Fecha de publicación: 25 de octubre de 2019
Más de 4 mil kilómetros separan a los miembros de la comunidad quechua de Pampalca, Perú, de la etnia embera katío de Tierralta, Colombia; pero los junta una tragedia cuyas lenguas originarias no contemplan: la desaparición en tiempos de conflicto interno.
El desafío para los Estados no es solo buscar a las víctimas de los violentos, también contribuir mediante un enfoque humanitario a la armonización de los territorios ancestrales para devolverles la paz que les fue arrebatada.
Nombrar la desaparición en contextos étnicos
-
Leer historia de Perú
Poco a poco hallan a los perdidos de la guerra en Perú
Lengua quechua chankachinkachirqaku sasachakuy watakunapi
Lo hicieron desaparecer en tiempo de violencia
El 0% de las víctimas del conflicto interno de Perú eran quechuahablantes, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Hasta ahora, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y sitios de Entierro (Renade) apenas se está llenando y va por las 0 personas, todavía no se sabe cuántos de ellos son indígenas.
Al rededor de 0 individuos han sido entregados a sus familiares, 0 años despúes del fin de la guerra, según la Direción General de Personas Desaparecidas. -
Leer historia de Colombia
Continúa la búsqueda de los embera desaparecidos en el Sinú
Lengua emberá Katíokenasida
Lo asesinaron
El Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH registra 0 colombianos pertenecientes a alguna étnia víctimas de desaparición en el conflicto armado. De ellos, sólo 0 han aparecido, muertos o vivos, y se tiene información para encontrar otros 0. De los 0 restantes no se sabe nada.
La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas ya elaboró un protocolo de relacionamiento y coordinación con los pueblos indígenas.
-
Viven para buscarlos
En tiempos de violencia, 1983, un grupo de mujeres creó la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Anfasep) para buscar a las víctimas del conflicto. En Ayacucho tienen un museo de la memoria en el que, valiéndose del retablo, una expresión artística propia del país, relatan la historia de la violencia.
En ese departamento también está La Hoyada, un terreno aledaño a la base militar Los Cabitos en donde torturaron, ejecutaron y desaparecieron a 109 personas según el fallo del 2017 de la justicia del Perú.
EL TIEMPO recorrió La Hoyada con mamá Adelina, Juana y Libia, quienes le reclaman al Gobierno que el lugar sea elevado a la categoría de santuario de la memoria. En el año 2007 las mujeres de Anfasep fueron a hacer una misa a La Hoyada, cuenta Libia Flórez que “los militares querían detenernos. A todas las mamás nos han querido llevar presos”.