El crecimiento de Villavicencio, producto de la migración y la llegada de población desplazada, produjo la urbanización de sectores como el humedal Ay mi Llanura, que forma parte de los 212 cuerpos de agua que existen en la ciudad. Este fenómeno viene generando afectaciones sobre estas reservas hídricas no reconocidas en la capital del Meta.
El sector donde se encuentra el humedal empezó a ser ocupado de manera informal a finales de los noventa y hace seis años fueron legalizadas todas las construcciones que hoy se conocen con los nombres de barrios populares como San Ignacio I y II, Bochica, Bello Horizonte, Danubio, Villa Johanna I y II, Estero, Villa Oriente, Terminal, Buenos Aires, Nueva Floresta y Villa Helena.
En ese crecimiento desbordado, el humedal Ay mi Llanura se convirtió en un parque, que es usado para pasear perros, arrojar basuras e instalar ventas informales. Los habitantes se dividen entre quienes suman esfuerzos para proteger lo que queda del humedal y quienes conciben el lugar como un parque y una zona comercial como cualquier otra de su ciudad.
Esta historia se adentra al corazón de Ay mi Llanura y propone un recorrido de voces y sonidos que son un reflejo de la realidad ambiental de muchos humedales en el país.