En el Centro de Rescate Paraíso del Amazonas, en el departamento peruano de Loreto, una matamata (Chelus fimbriata), una de las especies de tortugas más exóticas del mundo, se mantiene muy quieta y con la cabeza sumergida en uno de los estanques de rehabilitación. Solamente nos deja ver su caparazón, que se asemeja a la corteza de un árbol. Su cabeza parece una hoja. Sus ojos apenas se notan y da la impresión de que estuviera dormida. Lleva dos años allí, desde que fue decomisada a un traficante de fauna silvestre. De acuerdo con el centro, es posible que deba permanecer otros dos años antes de regresar a su hábitat natural.
“No es tan linda”, dice el biólogo William Flores, jefe de la Subgerencia Regional de Fauna Silvestre de la Gerfor Loreto. Y es que, si en la mayoría de aves y mamíferos silvestres es su belleza la que los hace víctimas de los traficantes, en el caso de la matamata es su “fealdad”. “Este exotismo genera el deseo de poseerla”, añade el funcionario.
La Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat), a través del Sistema Integrado de Gestión Aduanera (Sigad), registra que, entre el 2001 y mayo del 2024, salieron legalmente del Perú 99.557 tortugas matamata. Partieron hacia diecinueve países, pero su destino principal fue el continente asiático, a donde llegaron 74.544 de estos animales.
Allá la matamata es muy demandada como mascota. Solo una tortuga puede llegar a costar 300 dólares. China, Indonesia, Taiwán, Japón y Malasia son los que más la compran.
En Estados Unidos, México y algunos países de Europa, como Alemania, España y Reino Unido, también es muy solicitada. “Ese exotismo en su morfología genera un deseo de poseerla para ornamentación. Es lo que generalmente sucede cuando son exportados», señala el biólogo. Solo Estados Unidos importó 18.570 matamata en el mismo período; México, 1.603; y entre todos los destinos de Europa, 4.774.
Estos fueron los diez principales destinos de las matamatas exportadas por zoocriaderos peruanos entre 2001 y 2014 (Fuente: Sunat).
La mayoría de las matamata que llegan a esos mercados son peruanas, brasileñas o colombianas, a pesar de que en los dos últimos países su comercio está prohibido por tratarse de fauna silvestre. Aun así, los traficantes han encontrado una forma de facilitar la venta y para eso está el Perú, “tierra de emprendedores”.
Perú es el único país en Sudamérica que aún permite el comercio de este quelonio, incluso cuando, en noviembre del 2022, fue incluido por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), en la lista de animales vulnerables (apéndice II). No solo está permitido su comercio, sino que la exportación ha aumentado. Mientras que en el 2021 se exportaron 3.259 matamatas, al año siguiente salieron de manera legal 11.372 y en el 2023 fueron 17.029, de acuerdo con el Sigad. Lo que da cuenta del aumento de la demanda de esta especie.
Esto significa una tragedia para la matamata y su ecosistema. Para que una tortuga llegue a las manos de los consumidores finales, mueren varias en el camino y las que sobreviven, en muchos casos, llegan en muy mal estado a sus destinos, por lo general deshidratadas. El Manual para la diferenciación de tortugas criadas en cautiverio y tortugas silvestres de la CITES (Manual for the differentiation of captive-produced and wild-caught turtles and tortoises) alerta que es muy poco probable que todas las tortugas que se exportan “legalmente”, a nivel mundial, procedan de zoocriaderos. Lo que sucede, explica, es que las tortugas silvestres viajan con documentación fraudulenta, lo que dificulta la labor de los funcionarios de aduanas.
Sin embargo, hay varias señales que pueden ayudar a detectar si en un cargamento de tortugas “legales” viajan especímenes silvestres. Por ejemplo, dice el documento, si no hay uniformidad en cuanto al tamaño y la edad de los animales exportados, o si hay demasiados juveniles. Otro aspecto a tener en cuenta es que las tortugas capturadas en su hábitat suelen tener parásitos, heridas, dedos mutilados o daños en sus caparazones.
En Perú, las matamatas decomisadas van a centros de rescate para ser rehabilitadas. El tiempo que les tome volver a su hábitat depende de las condiciones en las que llegan. Cuando menos, algunas de ellas, de acuerdo con lo registrado por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), presentan cuadros de hipotermia, deshidratación y estrés al momento de su rescate.
