Barrancabermeja, la ciudad industrial más importante de Santander y sede de la refinería más grande de Colombia, recibe al mes entre 205 y 217 horas de iluminación solar, un recurso natural que la hace competitiva frente al desarrollo de los sistemas fotovoltaicos, sobre todo si se compara con la ciudad de Yuma, Estados Unidos, que es el lugar con más luz solar en el mundo, según la Organización Mundial de Meteorología, donde el sol ilumina 334 horas al mes.
Esta condición ha permitido que en Barrancabermeja se instalen más de 8000 paneles solares en hogares y negocios. Una apuesta con la que la ciudad empieza a hacerle honor a uno de los nombres por los que se le conoce: la Bella Hija del Sol. Pero, además, da pasos hacia una transición energética justa, basando la generación de energía eléctrica en una de las fuentes renovables no convencionales: el sol.
Barrancabermeja tiene más de cien años de cultura petrolera y podría decirse que es la cuna de los hidrocarburos en el país, por eso, hablar de transición energética allí suena extraño. Sin embargo, los barramejos empezaron la tarea de transitar desde hace más de una década, mucho antes de que el mundo lo planteara como una meta para salvar el planeta. Este concepto solo cobró fuerza internacional hasta 2021, en el marco de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP26), cuando se hizo evidente la necesidad de cambiar radicalmente el sistema energético basado en los combustibles fósiles (eje de la economía barrameja), a uno de baja o nula emisión de carbono.
David Villalba, santandereano y quien trabajó por más de diez años en la empresa petrolera más importante del país (Ecopetrol), decidió, en 2021, incursionar en el mundo de la energía solar. Gimecol Solar, empresa de sistemas fotovoltaicos del municipio, instaló 18 paneles en su hogar.
Villalba produjo, durante febrero de 2023, 912.9 kilovatios hora (kWh) con los paneles instalados; su hogar consume 774.1 kWh de esta energía generada. Los 138.8 kWh que sobraron de este proceso los vendió al operador de la red, la Electrificadora de Santander (ESSA), que paga 98 pesos por kWh. Este usuario no cancela un solo peso en su recibo de energía y, además, también es autogenerador de la energía que otras personas conectadas a la red consumen.
“Siempre he sido una persona que busca un enfoque ecológico en su vida. Aunque he trabajado tanto tiempo de la mano de Ecopetrol, siento que igual he podido aportar a la transición energética. Los paneles solares son solo un paso de lo que le quiero dar al planeta”, resalta.
En Barrancabermeja, hay cinco pequeñas y medianas empresas involucradas con la energía solar, según datos de la Cámara de Comercio local; algunas de estas llevan hasta nueve años en el mercado de los sistemas fotovoltaicos, que son una red eléctrica que tiene al sol como fuente renovable e inagotable para producir la energía.
Los sistemas fotovoltaicos funcionan de dos maneras: por un lado, siendo generadores de energía y permaneciendo anclados al sistema interconectado, y, por otro, al servicio de un consumidor que produce el 100 % de lo que necesita y que vende el excedente a la empresa comercializadora, que lo distribuye entre sus clientes.
Los retos de la energía solar en el Puerto Petrolero
En 2014, fue promulgada la Ley 1715, que incentiva el uso y desarrollo de fuentes no convencionales de energía por medio de beneficios tributarios. Las personas que están vinculadas con estos proyectos pueden reducir hasta el 50 % de su impuesto de renta y, según el artículo 12 de esta norma, los equipos, elementos, maquinaria y servicios importados para la ejecución de estos planes están exentos de IVA y aranceles.
Sin embargo, hay varias inconsistencias en los procesos para adquirir estos beneficios, como el método y tiempo de aprobación de la documentación requerida. En ese sentido, el usuario debe recorrer un largo camino entre la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), el Ministerio de Minas y Energía y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, además de adelantar trámites de los cuales tendrá respuesta hasta 45 días hábiles después de su radicación.
Marta Rodríguez, abogada residente en Barrancabermeja, lleva más de ocho años con paneles instalados en el patio de su casa. Ella se mudó de la capital colombiana al Puerto Petrolero y al darse cuenta de que en el barrio El Refugio, en el que reside, sus vecinos pagaban recibos mensuales de energía de hasta un millón de pesos (precios aún vigentes), emprendió una búsqueda en el municipio con el fin de instalar paneles solares. La oportunidad se la brindó una de las empresas locales pioneras en generación de energía solar que, a pesar de que en ese momento recién comenzaba en el mercado, le dio la seguridad y el apoyo para adquirir un sistema fotovoltaico de ocho paneles.
