la situación. De todas maneras la guerrilla siempre ha estado en esta zona y es la realidad que nos toca vivir—. El noticiero de la mañana del canal RCN da cuenta de los operativos en los que cayó Cadete y un silencio sepulcral se cierne sobre Danilo y sobre otro comandante que prefiere omitir su nombre. Este comandante veterano me dice —prefiero morirme en el monte dando bala que andando en la calle desprevenido y sin poderme defender. Su charla es la de un hombre endurecido a punta de plomo y sangre.
—Cuando vimos que la guerra no se iba a acabar porque entregar las armas era estar desprotegidos, varios mandos decidimos no sumarnos a ese acuerdo. Sentimos que es una traición y el tiempo nos está dando la razón. No hay cumplimento, más de cien camaradas que sí firmaron han sido asesinados. Entonces así cómo quiere usted que nos entreguemos y además de que nos maten, dejemos que otros traicionen nuestra lucha. Si los comandantes Jacobo Arenas, Manuel Marulanda o Jorge Briceño estuvieran vivos las cosas se hubieran hecho diferente.
—¿Quiénes otros?—
Le pregunto mientras nos pasamos el encendedor para poder espantar los zancudos con el humo de los cigarrillos.
—Los que firmaron y ahora están en Bogotá, en el Congreso, figurando en las noticias. Los que nos dieron la espalda.
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Viendo la realidad de primera mano en el Putumayo, ¿cuáles consideras que pueden ser las principales implicaciones para este territorio con el rearme de las FARC-EP?
Queda patente que el Estado abandonó en sus territorios, queda patente de la implementación de los Acuerdo de la Habana no fue óptimo, no hubo cómo robarle espacios a la guerra. Existen todavía posibilidades y condiciones para que haya grupos con poder de fuego. El discurso de unas fuerzas militares rampantes, todo poderosas que se han vendido desde el 2002 no es cierto porque más allá de los bombardeos, el poder en tierra es difícil. Hay una guerra clara por territorios.
Foto cortesía de Gerald Bermúdez
Se organiza el campamento y Danilo da las instrucciones para el día siguiente. Los novatos van a empezar a recibir instrucción básica en formación, giros y entrenamiento físico. Toma un cuaderno que guarda en su morral y ahí anota los turnos de la guardia y de la cocina. El cerdo salado y el arroz aparecen en la noche y es el momento de descansar con el estómago lleno y cierta sensación de tranquilidad en el pecho.
Sin embargo, la guardia de las dos de la mañana regresa al campamento y avisa en voz baja que vio movimientos raros en el río. Danilo le responde que puede ser un animal grande, una danta o un jaguar tal vez, y que hay que estar atento por si es un miembro de las fuerzas especiales del ejército, o Zorro como lo llaman los guerrilleros. Ese ambiente de tranquilidad se quiebra cuando empiezan a resonar helicópteros en el cielo sobre el claro en donde estamos.
¿Qué garantías de seguridad tuviste para realizar este viaje?
Desafortunadamente en Colombia los entes que se encargan de la protección a los periodistas, primero están desfinanciados, Fabiola de Reporteros sin Fronteras trabajan con las uñas; La Flip está consiguiendo dinero pero se está metiendo en otros proyectos: capacitación, escuelas de periodismo, etc. Es una actividad reactiva, la Flip está cuando te pasa algo, te puede poner un abogado, hacer visible la situación pero preventivamente es deficiente: las veces que he hecho esquema de seguridad con la Flip me he dado contra al mundo al escuchar a la persona encargada preguntándome si es posible que yo, estando con un actor armado ilegal, me pueda comunicar cada hora por teléfono. Garantías de seguridad solo las que doy yo, encriptando mis comunicaciones, siendo muy cauto en la aproximación a la fuente y las garantías que tengo de ese grupo, debo decir que todas las veces que he estado en zona de las FARC siempre ha habido un respeto a mi persona.
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Unos se encargan de cortar la carne en porciones para el almuerzo comunal. Otros de hacer unas morcillas con la sangre y los intestinos del cerdo. Mientras esto sucede Danilo se acerca y sin que medien preguntas comienza a hablarme por su cuenta.
—Yo comencé en la guerrilla muy pequeño. Me integré a estructuras urbanas de las FARC cuando tenía doce años. De ser un vigía que avisaba la aparición de la policía pasé a ser uno de los que pintaba grafitis alusivos a esa guerrilla. Cuando tenía catorce años la policía me empezó a buscar y yo sabía que me iban a matar. Preferí irme a las filas de las FARC. Comencé en la Compañía Mariscal Sucre como combatiente raso. Poco a poco, en cerca de 14 años escalé posiciones hasta convertirme en encargado de comunicaciones del Bloque Sur, que operaba en esta misma zona. Esta ha sido como mi casa durante mucho tiempo.
Hace una pausa y se queda mirando el río, escucha para saber si viene algún bote. Y efectivamente se acerca la larga lancha que hace el trayecto entre los poblados ribereños. Da la orden a todos de que se hagan orilla adentro y se escondan entre la espesura. La premisa es no dejarse ver por los civiles a menos que ellos lo decidan así. Cuando pasa el bote y se pierde en las curvas del río, prosigue.
—Cuando volví a estas selvas hace casi dos años llegué como un guerrillero raso. Tuve que irme ganando la confianza de los mandos. Eso de estar en el proceso de paz y luego volver a la guerra no genera toda la confianza del mundo. Uno no sabe quién regresa y con qué intereses. Pero pues yo he sido siempre un revolucionario y eso se deja ver y por eso he ido escalando. Ahora soy comandante de las FARC-EP, las únicas que hay. Tenemos control sobre casi todas las partes del país donde estuvimos antes de la firma del acuerdo de paz. Somos casi tres mil en todo el país. Al final vamos a triunfar.
Con la conversación que tuviste con Danilo, ¿Cómo vislumbras el futuro de Colombia en términos de paz?
No solo con la conversación con Danilo. Hay algo que me parece particular del manejo informativo en Colombia, necesariamente lo coyuntural es el prisma a través del que se miran las cosas. Tuvo que existir un Danilo en una historia que hago yo para entrar a preguntarse ¿Tendrá futuro la paz? Cuando hace 2 años un sin fin de organizaciones, un sin fin de líderes, un sin fin de voces estaban diciendo peligra el acuerdo si el Gobierno Santos y luego el Gobierno Duque no cumplen con la implementación pero como no está en la agenda mediática y no está en la coyuntura no se cuenta.
El punto 1 del acuerdo Reforma Rural Integral jamás se echó andar, punto 4 sustitución de cultivos ilícitos fue un desastre absoluto en cuanto a implementación porque el piloto, en Briceño Antioquia, lo que ha arrojado es que no hay coca porque la gente se fue. Si le preguntas a la gente del campo cuáles son las percepciones te van a decir que no hay esperanza para que haya una verdadera paz.
El panorama es negro, el panorama es el que es ahora que son unos grupos que por la miopía de muchas voces se asumen como grupos dispersos pero que en realidad están muy coordinados. Ya pueden estar hablando de más de 2.000 personas en armas y si lo piensas 7.000 entregaron las armas, es casi llegar al 50%. El panorama no es nada alentador.