El origen está en Colombia
Giuseppe Gagliardi, herpetólogo y científico del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), explica que la matamata es muy distinta a cualquier otro reptil de ese tipo. No solo por su aspecto casi prehistórico, muy similar a un anquilosaurio, o su nariz, que recuerda a un snorquel. Se trata de una tortuga de hábitos nocturnos y olor fuerte, que se reproduce en menor cantidad que las otras. Al año puede poner entre 20 y 25 huevos.
Llegan a medir hasta medio metro y pueden pesar unos 17 kilos. Buscan alejarse de los ríos más transitados, y viven principalmente en “cochas” (lagunas) de aguas turbias y quebradas poco profundas de la selva amazónica.
“Es principalmente carnívora y utiliza técnicas de caza sigilosa”, dice Gagliardi. La dieta de la matamata incluye desde pequeños invertebrados hasta peces, aves e incluso mamíferos pequeños que pasan cerca de su hocico. En cuanto los detecta, los aspira con fuerza.
A pesar de su sigilo y capacidad para mimetizarse con su entorno, los cazadores ilegales han aprendido a detectarlas. El mayor Christian Mesa, jefe de la Unidad Investigativa de Delitos contra los Recursos Ambientales y el Medioambiente de la Policía Nacional de Colombia, explica que la extracción ilegal se circunscribe, principalmente, a las cuencas del Orinoco y el Amazonas. Los especímenes capturados son luego camuflados con otras cargas de peces ornamentales en Bogotá, desde donde son enviados a la ciudad de Leticia, para luego atravesar la triple frontera Perú-Colombia-Brasil.
Esa es una de las modalidades más conocidas, aunque hay comercializadores que se toman menos molestias. “Leticia es el punto de contacto entre ambos países. Es un pueblo muy pequeño. Para pasar a Perú hay un río. No hay control o es mínimo. Uno puede llevar cien tortugas en una maleta y no hay autoridad que requise”, añade el jefe policial de Colombia.
Explica que la estructura criminal se ha ido sofisticando. Además del cazador furtivo y los receptores o comercializadores iniciales, que venden los animales en mercados o a través de redes sociales, están aquellos que pueden “legalizar” la actividad. Y ahí radica la importancia del Perú para estas organizaciones.
Mapa elaborado por la Wildlife Conservation Society (WCS) sobre la distribución geográfica del tráfico ilegal de matamatas en Perú, Colombia y Brasil.
En Perú, la normativa permite el aprovechamiento y comercio de la fauna silvestre, como la crianza de la matamata, bajo ciertos parámetros. Por eso, parte del modus operandi de las organizaciones es llevar a los reptiles a zoocriaderos y hacerlos pasar como individuos nacidos en cautiverio. De ese modo, pueden ser exportados sin trabas.
“Loreto es la región proveedora de matamata para exportación lícita desde Perú a otros países. La existencia de ventas ilícitas paralelas a las lícitas en la misma región puede ofrecer condiciones ideales para el lavado de animales”, dice la Wildlife Conservation Society (WCS) en un informe del 2022 . “Dicho lavado (…) se produce cuando los individuos desde fuentes ilícitas —con frecuencia de la naturaleza— sin manejo o control de sustentabilidad, reciben documentación lícita (o sea, permiso falso) al ingresar a un zoocriadero, como si hubieran nacido ahí, para luego ser vendidos legalmente. Por ejemplo, el propietario de un zoocriadero ubicado en las afueras de la ciudad de Iquitos compra ilegalmente y con frecuencia animales de la naturaleza (incluyendo las matamata) en el Mercado de Belén, en Iquitos, para aumentar su cantidad de cría en cautiverio y comercializarlas lícitamente a otros países”, explica la organización.
En Perú predomina la especie chelus fimbriatus, mientras que en Colombia hay dos tipos de matamata: la fimbriatus y la orinocensis. Ambas son muy parecidas e ingresan al Perú para su “lavado”. El mayor Mesa señala que cuando recién nacen es casi imposible diferenciarlas. Ya cuando crecen se les puede identificar por sus manchas y, aún así, es necesario un ojo muy acucioso. Habría que someterlas a pruebas de laboratorio para confirmar su origen.
Así que ingresarlas al Perú es un negocio redondo. “Si en Colombia el precio puede ser de 20 mil pesos (6 dólares), ya ingresadas a Perú su valor se mide en dólares. Pueden llegar a costar entre 50 y 60 dólares. Y en países de Asia o Europa, entre 100 y 300 dólares, dependiendo de su tamaño”, continúa el jefe policial.