“La empresa de energía (ESSA) y el municipio no contribuyen mucho para que la gente ponga paneles solares en sus hogares. Aunque yo cancelo 120.000 pesos de energía en mi hogar por el sistema que tengo, y esto ya es una reducción importante en mi recibo, deberían ser cero pesos”, asegura. Además, Marta Rodríguez afirma que, aunque lleva varios años con el sistema solar instalado, hasta el momento no ha podido acceder a los beneficios tributarios de la Ley 1715 de 2014. Así mismo, aunque cumple con la cantidad de kWh necesarios para ser considerada autogeneradora, según la usuaria, la ESSA no la reconoce como tal y nunca le ha desembolsado los valores establecidos.
Marta Rodríguez no es la única que no ha visto reflejada la norma en su proceso. Julio Darío Fuentes Polanco, director general de Gimecol Solar, empresa pionera y líder en sistemas fotovoltaicos en Santander, manifestó que “uno de los retos que seguimos afrontando son los costos de los equipos, que siguen siendo bastante altos. Sin embargo, hay varias líneas de crédito como Cavipetrol, un fondo de Ecopetrol, y Coomultrasan, una cooperativa santandereana, que se han unido a estos proyectos solares que estamos adelantando”.
Carlos Yepes, director de la feria más importante de energía solar en Colombia, Exposolar, asegura que la democratización de la energía abrió las puertas a que cualquier persona natural pueda tener su empresa de energía solar, lo cual ha dinamizado el mercado en el país.
Sin embargo, pone la lupa sobre otros desafíos que tiene Colombia para lograr una transición energética justa. “Yo creo que el reto actual del Gobierno nacional es el de llevar la energía a ese 35 % de áreas que están desconectadas, que tampoco tienen agua o salud. Son costos que debe asumir cada gobierno de turno, porque llevar energía es mucho más que solo instalar un sistema fotovoltaico; por ejemplo, enseñarles también a las comunidades cómo usar la energía, el valor y cuidado de la infraestructura; debe existir una conciencia colectiva de cuidado de la energía”, menciona Yepes.
Sumado a esto, Jorge Mauricio Castillo, ingeniero electrónico de la Universidad Industrial de Santander (UIS), resalta otro reto que, a pesar de los años, sigue siendo recurrente y muy visible en la generación de energía solar en el país: “Mucha gente estudia sobre la parte técnica solar, pero cuando llegan a las instalaciones no están capacitados realmente. Hemos tenido que enseñar casi desde cero cómo realizar instalaciones de paneles, porque no se trata solo de montarse en un techo y subir un equipo, sino de lo que hay detrás de eso, todo un diseño de ingeniería que consta de parte eléctrica, fotovoltaica y normativa, que lastimosamente no se está enseñando en las instituciones educativas”, afirma. También agrega que muchos usuarios todavía dudan sobre si instalar o no sistemas solares, debido a que no hay personas especializadas que brinden información sobre el proceso.
Primer piloto de parque fotovoltaico solar construido por Gimecol Solar, ubicado en las instalaciones de la empresa ESSA en Barrancabermeja, Santander. Foto: Julio Fuentes Carreño.
Iniciativas que suman
Con todo y los desafíos que se entretejen para lograr una transición energética justa en Colombia, y puntualmente en el Puerto Petrolero, cabe resaltar el trabajo que por más de diez años han hecho emprendedores que han visto en el sol una luz de cambio.
En el techo de las oficinas de la ESSA, por ejemplo, en el barrio El Parnaso, hay 105 paneles que forman parte del primer parque fotovoltaico solar que la electrificadora construyó en Santander. El proyecto nació con el propósito de investigar e impulsar la industria solar en la región. Según reportes de la empresa, se han dejado de emitir 20 toneladas de CO2 al año desde que se implementó el sistema en sus instalaciones.
Guillermo Beltrán, funcionario de la sección operativa de la ESSA, explicó cómo ha sido el proceso de trabajo en conjunto con las pequeñas y medianas empresas solares. “Hay varias convocatorias que nosotros como ESSA abrimos para trabajar con estos empresarios; nos apoyamos mutuamente para crecer y fortalecer la transición energética que vive Barranca”, destacó.