En Perú, las matamata son la segunda especie de tortuga acuática más decomisada después de las taricayas. Sin embargo, los números son reducidos si se comparan con los decomisos en Colombia. Si tenemos en cuenta el período entre el 2010 y el 2021, Perú apenas decomisó 432 matamatas (417 fueron incautadas en Maynas), mientras que Colombia 7.559, según la WCS.
Entre los años 2001 y 2020, apenas se rescataron unas 1.000 matamatas vivas en Perú, según la organización. Esto se logró en 46 intervenciones y “el 98 % de esas incautaciones ocurrieron en el departamento de Loreto”. Claro está que lo reducido de esta cifra podría deberse, justamente, al lavado.
Entre enero y junio de 2024, dice el Serfor, se llevaron a cabo un total de 81 intervenciones, en las cuales se decomisaron 509 especies diversas de animales silvestres. Entre ellas, sin embargo, no hubo ninguna matamata.
Zoocriaderos bajo sospecha
Las matamata que ingresan ilegalmente a Perú son enviadas, por lo general, a la ciudad de Iquitos, en la provincia de Maynas, Loreto. Según WCS, la región Ucayali también registra una alta concentración de tráfico de la especie, sobre todo en Coronel Portillo, en el límite con Cruzeiro do Sul, en Acre, Brasil. Sin embargo, si tenemos en cuenta los datos de la WCS, Maynas es de lejos la capital del tráfico de matamatas.
El viaje desde Leticia hasta Iquitos se hace por barco o bote mediano. Dependiendo de la embarcación, puede tomar entre dieciocho horas y tres días. Luego hay que ir por carretera hacia los zoocriaderos, que suelen estar fuera de la ciudad. Varios de ellos se encuentran en la carretera que une a Iquitos con la ciudad de Nauta (provincia de Nauta).
Los zoocriaderos son granjas que se dedican al aprovechamiento de especies de fauna silvestre. Su objetivo es comercializarlas ya sea en el mercado local o en el internacional.
Para que uno de estos sitios pueda criar tortugas matamata necesita un permiso especial de las autoridades ambientales. A nivel nacional, el Serfor y el Organismo de Supervisión de Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor) son los que otorgan esas licencias. Sin embargo, en Loreto la responsabilidad recae en el gobierno regional; específicamente en la Gerencia Regional de Desarrollo Forestal y de Fauna Silvestre (Gerfor). Esto, teniendo en cuenta que Loreto es la región más grande del Perú (su superficie es aproximadamente 10.7 veces más grande que la de Lima) y es la de mayor importancia económica en la selva.
En teoría, las tres instituciones imponen requisitos a los zoocriaderos, como presentar un plan de manejo en el cual consignen la capacidad de crianza y las proyecciones poblacionales que pretenden obtener año tras año. Estas deben ser acordes a la infraestructura con la que cuente cada zoocriadero. En el caso de las tortugas matamata, se exige un estanque, una zona de desove y capacidad de alimentación. Cuando se trata de especies vulnerables, también se exige un componente de educación de la ciudadanía para la protección de dicho animal.
Consultamos a Gerfor y Serfor acerca de cuántos permisos para la crianza de matamatas están vigentes a la fecha y cuántos han sido denegados. La primera entidad respondió que no había podido encontrar esa información. “De pronto llevaron la documentación a un almacén y no la lograron encontrar”, dice William Flores, quien explica que esa información aún no había sido sistematizada. “Lo empezamos hacer este año (…) Estamos avanzando. Usted ya sabe las limitantes que tiene el Estado”, añade.
De parte de Serfor, no hubo respuesta sobre ese tema hasta el cierre de esta edición.
El negocio familiar
De acuerdo con la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria y Aduanas (Sunat), existen 26 empresas dedicadas a exportar tortugas matamata, pero seis son las que más destacan y pertenecen a una misma familia. Juntas han exportado el 84 % de todas las matamatas del Perú desde el 2001. Se trata de MF tropical Fish EIRL, MF turtles & tropical fish EIRL, Reptilians Turtles & tropical Fish EIRL, de Milagros Ferreyra Ahuanari; Ferreyra Fishes & Turtles EIRL y Exotic Animal Export Trading SAC, de Lita Ferreyra Ahuanari; y Peru Export Turtles & Tropical Fish EIRL, de Carlos Tello Ferreyra, primo de las hermanas Milagros y Lita.
Los tres son sospechosos de delitos de tráfico ilegal de especies, defraudación tributaria y lavado de activos. En cuanto a Lita Ferreyra, la Fiscalía Ambiental de Loreto la investiga desde el año pasado por pretender enviar 30 osos perezosos y ocho osos hormigueros a Dubai a través de su empresa Ferreyra Fishes & Turtles EIRL. No eran osos criados en cautiverio, sino que habían sido capturados por la Asociación de Conservadores Ambientales de la comunidad Santa María de Fátima, la cual carecía de licencia para el manejo de fauna silvestre.
En cuanto a Milagros Ferreyra, en febrero de este año, la Fiscalía Provincial Transitoria de Extinción de Dominio de Loreto le embargó ocho inmuebles y una motocicleta, cuyo valor total era de S/ 3.8 millones (1 millón de dólares).
El fallo, en primera instancia, se encuentra en apelación. En él, se menciona también a Lita Ferreyra y a otros familiares. En el documento se lee lo siguiente: “(Ferreyra) se ha visto involucrada en el delito de abandono y crueldad contra animales domésticos y silvestres; asimismo, su hermana Lita Lisenia Ferreyra Ahuanari presenta un proceso penal cuyo estado es, en acusación, recaído en la carpeta fiscal N° 906015200-2020-02 por el delito de tráfico ilegal de especies acuáticas de flora y fauna silvestre protegida; su cuñado José Alberto Manzur Chumbe registra el caso N°2506020100-2009-51-0 por el delito contra los recursos naturales, y su hermano JUAN MAGNO FERRYERA AHUANARI, registra el caso 2506075000-2015-30 por el delito de tráfico ilegal de especies de Flora y Fauna Silvestre Protegida, lo que pone en evidencia su cercana relación con dicha actividad criminal”.
Uno de los inmuebles incautados a Milagros Ferreyra está ubicado en el kilómetro 38.7 de la carretera Iquitos-Nauta. Allí funcionaban sus zoocriaderos MF tropical Fish EIRL y Reptilians Turtles & tropical Fish EIRL. También operaba la empresa de Carlos Tello, Peru Export Turtles & Tropical Fish EIRL.
Pero, los cuestionamientos a Milagros Ferreyra no paran allí. En el 2014 obtuvo una licencia del Gerfor para criar tortugas matamata. Lo hizo tras presentar un plan de manejo que aseguraba tener capacidad para criar 80 hembras y 16 machos con el fin de obtener 1 426 especímenes al año. Tres años después, esas cifras ya habían sido largamente excedidas.
De acuerdo con el registro de la Sunat, Ferreyra ya exportaba tortugas matamata antes del 2013, pero en el 2014, tras obtener la aprobación del Gerfor, sus exportaciones se dispararon. Ese año declaró 1 186 tortugas exportadas. En 2017, las dos empresas de Milagros Ferreyra que comparten el mismo zoocriadero —Reptilians Turtles & tropical Fish EIRL y MF tropical Fish EIRL— declararon exportaciones por casi 11 000 tortugas. En 2023, el año más solvente, las exportaciones de estos reptiles ya iban en 15 854.
Al respecto, el biólogo Giuseppe Gagliardi cuenta que el año pasado, con el propósito de ampliar sus operaciones, la empresaria Milagros Ferreyra solicitó al Ministerio del Ambiente la aprobación del plan de manejo de matamata de la Comunidad de Betsaida (Nauta, Loreto), a la cual ella financia. Gagliardi participó de la reunión junto a otros científicos del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana y, al analizar el documento, pudo ver que este no tenía datos fiables. “Su plan de manejo era deficiente y varios expertos opinamos en contra”, dice el biólogo. De modo que no se le renovó el permiso.
Uno de los puntos que más desconfianza le causó a Gagliardi fue que su plan de manejo mencionaba un número exageradamente alto de matamatas en un meandro del río Marañón. “Era algo totalmente irreal. No había forma de que hubiese tantos ejemplares en ese tramo del río. Se le pidió corregir varias cosas”, recuerda. Ferreyra había acudido a la reunión con varios miembros de la comunidad de Betsaida, a quienes no les sentó bien que se les negara el permiso. “Se nos fueron encima”, dice el biólogo.
Ferreyra, quien fue candidata en el 2022 a vicegobernadora regional de Loreto y declaró ingresos anuales de S/93 088 en el portal de Infogob, ha dicho públicamente que no hay nada ilícito en su actividad. Todo lo contrario, asegura que sus zoocriaderos contribuyen con la “recuperación de especies” y que, además, da trabajo a 150 comunidades indígenas en zonas de amortiguamiento de áreas protegidas de Loreto y Ucayali. Por lo que espera que, a nivel judicial, se revierta el embargo y que, a nivel administrativo, le renueven los permisos.