Julio Darío Fuentes Polanco tenía una empresa que se dedicaba a alquilar equipos diésel para compañías petroleras del Magdalena Medio, pero desde hace diez años decidió emprender la transición y creó Gimecol Solar. En sus oficinas se encuentra el primer sistema solar interconectado a la red pública en Colombia y fue la empresa encargada de construir el piloto investigativo de la ESSA, luego de ganar una licitación en la que eligieron a la organización de la región que más se ajustara a las necesidades de esta iniciativa.
Con más de 4000 paneles instalados hasta la fecha, Gimecol Solar tiene entre sus propósitos para 2023 ser una empresa líder en el país en energía solar. La historia de Gimecol Solar y Fuentes no es la única. En 2015, Jorge Mauricio Castillo se lanzó, sin ninguna experiencia, al mundo de la energía solar en la región y creó ETSIC Ltda., la empresa con la que ha instalado un poco más de cien sistemas fotovoltaicos, no solo en el Puerto Petrolero, sino en todo el país. “Lo que se inició con incertidumbre porque el mercado de la energía solar para ese año en el que comenzamos (2015) era poco explorado, ahora es una meta de construir granjas solares, incluso incursionar en la generación térmica, con reflectores solares”, expresa. ETSIC no ha necesitado publicidad porque, como menciona Castillo, son sus propios clientes los que “nos recomiendan y visibilizan nuestro trabajo ante futuros usuarios”.
“El cambio se ha visto”
Néstor Álvarez, director de Praxis, institución educativa que enseña inglés en la región, hace un año decidió apostarle a la energía solar en la sede más grande de las cinco que tienen. “Queríamos entrar a esta dinámica de transición energética y nos motivaron mucho los beneficios empresariales que se tienen al involucrarse con estos proyectos solares. Pasamos de pagar cuatro millones de pesos mensuales en recibos de energía, a pagar 600.000 pesos. El cambio económico se ha visto”, reconoce.
Paneles solares ubicados en la sede principal de Praxis, instituto de inglés, en Barrancabermeja, Santander. Foto: Julio Fuentes Carreño.
Álvarez también señaló que otras empresas se han unido al cambio de energía solar desde que Praxis instaló paneles, aunque en las calles de Barrancabermeja no se encuentra mucha publicidad sobre sistemas fotovoltaicos, por no decir que es nula. Ha sido la misma comunidad la que, por el voz a voz, tomó las riendas y avanza hacia una transición energética en la que estén incluidas todas y todos.
Otra experiencia exitosa son los 695 paneles solares que se extienden en el techo del centro comercial San Silvestre, el más grande e importante del municipio, que se ha puesto la tarea de convertir su espacio en un ambiente ecoamigable. Su sistema fotovoltaico, que genera 650.000 kWh, es la propuesta inicial para hacer este propósito posible. Con esta instalación pretenden dejar de emitir cien toneladas de CO2 al año, lo que equivaldría a plantar 2000 árboles en este período de tiempo. Para este año, aspiran obtener un certificado como reductores de huella de carbono y así seguir apostándole a la sostenibilidad.
Carlos Augusto Carreño Díaz, administrador del San Silvestre, tiene muy claro que quiere construir eficiencia energética en el centro comercial: “Aquí se consumían 280.000 kWh y lo redujimos a 165.000 kWh; no solo hemos hecho reformas importantes en nuestras instalaciones, como las fachadas bioclimáticas para disminuir el consumo de energía, sino que también le hemos apostado a una cultura de reducir al máximo nuestro consumo, en nuestras oficinas y locales, y unir en esta campaña a los 18.000 visitantes que tenemos al día”.
El centro comercial San Silvestre y sus 695 paneles solares, una contribución ecoamigable que le aporta a la transición energética en Barranca. Foto / Julio Fuentes Carreño.
Mientras el mundo entero habla de transición energética, la Bella Hija del Sol se proyecta como un caso ejemplar en el que la participación ciudadana y el compromiso empresarial suman a la sostenibilidad y hacen pensar, en épocas de tanta incertidumbre, que las comunidades energéticas pueden ser una alternativa para contribuir a salvar el planeta.
Esta investigación fue realizada en el marco del proyecto ‘CdR/Lab Narrar la transición energética: un nuevo reto para el periodismo’, organizado por Consejo de Redacción y el centro de pensamiento Transforma.