Sin embargo, de acuerdo con una bióloga cuyo nombre prefiere mantener en reserva, Ferreyra es una persona “que hace cosas buenas y malas a la vez”. Por ejemplo, cumple con su cuota de reinserción de animales, ha fundado una ONG que promueve la educación y los estudiantes universitarios van a sus criaderos a aprender sobre el manejo de reptiles.
“Ferreyra ha sabido cómo manejar esto para tener aliados específicos. Tiene mucho poder en la región. Trabaja de la mano con el gobierno regional y ONGs. Hay autoridades científicas de la Universidad Nacional de Loreto que la apoyan. Ella sabe que tiene que hacer una serie de cosas buenas para que no la investiguen por el otro lado. Pero sabemos que ha visitado algunas reservas en Ucayali para comprar tortugas. Es un tema muy complejo y delicado, y casi nadie se quiere involucrar ni hablar a favor o en contra para evitar problemas”, agrega.
Al cierre de este reportaje, Convoca.pe logró comunicarse con Milagros Ferreyra para conocer la situación legal en la cual se encuentran ella y su empresa.
Tras mostrarse evasiva, Ferreyra reiteró que la sentencia de la Corte Superior de Justicia de Loreto, que ordenó el embargo de los bienes del zoocriadero de la empresa MF Turtles & Tropical Fish, se encuentra en apelación.
La empresaria también negó haber solicitado algún permiso para la aprobación del plan de manejo de tortugas matamata de la comunidad de Betsaida y señaló que “quienes no han estado de acuerdo han sido los de Serfor”.
Obstáculos para la coordinación entre países
William Flores, de la Gerfor Loreto, explica a Convoca.pe que, por un problema logístico, se hace muy difícil para las autoridades ambientales, la Policía y el Ministerio Público controlar el tráfico de especies en la triple frontera Perú-Colombia-Brasil. Tampoco ayuda que haya diferentes normativas en cada uno de los países.
Flores asegura que las autoridades de Perú y Colombia trabajan en conjunto para enfrentar el tráfico de fauna silvestre. Se elaboran mesas técnicas y se coordinan incautaciones en zonas de frontera. Aunque, dice, su dirección no ha rescatado ninguna tortuga matamata desde que ingresó al puesto, en el 2023.
Consultado por este medio, el Serfor explicó que ha elaborado una “Estrategia Nacional para Reducir el Tráfico Ilegal de Fauna Silvestre 2017-2027” que implica la colaboración con los gobiernos regionales y más de 20 instituciones tanto públicas como privadas para combatir el tráfico ilegal de fauna silvestre, principalmente en la triple frontera Brasil-Perú-Colombia.
“Este enfoque ha permitido que los gobiernos regionales, que poseen competencias en materia forestal y de fauna silvestre, en conjunto con la Policía Nacional del Perú y la Fiscalía Especializada Ambiental (FEMA), intensifiquen sus operativos en esta área. Pese a ello, enfrentar a los traficantes que suelen utilizar redes bien organizadas y técnicas sofisticadas para evadir la detección, constituye un gran reto por enfrentar”, dice la institución a través de su área de prensa.
Convoca.pe consultó a la Policía Nacional del Perú, pero no hubo mayor respuesta. “La selva es inmensa, por eso no se puede realizar trabajo conjunto (con otros países)”, dice un funcionario del área de prensa. “En las fronteras que tenemos, el acceso es accidentado”, agrega. Sin embargo, confirma que la institución sí coordina operaciones con Brasil, Ecuador y Colombia para la lucha contra la explotación ilegal de madera y la minería fluvial.
El jefe de la Unidad de Delitos Ambientales de la Policía en Colombia, Christian Mesa, lamenta que no se haya logrado coordinar con las autoridades peruanas investigaciones conjuntas que apunten a detectar toda la cadena de suministro de las organizaciones criminales inmersas en el tráfico de especies; en este caso, de la tortuga matamata. De acuerdo con el oficial, a pesar de que se han abierto canales de comunicación con las autoridades peruanas para intercambiar información, la respuesta, en ocasiones, demora hasta un mes en llegar.
En Colombia se han intervenido a algunos traficantes de ese país y con esas capturas se espera dar con sus contactos en Perú, de modo que se puedan identificar redes completas de tráfico. Pero, mientras la investigación continúa, las tortugas matamata siguen saliendo por el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, en el Callao, sin que las autoridades puedan impedirlo. “La delincuencia actúa más rápido”, lamenta Mesa.
*Con información de Roberth Orihuela.